Libido

Elian Baillerés contempló su móvil, el solo recuerdo de cierta joven mujer de cabellera castaña lo hacía sentir deseoso, pues no había duda que ella desde un principio despertó su interés; pero Michelle se había negado a repetir el encuentro, alegando que era casada, y aunque en un principio eso no le importó a él, ahora con la cabeza fría podía ver las cosas con mayor claridad. Él jamás se había metido antes con una mujer casada y era cierta que Ramsés era un imbécil, pero si él seguía insistiendo con su pequeña obsesión, las cosas terminarían mal, al menos para la señora Lacari, pues ella tenía mucho más que perder que él. Así que, llegó a la conclusión que cortaría su alocada obsesión de raíz. Para él, Michelle no significaba otra cosa que mero placer sexual, y arruinar un matrimonio por sus deseos desenfrenados no era la suyo. ¡Por Dios, no era tan hijo de puta!

Una noche, su teléfono comenzó a sonar. Era nada más ni nada menos que Michelle Lacari, invitándolo a pasar una noche juntos.

Se notaba que estaba alcoholizada, a sí que no tuvo más opción que rechazar su propuesta. Si tan solo la señora Lacari supiera lo que le había costado negarse a su petición. Pero él se repetía mentalmente que no fuera un cabrón, que la mujer tenía un matrimonio de años y que no debía terminar porque a él se le calentaban las pelotas.

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Al día siguiente, Michelle fue citada de manera formal en un pequeño restaurante, claro está, en ese lugar no estaría sola, pues el señor Baillerés había extendido la invitación también a su esposo y la señorita Jade Harper. Al principio la joven mujer estaba bastante cohibida, pues recordaba el mensaje que le había mandado hace unas horas. Conforme fueron pasando los minutos comenzaron a hablar sobre la caridad, y el cómo con una pequeña ayuda se puede hacer un gran cambio.

Michelle veía maravilla al señor Baillerés, pues le parecía fascinante todo lo que estaba diciendo. Ya que, se notaba que no solo decía las cosas por decirlas, sino que sentía una verdadera pasión por ese tema.

—Usted es muy inteligente. —Michelle pensó en voz alta.

Ramsés soltó en leve resoplido.

—Solo es… Empatía —respondió Elián Baillerés.

—Sí, bueno, ¿quién tiene hambre? —Jade estaba fastidiada, se suponía que la plática no duraría ni quince minutos, pero al parecer ya se había extendido a cuarenta, y lo peor era que ni siquiera habían pedido de comer.

Michelle bajó la mirada ruborizada, y sorprendida de sí misma por haber pensado en voz alta.

—¿Entonces qué le parece la propuesta? —preguntó Elián, sin dejar de ver el rostro de Michelle.

—Muy buena —respondió ella. Regresando a ver a Elián a los ojos.

—Creo que pediré pollo con espagueti —soltó de repente Ramsés.

—Buena elección —respondió Jade mientras hojeaba la carta.

Mientras tanto, la mente de Michelle divaga a cierto ex pretendiente que tuvo antes de conocer a Ramsés, pues la plática con el señor Baillerés le había desbloqueado ese grato recuerdo. Aunque, si Daniel hubiera sido cómo el señor Elián, su madre no lo hubiera rechazado y la hubiera dejado casarse con él.

—La notó de buen humor —dijo Elián observándola de reojo.

Michelle salió de sus recuerdos al escuchar las palabras del señor Baillerés.

—Digamos que toda esta plática me hizo acordarme de un buen amigo —respondió ella, sin poder evitar que una enorme sonrisa cruzara sus labios.

—Interesante —aseguró Elián.

—¿Qué amigo, el hippie? —cuestionó Ramsés, mientras se rascaba la barbilla.

—Daniel no era un hippie —refutó Michelle.

—Ni tampoco tu amigo —dijo con sonrisa burlona—, es tu exnovio.

Michelle soltó una pequeña risita.

—No, no lo fue. —la mujer se veía un poco melancólica.

—Creo que es una excelente historia para contar —sugirió Baillerés.

—Solo salimos un par de veces, antes de conocer a mi esposo —contó—. Pero mi madre nunca aprobó que fuéramos algo más.

—Entonces llegué yo —interrumpió Ramsés—, y tu madre me amó.

—Así es, si me case contigo fue porque mi madre te eligió. —El rostro de Michelle se enserió.

La mirada que Ramsés le dedicó a su esposa, fue de advertencia, pues al parecer estaba hablando de más.

—Auch —Jade podía sentir como el ambiente se iba poniendo hostil.

—La mejor decisión. —Michelle volvió hablar, pero esta vez con una sonrisa—. Mi esposo es un excelente hombre.

—Sin duda mi esposa, es una excelente mujer, tan solo miren esa genética —contestó Ramsés con algo de burla, cómo si no hubiera algo más que apreciar en su esposa que no fuera la belleza física.

Michelle lo miró con los ojos entre abiertos.

—Qué les puedo decir de mi esposo y su gran mentón. Es simplemente adorable —refutó ella de manera sarcástica, pues esa era la parte menos favorita de su esposo, ya que era más prominente que el promedio.

—Entonces su madre aprobó una excelente elección —interrumpió Elián.

Michelle lo regresó a ver y le dedicó una pequeña sonrisa.

—Me preguntó si yo hubiera estado entre esas opciones, ¿ella me hubiera elegido?

Ramsés frunció levemente el ceño.

—No quiero que esa pregunta se llegue a malinterpretar, solo que su madre se ve que es una mujer de muy buen juicio —explicó después de unos minutos de silencio el joven Elián.

—Pues… —Michelle lo pensó por un momento—. Yo creo que sí, sin duda mi madre lo habría aprobado.

Ramsés se aclaró la garganta, incómodo.

—Creo que también pediré pollo —dijo Michelle para cambiar de tema.

—Perfecto. —Elián sonrió y puso atención a su móvil.

La comida terminó de forma normal. Michelle y su esposo se fueron a su casa.

En cuanto llegaron, Michelle se percató del mensaje que le había mandado Baillerés.

«¡No puedo creer que hubiera tan pocas opciones cómo para elegir al señor Lacari! ¿O acaso su madre no es tan sensata?»

Michelle soltó una pequeña carcajada.

«¿Está insultado a mi madre?, y respondiendo a lo que preguntó: creo que un poco de ambas».

Respondió Michelle en un mensaje de texto, ahora que ya había quedado claro que no tenían un interés sexual, las cosas laborales iban a fluir de una mejor manera o eso creía ella.