Isabel, una apacionada historiadora viaja al pasado luego de adentrarse sin saberlo a un vortice del tiempo y donde es atacada por una misteriosa entidad que la hace desmayarse recordando su vida pasada descubriendo que ella es la reencarnación de una poderosa Bruja y decide cobrar venganza de quienes la traicionaron en el pasado, pero en el proceso le sucederá una serie de malentendidos que harán de su vida más interesante al relacionarce directamente con el emperador Maximiliano de Londonkht, quien es un usuario de magia de sombra y cuya historia termina por su misteriosa desaparición.
¿Podrá Isabel cobrar venganza y de paso salvar la vida del emperador?.
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CAPÍTULO 16 Un movimiento arriesgado
Desde una distancia prudente en el salón un joven observa a la duquesa qué ha quedado sola, pues su acompañante se alejó para ir a hablar con los reyes y príncipes. Así que decide aprovechar la oportunidad para acercarse como un cazador buscando su próxima presa sin saber que la propia Isabel lo esperaba pacientemente ha que diera el primer paso, ya que ella se había percatado de qué el joven tenía una energía extraña por no decir maligna y sería su primer objetivo con quien se divertiría hasta la llegada de su fiel caballero.
Isabel decide salir al balcón qué conecta con el jardín del palacio y por supuesto que el joven la sigue de cerca cayendo en su trampa.
—Excelente baile, Duquesa. Dice el joven de linaje audaz y lengua afilada, quien ya se encontraba a tan solo unos pasos de distancia de Isabel y llevaba dos copas de vino en sus manos y una sonrisa encantadora que no conseguía borrar el brillo arrogante de su mirada.
Isabel seda vuelta quedando frente al joven, quien sutilmente le acerca una de sus copas ofreciéndole el vino.
¿Usted es?... Pregunta Isabel de manera desafiante lo que hace dibujar una media sonrisa el rostro del joven.
–Me disculpo Duquesa, soy Brandon Hilton, hijo del Barón Hilton y vuelve a ofrecerle una de sus copas de vino que llevaba.
Ante la insistencia del joven Isabel rebosa una sonrisa en su rostro y acepta la copa, señalando que el vino tiene un aroma muy peculiar.
—¿Acaso la bebida no es de su agrado, Duquesa Isabel? Pregunto Hilton con tono irónico.
Ella lo miró con elegancia calculada y bebió lentamente un pequeño sorbo. Para después decir no al contrario Joven Hilton me encanta el vino. Responde ella de manera natural mientras mueve delicadamente el contenido de la copa, pues sabía que el vino había sido alterado con alguna sustancia y estaba segura que se trataba de un afodiciaco y aun así decido tomar de este, ya que Isabel no era una flor frágil y quería descubrir si el joven que estaba frente a ella era un demonio o por el contrario solo era un lacayo de estos y para cerciorarse solo debía tocar su mano o que este lo hiciera primero.
-Y dígame, Duquesa… ¿Cómo es que una
mujer tan hermosa sigue sin promesa de matrimonio?
Por la misma razón que usted aún no se ha casado —dijo, firme, sin perder la cortesía. Hilton rio con coquetería y tomó su mano. Bingo pensó Isabel al ver los recuerdos de este gracias a su magia y sonrió para sus adentros. "Si que será más fácil cazar a esos demonios de lo que pense, pues sus lacayos si que son descuidados"
—¡Joven Hilton!... Interrumpió Maximiliano con una voz grave, pero fuerte. Quien avanzó hacia ellos y sostuvo el brazo de este con determinación. Para después decir si no respeta el espacio de una dama, podría terminar con una soga al cuello... o peor.
—¿Acaso es una amenaza?... Pregunta Hilton, atónito mientras se libera del agarre y entonces observa como los ojos del emperador han cambiado por un momento a negros lo que lo hace retroceder, pues este no tenía el poder para enfrentarse solo al señor de las sombras, ya que solo es un lacayo más del montón y procede a levantar sus manos en señal de rendición antes de observar por última vez a Isabel, pues decide retirarse, ella le lanza una mirada desafiante mientras levanta la copa qué está en sus manos.
Mientras Hilton se alejaba, Isabel murmuró con desdén: Pobres criaturas. Piensan que con sus artimañas pueden obtener mi atención. Si supieran que acaban de sentenciar su final.
—¿Estás bien?
Mejor que nunca susurró ella, con una
Sonrisa provocadora. El que nada debe, nada teme. Y además... sé que mi caballero siempre vendría a salvarme. Para después acercarse seductoramente al emperador hasta eliminar cualquier espacio entre ellos.
Maximiliano sonríe y rápidamente le quita la copa, a la vez que da media vuelta cambiando de posición con Isabel quien apoyo su espalda sobre la columna de mármol, permitiendo que Maximiliano tuviera más control sobre ella, pues une sus manos llevándolas por encima de su cabeza esto hace sonreír a Isabel mientras lo observa con una mezcla de deseo y diversión.
—Si me miras así... Mi traviesa y encantadora bruja, créeme que no me detendré una vez que comencé. Repitió él ahora con una sonrisa más descarada que la de ella.
Isabel por su parte se muerde delicadamente su labio inferior y dice no quiero que te detengas, al parecer él afrodisíaco ya comienza a hacer extragos en mi cuerpo.
—Sí que eres una descarada dice él mientras rosa su nariz con la de ella y su mano libre viaja lentamente sobre el cuerpo de Isabel dibujando pequeños círculos por en sima de su vestido hasta posicionarse firmemente sobre sus caderas, liberando un suspiro por parte de ella.
—Al parecer mi querida Duquesa necesita un castigo por su descuidado proceder. Susurra Maximiliano, cerca de su oído.
Puedes juzgar los medios, pero no mis resultados, ya tienes la ubicación de tu primer objetivo. El joven Hilton muy amablemente me reveló el lugar donde se esconde uno de tus demonios.
—No me nombres a ese maldito lacayo que solo quería aprovecharse de mi esposa.
Esposa!... Todavía no soy tu esposa.
—Sí dices todavía, quieres decir que aceptas quedarte a mi lado.
Espera un momento guapo, el hecho de que me gustes no quiere decir que..Mm mmmmm... Maximiliano la besa apasionadamente sellando así sus labios y procede a utilizar su magia de sombras para desaparecer de allí sin importar el que dirán, pues la tencion sexual entre ellos era más que evidente.
Al llegar a su habitación Maximiliano comenzó a bajar lentamente el vestido de Isabel y al sentir su espalda descubierta deposita su cuerpo sobre la cama sin dejar de besarse lo que hace que ella desabotone la camisa de él con decesperación una vez que Maximiliano se quitara la chaqueta de su traje, los besos siguen mientras eliminan el resto de ropa que les estorba, permitiendo que sus cuerpos se complementan a la perfección, donde ella toma la iniciativa y eso enciende en gran medida a Maximiliano qué no esta dispuesto a detenerse, pues la lujuria y la pasión del momento se a apoderado de él, con cada contacto que provocan sus manos sobre mi piel.