Un chico solitario, incrédulo de lo fantástico, ve su vida tranquila y aislada tras tocada por un encuentro inesperado con lo desconocido.
Ese momento cambiará todo: su corazón, antes apagado, latirá con fuerza, y la soledad que lo envolvía comenzará a desvanecerse poco a poco.
Ahora deberá enfrentarse a una decisión que definirá su destino:
¿Elegirá la luz o se rendirá ante la oscuridad?
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Yo seré tu fuerza
28/01/2019
Terminamos de desayunar, y, en ese momento, tomé la decisión de faltar a clases. Nos sentamos en el sofá, pero algo en el aire había cambiado. Ella me miró, y en su mirada había algo más, una intensidad silenciosa que me decía que ya no podía seguir mintiéndome. Como si hubiera algo que no estaba dispuesto a enfrentar.
Elizabeth: (suspira profundamente, su voz baja un tono) Verás, Losert, mi padre me enseñó la jerarquía de los vampiros. En lo más alto está el primer vampiro de la historia, el Rey de las Sombras. Después están sus descendientes directos, los más poderosos: los Condados, los Varones... y por debajo de ellos, los Duques y los De Alto Rango. Los de Bajo Rango ocupan el siguiente peldaño, y al final, los Híbridos, como tú.... Lo que determina tu lugar no es solo la cantidad de sangre que has bebido, sino de qué criaturas proviene. Humanos especiales, otras razas, incluso entre los mismos vampiros.
Losert: (confuso, su voz algo tensa) ¿Y tú, en qué lugar estás?
Elizabeth: (su mirada se oscurece por un momento) Soy de bajo rango. Solo bebo lo suficiente para sobrevivir bajo la luz. Pero los vampiros antiguos... ellos son más fríos, más egoístas. Mi padre siempre decía que buscan poder a cualquier precio, que no dudan en quitar vidas para conseguirlo.
Losert: (su tono se vuelve sombrío) Suena peligroso.
Elizabeth: (con un tono más calculador) Si quiero ascender, necesitaré beber un litro de sangre diaria... al menos durante dos semanas. Solo así podré alcanzar un rango alto, uno respetado. Un rango que me dé poder.
Losert: (la mira, comprendiendo el peso de sus palabras) ¿Por eso no querías decírmelo?
Elizabeth: (sus ojos destilan una mezcla de rabia y frustración) En parte, sí. Y también porque no quiero convertirme en lo que ellos son. Los vampiros se dividieron en dos bandos cuando el Rey murió. Los que ansían poder... y los que solo buscan ser libres bajo el sol, como yo.
Losert: (su voz se endurece) Escucha, estoy dispuesto a darte mi sangre. Si eso puede ayudarte, lo haré. (su puño se aprieta, su frustración evidente) Me frustra no tener la fuerza suficiente para protegerte.
Elizabeth: (una sonrisa oscura se dibuja en sus labios, su tono es suave pero cargado de poder) Entonces... yo seré tu fuerza.
Me arrodillé frente a ella y, sin decir una
palabra, descubrí mi cuello. Ella
reaccionó con una ligera pausa antes
de acercarse sutilmente. Sin prisa, sus
labios rOzaron mi piel, y al morder,
comenzó a beber.
No pasaron ni tres minutos, pero al
terminar, una sensación de
agotamiento me invadió. Estaba
mareado, como si la energía me hubiera
sido arrancada por completo.
Elizabeth: (preocupada, acercándose rápidamente) ¿Estás bien, Losert?
Losert: (se sienta en el sillón, claramente agotado) Sí, solo un poco cansado.
Elizabeth: (con tono de reproche, algo enojada) Por eso no quería decirte nada...
Losert: (cambia de tema, intentando suavizar la situación) Olvídalo. Escucha, Eli, creo que lo mejor sería que canceles la renta de tu departamento y te quedes aquí conmigo.
Elizabeth: (sorprendida, casi sin creerlo) ¿Ah? ¿Por qué?
Losert: (la mira con naturalidad, como si fuera lo más lógico del mundo) Pues para que puedas beber cuando lo necesites y no tengas que estar sola.
Elizabeth: (nerviosa, pensativa) No sé... tengo que hablarlo con mis padres y pensarlo bien.
Losert: (con una sonrisa suave, confiado) Para evitar malos entendidos, te cobraré solo la mitad de lo que pagabas de renta. (con tono seguro) Así, tus padres no te harán tantas preguntas.
Elizabeth: (relajada, un poco más tranquila) ¿Y los tuyos?
Losert: (con una ligera risa, como si no fuera un problema) No lo sabrán. Ellos están ocupados con su trabajo.
Elizabeth: (admitiendo el riesgo con una sonrisa, más tranquila) Está bien. Solo iré por mi ropa y regreso.
Losert: (intenta levantarse, pero se queda sentado con una sonrisa débil) Aún no me siento del todo bien... Solo ten cuidado, y si la ves, por favor corre, no la enfrentes.
Elizabeth: (sonríe con ternura y un toque de alivio) Está bien, regreso pronto.
Losert: (con una sonrisa más amplia, más alegre) Perfecto. Prepararé la habitación para que te sientas cómoda cuando regreses.
Cuando recuperé algo de fuerza, decidí limpiar el cuarto de mis padres y guardar todas sus cosas en el ático.
El polvo acumulado cubría cada rincón, y mientras ordenaba y guardaba fotografías, mi mente comenzó a divagar.
(Ellos nunca se preocuparon por mis emociones; siempre quisieron buenos resultados. Pero no estoy molesto... al menos, no del todo. Solo un poco abandonado. Aunque desde que conocí a Elizabeth, todo cambió por completo. Mi vida dio un giro de 360 grados: ahora soy su familiar, y no solo sé que los vampiros existen, sino también los lobos. Aunque, de ellos, no sé mucho todavía.)
Esos pensamientos me acompañaron mientras trabajaba, y cuando mi mente por fin encontró un poco de orden, me di cuenta de que la habitación estaba completamente limpia.
Bajé a la sala y me dejé caer en el sofá. El cansancio me pesaba, pero no tanto como el tiempo, que parecía detenerse mientras veía las horas pasar. Eran las tres de la tarde cuando finalmente el reloj dejó de ser mi único compañero.
Elizabeth llegó una hora después. Pero su expresión lo decía todo: algo no estaba bien.
Losert: (La mira con cierta duda en su voz) ¿Qué sucede, Eli?
Elizabeth: (Ruborizada) Hay un pequeño problema... (Evita mi mirada). Hablé con mis padres y... y... (Titubea, sin atreverse a decirlo).
Losert: (Con curiosidad creciente) ¿Y...? ¿Qué pasó? ¿Algo grave?
Elizabeth: (Juega nerviosamente con sus manos) Vendrán el sábado... (Inclina la cabeza, apenada). Perdóname, quise evitarlo, pero insistieron. Quieren conocerte como mi... familiar.
Losert: (Relajado y con una sonrisa tranquila) ¿Eso era todo? Está bien, no hay problema.
Elizabeth: (Sorprendida) Pensé que estarías más nervioso...
Losert: (Algo confundido) ¿Nervioso por qué? Es una buena oportunidad para advertirles sobre Elena.
Elizabeth: (Evita insistir, aunque parece no estar del todo convencida) Supongo que tienes razón...
Losert: (Toma su maleta con naturalidad) Bien, vamos a tu habitación. (Mientras suben las escaleras, pregunta) Por cierto, ¿cuánto pagabas de renta?
Elizabeth: Ah... Bueno, no soy yo quien paga, son mis padres.
Losert: ¿Les dijiste que solo cobraré la mitad?
Elizabeth: Sí.
Losert: Perfecto. (Llegan a la puerta de la habitación; la abre y la deja pasar). Siéntete como en casa. Tómate tu tiempo para instalarte. Yo iré a buscar algunas cosas para la comida.
Elizabeth: (Lo mira con gratitud, esbozando una sonrisa sincera) Claro, muchas gracias, Lost.
Losert: (Al verla, siente una inexplicable tranquilidad, como si todo tuviera sentido por un momento) Bueno, debo irme.
Continuará...