A 10 Pasos De Tu Puerta

Lucy tuvo que irse antes de lo previsto. La luz del edificio al parecer se había cortado inesperadamente y no sabrían si la repararían pronto. De cualquier forma, las cosas entre nosotros se habían tensado gracias a la impertinente de Jodie. Todo la tarde estuve tratando de inferir por qué había tenido el impulso de decir lo que dijo. Las cosas se iban a poner mucho peor entre nosotros si continuaba teniendo esa actitud, estaba provocando que terminará por decidir no volver a dirigirle la palabra para cerrar todo de una vez.

Revisé la batería de mi computadora, estaba demasiada baja para servirme de algo, y mi teléfono pronto acabaría por el mismo camino. La cerré y me fui hasta mi habitación sin tener más opciones. No podía dormir ahora, no con tantas ideas en mi cabeza. Apenas eran las nueve de la noche e intentarlo solo iba a lograr que me angustiara, igualmente me lancé a la cama para descansar bajo la sábana, escuchando mis propias ideas en contraste con el silencio que abundaba.

Estudié con detenimiento lo que Jodie dijo sobre Lucy, la verdad era que yo no tenía idea si ella sentía o no, algo por mí. Había descartado esa declaración automáticamente porque sabía que solo sentía celos, sentí que no tenían fundamentos. Lo que sí sabía era que los sentimientos que Jodie estaba desarrollando me estaban conflictuando, independientemente de que yo sintiera lo mismo, Jodie estaba siendo un problema para mí y su insistencia con el tema me estaba agotando.

Mi cabeza divagaba al respecto mientras ignoraba que mi cuerpo sentía el frío de la noche, mis manos estaban heladas también, pero no estaba seguro de que fuera por el mismo ambiente o por mis emociones. En general, sentía mi piel helada, y no me percaté de ello realmente. No me percaté sino hasta que sentí el calor de su mano en mi abdomen, bajando por mi cuerpo. Un estremecimiento fue por mi espalda.

Estaba loca. No puedo ni describir cómo me sobresalté al sentirla, estaba estático y permanecí así, sorprendido y aturdido por la inesperada acción. No sabía cómo reaccionar.

—¿Sabes qué? —preguntó ella, jugando con el tacto—. Ya me estoy hartando de todo esto.

Mi respiración se detuvo y corazón empezó a agitarse, desbocado, cuando sentí la fricción de su mano sobre la ropa. Luego, percibí su cálido aliento sobre mi rostro que me provocó un cosquilleo e hizo que mis emociones se acrecentaran mientras miraba el vacío de la oscuridad, su boca estaba demasiado cerca de mí y yo no fui capaz de apartarla. Mi lengua se humedeció nerviosa como si la situación fuera irremediable, me hacía sentir extraño, como si estuviera atrapado en un sueño confuso y emocional. Podría jurar que tenía la piel erizada por la electricidad que me recorría hasta el cabello.

—¿Qué estás haciendo? —mi voz sonó desastrosamente débil, dando un efecto que no quería. No le importó mi pregunta, no la respondió, en su lugar metió su mano sin permiso y pude sentir directamente el contacto con su piel. Me estremecí, y ella pudo notar eso. No sabía si quería que siguiera o debía ponerle fin—. Jodie, no me hagas esto de nuevo.

—¿Por qué no?

La presión que sentía llegó a su punto máximo cuando tuve sus labios cerca. No me besó, solamente estaba buscando incitarme con su roce. Temblé de frustración, no necesité frenarla porque fui yo quien buscó sus labios entre los míos con desesperación, cuando los tomé fui ocasionando que aumentara los movimientos de su mano bajo mi pantalón, me tenía totalmente en su poder y lo odiaba, pero tampoco haría nada al respecto. Únicamente me aparte de ella para suplicarle.

—Por favor… no pares.

—Escúchame una cosa —dijo con firmeza sin dejar de masajear, cada toque era un latigazo que me envolvía. Mi respiración se entrecortaba a diferencia de la de ella, que tenía el control sobre mi cuerpo—. Es la última vez que quiero ver a Lucy en esta casa, ¿sí? —apretó sus agarres, aumentando la velocidad, me estaba martirizando.

No podía ni formular bien la idea que ella había expresado, en mi cabeza, estaba ocupado pensando en otra cosa, en todo lo que podía enfocarse mi mente era en su mano alrededor de mí. Luché contra eso, no quería que me manipulara de esa forma sabiendo que me tenía vulnerado.

—No… Lucy es un amiga… no puedo.

—¿No puedes? —fingió inocencia en su voz, acercándose a mi oreja.

Me estaba desbaratando, y me descalabraba demasiado admitir que sabía cómo inmiscuirse en mi cabeza para maniobrar mi mente. Mi protesta estaba disminuyendo.

—No… no es tan fácil.

El ritmo de sus caricias cambiaron de dirección, no eran tan rápidas, pero era peor, estaba haciendo que abandonara mi razón.

—¿Seguro? —habló, aún sobre mi oído.

Cerré los ojos ante el terrible efecto. No debería. Ya no intenté hablar, mi voz saldría temblorosa de intentarlo. El beso suave que me dio me desmoronó todavía más, fue mi ruina. Para nada me resistí, no tenía intenciones de hacerlo, además todo lo que ella hacía conmigo volvía más difícil controlar mi deseo creciente.

El dulce contacto con su lengua finalmente hizo que tuviera una respuesta instantánea y que terminara por ceder a su tentación. Estaba abrumado con todo, débil, era bastante intenso.

—Te lo voy a repetir —dijo.

—Sí… sí, lo que quieras —respondí sin dudarlo.

—¿Estás seguro? —le escuché reír sutilmente.

Las palabras brotaron de mi garganta como una confesión desesperada, admitiendo que ya no tenía control sobre mis propios deseos.

—Sí, por favor, lo que sea.

Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de aplazar lo que estaba sintiendo en ese instante. A pesar de saber que me odiaría por ello después.

—Bien. Pero si la vuelvo a ver aquí, te prometo que no me vuelves a ver, Kay.

Y mi deseo de estar con ella en ese momento fue más fuerte que cualquier cosa que pudiera experimentar Lucy. ¿Cómo iba a negarme a eso si Jodie me estaba dopando con el placer? Volvería a drogarme con su tacto cuantas veces se me presentaran.

—No lo haré. Te lo juro —dije con los ojos cerrados—. No entrará aquí nuevamente.

—¿Me lo prometes?

Su mano fue hasta la parte más sensible, haciendo que se me escapara un gemido.

—Sí, te lo juro. Haré cualquier cosa para que no te vayas.

Me rendí completamente y rompí la última barrera de renuencia que había en mí y la atraje hacia mí para seguir besándola. Quitó su mano para poner su peso contra el mío sin detenerse. Mi urgencia de tomar su cuerpo se elevó a niveles insoportables. Aumentó el empuje contra mi entrepierna pidiéndome que me quedara con ella y yo no hice más que aceptar. Mi cuerpo había subido su temperatura.

—Perdón por haber dicho eso hoy, no pensé que te enojarías con eso —dijo.

Y yo solo pensé en cómo quería que se callara y me dejara sentirla, me esforcé para responder su pregunta.

—No quise hacerlo… n-no quería, pero estaba frustrado —contesté entre suspiros—. Pero está bien —dije mientras cogía su cuerpo con mis manos— perdóname por haberme… —me detuve para recuperar el aliento— solo me tomó por sorpresa —de repente hizo algo con su mano y al siguiente segundo ya estaba dentro de ella—. Dios… te sientes tan bien.

Se movía despacio para permitirse seguir hablando.

—Ya no te irrites más conmigo, Kay.

El efecto de ella moviéndose sobre mí hicieron que todo el enojo anterior se me olvidara enseguida. Mis dedos se aferraron con fuerza a su piel, guiándola en mi interior con firmeza. Asentía aunque no me estuviera viendo.

—Sí, sí. No… no me irritara más contigo, sólo sigue haciendo lo que estás haciendo.

Se acercó para besarme. La combinación de ambas cosas rompieron mi cabeza y me estaba encantando. Sus gemidos ahogados llenaban el aire.

—Perdón —repitió.

—No te preocupes por eso —dije—. Pero no te detengas —mantuve mi concentración en ella y la lancé a un lado de la cama para quedar arriba—. No puedo más.