Cruel Verdad

Con la partida de Ethan, Alec y Mathew sintieron una calma que no habían experimentado en mucho tiempo. La amenaza persistente que había acechado su relación finalmente parecía haberse desvanecido, dejando tras de sí un espacio para sanar y construir. Los días que siguieron estuvieron llenos de momentos simples, donde cada mirada y cada palabra reafirmaban la conexión que habían logrado proteger y fortalecer.

Una tarde, mientras caminaban juntos por el parque, Alec se detuvo de repente, observando a Mathew con una intensidad que casi lo hizo sonrojar.

“¿Qué sucede?” preguntó Mathew, intentando ocultar la calidez que subía a sus mejillas.

Alec sonrió suavemente, como si algo en él se hubiera transformado. “Estaba pensando en cómo, por primera vez en mucho tiempo, siento que tengo el control de mi vida. Y mucho de eso es gracias a ti, Mathew.”

Mathew bajó la vista, conmovido por las palabras de Alec. Habían pasado por tanto juntos, enfrentado sombras y vencido miedos, y ahora, en ese momento de tranquilidad, se dio cuenta de cuánto habían crecido, no solo como pareja, sino como individuos.

“Quiero hacer algo que represente un nuevo comienzo,” continuó Alec, mirando a Mathew con una mezcla de emoción y nerviosismo. “He pensado en viajar, en tomarme un tiempo para redescubrirme y dejar atrás lo que ya no me define. Y quiero que vengas conmigo.”

La propuesta sorprendió a Mathew, pero también despertó una chispa de entusiasmo que no había sentido en mucho tiempo. Viajar, alejarse de todo y comenzar una nueva aventura junto a Alec sonaba como una oportunidad de vivir plenamente, de explorar no solo el mundo, sino también su relación y su propia identidad.

“¿A dónde iríamos?” preguntó Mathew, sin poder contener una sonrisa.

Alec se encogió de hombros, divertido. “A donde nos lleve el viento. Europa, Asia, América Latina… no importa el destino, mientras lo hagamos juntos.”

Mathew asintió, sintiendo cómo la idea comenzaba a crecer en su corazón. El viaje representaba un acto de fe, una declaración de su compromiso con Alec y con la vida que estaban construyendo juntos. Sabía que no sería fácil, que habría momentos de incertidumbre, pero también sabía que estaban listos para enfrentar cualquier desafío.

Esa noche, mientras se preparaban para dormir, Alec y Mathew comenzaron a hacer planes para el viaje. Hablaron de ciudades que querían visitar, de experiencias que querían vivir, y de cómo sería estar lejos de todo lo que conocían. La emoción llenaba cada rincón del apartamento, y por primera vez, sentían que el pasado había quedado atrás, que los fantasmas que los perseguían ya no tenían lugar en su presente.

Unas semanas después, con las maletas listas y los boletos en la mano, se dirigieron al aeropuerto. Lisa, quien se había convertido en una amiga invaluable para ambos, estaba allí para despedirlos.

“No puedo creer que realmente lo estén haciendo,” dijo Lisa, abrazando primero a Mathew y luego a Alec. “Les deseo lo mejor en este viaje. Se lo merecen.”

Alec sonrió, agradecido por el apoyo incondicional de Lisa. “Gracias, Lisa. No podríamos haber llegado aquí sin ti.”

“Solo asegúrense de enviarme muchas fotos,” respondió ella con una sonrisa traviesa. “Quiero ver cada rincón del mundo que conquisten juntos.”

Con una última mirada de despedida, Alec y Mathew se dirigieron a la sala de embarque, tomados de la mano, sintiendo cómo cada paso los acercaba a una nueva etapa en sus vidas.

Mientras el avión despegaba, Mathew miró por la ventana, observando cómo la ciudad se convertía en un conjunto de luces diminutas, y una sensación de libertad se instalaba en su pecho. El pasado que tanto los había atormentado parecía ahora una historia lejana, un capítulo cerrado que les había enseñado lecciones valiosas, pero que ya no tenía poder sobre ellos.

Alec se inclinó hacia él, apoyando su cabeza en su hombro. “¿Estás listo para esta aventura?”

Mathew sonrió, acariciando la mano de Alec con ternura. “Contigo, siempre.”

Con esa promesa silenciosa, ambos cerraron los ojos, dejándose llevar por la emoción de lo desconocido. No sabían qué encontrarían en el camino, ni cuánto tiempo duraría su viaje, pero estaban seguros de una cosa: el amor que los unía era su brújula, y mientras siguieran juntos, podrían enfrentar cualquier horizonte.

La vida que los esperaba estaba llena de posibilidades, y aunque el futuro era incierto, la certeza de tenerse el uno al otro era todo lo que necesitaban.