Su nombre es Mia Velasquez, ella justo a dos amigas había habían viajado a una hermosa isla en el mediterráneo remota, con una cultura impresionante aunque desconocida para muchos, lo más atractivo de ese lugar es que aún existía la monarquía.
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Capítulo 15.
Dominic le apareció buen hombre y sobretodo gracioso, estuvo hablando con la pareja durante un rato, mientras bebían de su champán. A pesar de todo Mia se esta divirtiendo, quizás no debería hacerlo Sebastián prácticamente la había arrastrado hasta Bruselas, ni siquiera sabía para que la trajo, pero estaba equivocado si creía que terminaría juntos en la cama, aun tenía muchas cosas que resolver, primero Mia tenía que terminar con Frank y Sebastián con Helen, aunque esta casi segura que la relación de los príncipes no iba a hacer tan fácil de romper, implicaba muchos problemas para el reino de la familia Sessa, además su pequeña hija quedaría atrapada en todo este enredo por su culpa y quería evitar todo ese drama a toda costa.
— Permiso, amigo. Llevaré a esta hermosa doncella a la pista de baile— La tomo de la mano, fueron hacía donde la orquesta tocaba música clásica dejando a Dominic seguir con la charla con otros amigos.
— No tengo idea de como se baila esto. — Dice apenada.
— Solo dejate llevar...—Coloca las manos de Mia en sus hombros y él sus manos en su cintura, comenzaron a bailar al compás de la música— Tan hermosa como la primera vez que te vi. Me llamaste la atención desde que entraste a la disco.
— ¿En serio?— Sonrió feliz, no pudo evitarlo, estar con él hacia que sus sentimientos crecieran mucho más cada vez que pasaban más tiempo juntos.
— Si, me gustaste enseguida. Tus ojos, tu cuerpo— Echo una mirada rápida en el escote de Mia, lo cual la sonrojo y se rió— Tus sensuales labios que ansió tanto besar y...
— Sebastián, para por favor. No es el lugar adecuado para que me digas estas cosas.— Dice sonrojada, sentía un poco de vergüenza que alguien los escuchará y las cosas se pusieran peor.
— Podemos irnos aun lugar más privados tú y yo, sabes que quiero estar contigo, esa vez me sentí enojado porque te fuiste y yo quería...
— Basta, no sigas con eso.— Tratando de alejarse, pero él más la apretaba a su cuerpo.
— Tengo que decírtelo, no sabes las cosas que hice por ti para conseguirte esa noche y pagarle a tus amigos— Se quedo en silencio, había dicho algo que no debía, realmente la había cagado.
— ¿Qué dijiste?— Sorprendida, se separo de un solo jalón de sus brazos— ¿Le pagaste a mis amigos? ¿Por eso se fueron de la disco sin mi?— Enojada, trato sacarse desesperadamente de sus brazos, no podía creer que las personas que pensaban eran sus amigos le habían hecho algo tan horrible, como abandonarla con un completo extraño— ¿Lo hiciste?
— Baja la voz, Mia. Déjame explicarte—. Tratando de agarrar su mano pero ella salió corriendo de la pista de baile mientras otros curiosos miraban extrañados. Sebastián fue tras ella hasta que la alcanzo— ¿Me escucharás?
— No, quiero escucharte— Reprimiendo las lágrimas— No puedo creer que Dora y Claudia hayan aceptado dinero, para que tu pudieras seducirme- Rió con amargura— ¿También planificaste que te golpearan esos tipos? ¿Dime?
— No claro que no, no me esperaba eso. Lo juro, tus amigas no sabían del pago, yo hable fue con Johnny, mi guardaespaldas Román le pago para que le dijera a los demás para irse a otro sitio.
— Eres increíble Sebastián, un imbécil. Lo hiciste nada para seducirme pero como yo no resulte una mujer fácil para ti, les pagaste a mis amigos. Querías solo acostarte conmigo—Mirándolo dolida.
— No es así, Mia. Yo en realidad...
— Ya cállate no quiero escucharte—. Unas personas entraban al salón, Mia tomo esa distracción para correr pero se tropezó y se quedo sin un tacón. Pero así mismo salió de aquella mansión.
Sebastián quiso tras ella de nuevo se sentía culpable pero Dominic lo freno.
— ¿A dónde vas? William quiere hablar contigo sobre unos barcos que le gusto en el catálogo.
— Ahora no, Dominic—.Se agacho y recogió el tacón del suelo.
Dominic al ver el zapato no pudo evitar reírse divertido.
— Amigo ¿Se te perdió cenicienta?— Colocando la mano en el hombro de su amigo.
— Si, algo así— Haciendo una mueca, estaba enojado consigo mismo— Debo ir a buscarla.
— Claro anda, después me explicas que te traes con "Tu Cenicienta" pero correr ya el reloj va a marcar las doce. No querrás que se convierta en un bello cisne.
Sebastián se volteo a mirarlo frunciendo el ceño pero de igual manera soltó una carcajada.
— Creo que te equivocaste de cuento de hadas. En fin, adiós. Luego hablamos— Salió de la mansión.
Mia se detuvo en unas de los escalones de la mansión se dio cuenta que estaba en los jardines, todo estaba oscuro excepto que la luna iluminaba la fuente. No se escuchaba la música ni las voces de los invitados, decidió sentarse en el escalón, miro su pie, que le dolía porque se lo torció.
— Bonita hora de perder un zapato— Aún estaba enojada y con los ojos llenos de lágrimas— Sebastián, te odio. Que idiota soy por haberme enamorado de ti— Las lágrimas corrían por su mejilla pero se los limpiaba con rabia.
— ¿Ha perdido usted su zapato, bella doncella?— Esa voz la erizo el cuerpo, Sebastián se puso enfrente de ella, se veía tranquilo pero a la vez con una seriedad en su rostro.
— Si puedes devolvérmelo— Sin querer mirarlo, porque si lo hacia seguramente terminaría golpeándolo.— Luego que me lo entregues puedes largarte a la mierda.
— No, antes quiero saber si tú eres mi cenicienta.
— Que ridículo, dame mi zapato de una vez— Molesta casi gruñendo enfocando por fin sus ojos marrones en los ojos grises de Sebastián.
— Vamos, ya estamos aquí dejémonos llevar por el momento— Sonrió.— Así puedes perdonarme por ser un idiota contigo.
— Si realmente eres un idiota, uno de los más grandes idiotas. Esto es bien extraño— Al ver que Sebastián seguía en su papel de príncipe azul con su zapato en la mano.
— Si pero me parece divertido— Se aclaro la garganta— Soy el príncipe Sebastián Sessa, acabo de perder a mi bella cenicienta, lo único que me ha quedado ha sido su zapato, usted doncella podía hacerme el honor de colocarse este zapato de cristal (aunque no lo era), para ver si usted es la mujer que busco.
Mia hizo un esfuerzo sobre humano para no echarse a reír, solo le salió una sonrisa.
— Claro que si, príncipe Sebastián— Alargo la pierna hacia a él mientras le colocaba el zapato.
— Wow le queda perfecto, eso quiere decir que tu eres mi bella y dulce cenicienta—.La ayudo a ponerse de pie para besarla con tanto amor y ternura, como si sus labios fuesen hecho uno para el otro— Te amo...—Le susurro contra sus labios, luego volvió a besarla pero Mia estaba en estado de shock le había dicho "¿Te amo?"
— ¿Qué dijiste?— Cuando se separaron lentamente, ella abrió los ojos, miro a Sebastián sus ojos grises claros brillaban mas que antes— Creo que no entendí muy bien.
— Que te amo Mia— Con una sonrisa tierna—.Esa es la verdad
— ¿Me amas?— Aún sin creerlo, la amaba. Le acaba de confesar aquellas dos palabras que deseaba escuchar ansiosamente— No se si creerte, después de que...
— Lo que hice fue porque me gustaste demasiado cuando te vi, quise conocerte mejor. Mis intenciones nunca fueron acostarme conmigo no soy así pero el deseo que sentía por ti era muy fuerte y pasó lo que pasó en el motel. Me sentí muy mal cuando supe que te fuiste. Pase todos esos meses pensando en ti, tratando de buscarte por todos lados, cuando te volví a ver mis esperanzas volvieron, supe que estaba locamente enamorado de ti y luego que teníamos una hija juntos, fue la noticia más maravillosa de mi vida y que tengo una hija con la mujer que realmente amo ¿Me crees ahora? - Mirándola intensamente, mientras lleva sus manos a sus labios, dejándole un beso en cada una de ellas.
Mia asomo una sonrisa pero era de alegría y felicidad. Estaba pensando que decir, el corazón le aceleró en su pecho. Las piernas le temblaban, aquello es demasiado para la joven.
— Si, claro que te creo.— Fue lo que dijo, antes de darle un beso en los labios, Sebastián sonrió encantado— Yo también te amo y muchísimo.
— ¿De verdad?— Sonriendo, Mia asintió sin perder la sonrisa de felicidad— Admito que es la primera vez que me enamoró, siempre pensé que el amor era para los idiotas, pero me equivoque no hay nada más hermoso que estar enamorado, como lo estoy yo de ti. Debí decírtelo antes pero no quería aflorar mis sentimientos— Le beso la punta de la nariz— Pero ahora estamos aquí declarando nuestro amor.
— Dios, deja de hablar de así, tan poético— rio a carcajadas.— Que romántico, todo esto. De verdad que estamos viviendo como un cuento de hadas— Colocando sus manos alrededor de su cuello para besarlo con ternura— Te amo, te amo Príncipe Sebastián.
— Me encanta escuchar decirme que me amas— Respondiéndole el beso con tanto amor posible— Mejor vámonos, de verdad no aguanto estar más aquí. No puedo hacerte mía de nuevo en las escaleras del jardín de los Reyes de Bruselas.
Los dos rieron, abrazándose en medio de aquel lugar tan frío pero a la vez tan cálido al mantenerse juntos, Mia esta tan feliz de que Sebastián haya dicho que la ama que de verdad quería estar con ella sin importar nada.
— Si vámonos enseguida— Salieron por la parte de atrás agarrados de mano.
Entraron a la limosina, en cuestión de minutos llegaron al hotel en todo el camino no dejaron de abrazarse y besarse quizás para recuperar todo ese tiempo perdido. Nadie había notado que los enamorados habían salido a escondidas, si alguien preguntaba estaba seguro que Dominic inventaría algo para salvar a su amigo.
Cuando entraron a la suite, cerraron la puerta, él la beso de nuevo, la tomo en sus brazos para llevarla la hasta la habitación.
— Llevo mucho tiempo esperando este momento, no puedo esperar mas— Ella se sienta encima de la cama esperando a que él se una, quería sentir el calor de su cuerpo y sentir otra vez todas aquellas sensaciones de su primera vez juntos — Te quiero solo para mi Mia, te adoro— Se acostó encima de ella besándola en el rostro, la boca, en el cuello, en todos lados mientras se desvestían con desespero como si temían que en cualquier momento iban a despertar de ese sueño.
— Te amo— Dijo Mia en medio de gemidos mientras sus manos acariciando la espalda desnuda de Sebastián.
Mientras disfrutaba de las caricias que él le brindaba y sus besos, sus palabras al oído del amor que sentía por ella, el calor y la pasión envolvieron la habitación, se amaron como nunca. Había superado la primera vez que estuvieron juntos, fue una manera tierna, que Mia sintió que los ojos se llenaban de lágrimas, Siguió aferrándose a él con fuerza, disfrutando del deseo y sobretodo de que están enamorados lo hacía mucho más especial, Sebastián no se detuvo balanceando su cuerpo, hundiéndose en el interior de Mia resbaladizo, tan delicioso, lo apretaba de forma increíble, creía que no iba a durar mucho, se movió más agarrándola de sus piernas colocándolas encima de sus hombros haciendo la penetración más profunda, Mia no podía contener los gritos y gemidos, solo esperaba que su hija ni la niñera los escuchará.
Estuvieron así por unas horas haciendo el amor varias veces, hasta que cayeron rendidos sobre la cama, aun manteniéndose juntos sin dejar de besarse y sonreírse como idiotas enamorados.
— Peso mucho ¿cierto?— Con una sonrisa de satisfacción.
— No para nada quiero que te quedes así, esto ha sido hermoso- Mientras Sebastián la abrazaba hacía a él, quedado Mia con la cabeza en su pecho, sus piernas entrelazadas.
— Si, ha sido especial. Mi amor.
"Es la segunda que lo dice" sonrió se dijo así misma feliz, cerró los ojos para nunca olvidarse de ese momento.