Kallias ha vivido creyendo en la promesa de un amor eterno con su alfa destinado. Sin embargo, su mundo se desmorona cuando descubre que su alfa ha sido infiel durante mucho tiempo. Su compañero de alma, también herido por la situación, se encuentra atrapado en el mismo sufrimiento.
En medio de esta crisis, el alfa sufre un accidente y entra en coma, lo que lleva a Kallias a una encrucijada. Decidido a no seguir atado a un lazo roto, toma la difícil decisión de romper el vínculo que los une. Con el corazón destrozado, se embarca en un viaje en busca de sanación y autodescubrimiento. En su travesía, buscará conocer el amor propio, la confianza y la fortaleza.
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Capitulo 15: Desecho
Kallias ya no pudo aguantar más en esa habitación. Sentía que el aire la faltaba y su vista se apagaba. No le gustaba la sensación, ese sentimiento, no le gustaba sentir.
Pero, sentir o no sentir ¿Es opcional? Para su gran lamento. No. No es una opción. Él había intentado suprimir sus sentimientos, había decidido ignorarlos y mirar a otro lugar, pero no podía, no con la esencia de su Alfa latente en el aire. No le hacía bien, ni a él, ni a su lobo y mucho menos a su cordura. Sentirlo a su alrededor hacía estragos con su corazón. Latía en un ritmo moribundo, le dolía y envenenaba su alma. Ese dolor, pero, ¿Qué es el dolor? Es como una espina, como una rosa, es hermosa, atrayente, en tus acciones está el si te acercas o no, y, si por alguna estúpida razón lo haces, pinchas tu dedo, la sangre brota y, oh, allí está él. El dolor.
En esos momentos él estaba sintiendo ese pinchazo, la sangre se estaba desbordando, se mezclaba con el color carmín de los pétalos de la rosa. Pero no sabía cómo dejarlo, no sabía cómo soltarlo, se había arraigado muy profundo en él, a tal punto que solo tocarlo genera más dolor. Porque todo era dolor, estaba en todas partes. Todo dolor.
Más adelante, ese mismo día, caminando por los pasillos de la empresa, ya no podía pensar con claridad, necesitaba, debía hacer algo. Buscar algo. Pero no sabía qué.
Ignoró al resto del mundo y se concentró en calmarse. Con un par de inhalaciones logró estabilizarse y empezó a caminar con naturalidad. Sin darse cuenta ya había llegado hasta el estacionamiento. Le pareció raro en él su estado actual, ¿Qué me está pasando?
Sabía, de antemano, que no habría respuesta, por lo que simplemente se limitó a suspirar y subir a su auto. No tenía rumbo fijo. Tal vez solo daría un paseo por la ciudad-manada y volvería a la empresa, si no era muy tarde, luego, o tal vez simplemente a su casa. Eso era lo que tenía en mente.
Pero nunca se imaginó terminar en un parque. Aunque si lo pensaba bien es un buen escenario, la tranquilidad que desprendía todo a su alrededor era simplemente mágica, estar rodeado de vegetación siempre había sido normal en su vida, después de todo, no importaba en qué ciudad estés, en ese país a cualquier rincón a donde apunten tus ojos encontrarás naturaleza. La vida se reflejaba en lo verde de su vegetación. Esta resplandecía y te llenaba de una sorprendente paz.
Sin ningún miramiento, simplemente dejó su auto en el estacionamiento, le puso seguro y ahora se encontraba caminando, adentrándose en el verdor del bosque. Ya había dejado el parque atrás, ahora solamente veía árboles y piedras, el contraste entre el marrón y verde lo tenía cautivado, Creo que estar rodeado del ambiente pesado de la ciudad-manada me tiene mal. ¿Cómo es que no había notado lo hermoso de la vegetación?
Seguía caminando y caminando sin importarle cuál profundo u perdido se encontraba. Luego solamente suspiró y dejó caer en el tronco de un árbol, de tal manera que quedaba sentado en una raíz y a su espalda dicho tronco.
— ¿Necesitaba esto he? — Le preguntó a la nada — ¿A caso hay alguien allí? – Rio — Por supuesto que no. Estoy en un bosque, si sigo hablando probablemente llamaré la atención de algún depredador — Divagaba perdido en sus pensamientos.
Se encogió de hombros.
— Que pase lo que tenga que pasar, ¿no? Siempre ha sido así — Y luego se dejó ir. Recostó su cabeza al cuerpo del árbol y divisó un cielo verde y a varias ardillas corretear contentas.
Suspiró. Sus ojos se entrecerraron.
— Que pase lo que tenga que pasar — Antes de caer dormido.
.....
La noche cayó y con ella la oscuridad hizo aparición. Cuando el Omega despertó se encontró bajo una sábana de negrura. De no ser por la luz de la luna, no podría diferenciar sus manos en la oscuridad.
— Tal vez no fue buena idea — Con esas palabras se puso en pie — Que pase lo que tenga que pasar — Y se puso en marcha.
Por el camino se encontró de frente con varios árboles, juraría ya no sentir su nariz, lo positivo era que no sangraba. También se tropezó muchas veces, cayó al suelo unas cuantas y otras solamente se dejó ir. Estaba seguro de que su ropa debía estar hecha una mierda. Pero no le importó.
Por enésima vez cayó al suelo. Por esta vez sí logró rasparse la rodilla.
— Putos — Vociferó cuando llegó el ardor — Estúpido bosque del demonio ¿Por qué tienes que ser tan bonito? —
Con un gruñido se puso en pie nuevamente y siguió caminando. Casi lloró al divisar las luces en la lejanía.
— Al fin — Esta vez no se limitó y solamente salió corriendo. Por su suerte no cayó, así logró llegar a su auto, dentro se encontró su celular.
8:35 PM, se marcaba en la pantalla, junto con unas milésimas de llamadas de su papá, mamá y Jimmy, solo una de Sebastiano.
— Lo que me faltaba – Refutó.
Desbloqueó la pantalla y fue directamente a los contactos. Se shoqueó al ver al primero de todos.
"Amor❤️"
— Amor — Repitió para sí mismo.
Como si de un interruptor se tratase, las lágrimas cayeron y gritó en frustración.
— TE ODIO — Antes de tirar el aparato y estrellarlo contra el vidrio de la ventana.
Con un sollozo lo siguiente en estrellarse fue su cabeza contra el volante del auto.
— ¿Por qué a mi diosa? — Le preguntó una y otra vez a la nada a la par de cada golpe.
Allí se quedó. Solo y desecho las siguientes dos horas, llorando y preguntándose lo que había intentado evitar hacer desde que se desencadenó el juego del ajedrez. Las piezas seguían cayendo sin miramientos, una por una van quebrándose cuál cristal al resbalar. Solo esperaba que, al momento de que la última pieza cayera, él ya pudiera estar en paz consigo mismo. Porque como la última pieza en caer, él lo hará con ella.
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del papel también está en tu imaginación para poder entender también