¿Qué tiene de malo ser pobre?
Yo solo quería trabajar y llevar una vida en paz lejos de mis hermanos.
Alejandro un CEO egocéntrico que me convierte en su protegida.
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Mi orgullo
~Alejandro~
Esta semana ha sido muy estresante. Le dejé el cuarto a Megan. Por mucho que la ame no puedo tolerar cada berrinche y cada desprecio. Aunque ya sabía que esto iba a pasar. El amor solo es de uno en esta relación, si es a esto se le puede decir relación.
Me acosté en la cama despues que ella me dijera que estaba diferente. Me puse a ver cada una de las fotos que le he tomado durante este tiempo. Es algo ilógico enamorarse así.
Borré cada foto de mi Instagram que tenía de ella. Estaba decidido a romper el contrato y dejarla libre.
~Megan~
Como no podía dormir me puse a jugar en mi celular. Y revisé el Instagram. No había nada que llamara mi atención, siempre era lo mismo. Revisé el perfil de Alejandro y mi corazón se puso chiquito, había borrado todas mis fotos. Realmente está molesto o tal ves ya dejó de sentir ese amor que tanto proclamaba.
Me sentí triste. Estuve un momento indecisa. Fui a su cuarto. Toqué su puerta.
— No me molesten. Pueden retirarse.
Estaba ahí, con mi mano en el aire queriendo tocar otra vez la puerta y decirle que era yo. Pero la voz no salía.
— Señora Verona, ¿le pasa algo? La veo pálida.
— Estoy bien. Gracias. Solo pasaba por el pasillo, ya me voy.
Alejandro escuchó y me abrió la puerta.
— ¿Qué sucede?
— Nada, ya me iba.
—Si fuiste tú la que tocaste la puerta, dime a qué viniste.
— Es una tontería lo que te iba a preguntar acerca de una tarea.
— A está hora de la noche.
— ¿Puedo entrar?
Dejé la puerta abierta y me senté en la cama.
— Di lo que tenga que decir y vete. No estoy de humor para tus malcriadez o tus quejas.
Me puse enfrente de él, agaché la cara y entre lágrimas, que no sé porque salían, pero salían.
— No estés enojado conmigo.
Él me miró.
— ¿Por qué lloras? No eres tú la que quiere que este año pase rápido. Seguro llevas contando los días para que el contrato llegué a si fin. Ya no cuentes más. Mañana mismo anularé el contrato.
— Alejandro.
— No digas mi nombre nunca más. Lo único que he hecho es amarte, tal ves iniciamos mal, pero mis sentimientos por ti es real. Nunca le he rogado a nadie y ya sobrepasé mis límites. Mírame soy Alejandro Verona, el CEO más influyente, más importante del país, sabes cuántas mujeres quieren estar conmigo, ya sea por deseo, por dinero o por amor pero no pueden, ¿por qué? Por qué estoy enamorado perdidamente de una mocosa que no me ama, una mocosa que si está aquí es porque yo la he obligado. Y esa mocosa lo único que quiere es escapar de mi.
— Eres un estúpido.
— No más. Vete.
— Me iré. Pero yo solo quería decirte que ya no estés enojado conmigo— Lo dije llorando.
— Ya lo dijiste, ahora sal. Mañana tú agonía termina.
Caminé hasta la puerta y me detuve.
—Me gustas tonto— Con una voz baja dije.
Abrí la puerta y salí. Alejandro no se movía aún después que le dije que me gustaba, tal ves no escuchó. Detrás de la puerta quedé de pie con las lágrimas que caían al piso. En mi cabeza y en mi corazón me decía, no solo me gustas, también te amo.
Fui al cuarto. Esta vez no tenía ropa que empacar, porque cuando vine no me dio tiempo de nada. Busqué la ropa con la que vine, me la puse. Y salí de la mansión a las 11 de la noche.
~Alejandro~
— Señor, señor Alejandro— dijo una de las empleadas.
— ¿Qué sucede?
— Disculpe que lo moleste. Pero la señora acaba de salir de la mansión. Iba llorando.
— Está mujer— Cerró los ojos— Gracias, ve a dormir.
Salí casi corriendo. Esta mujer no puede quedarse quieta. Tanto no quiere verme. No sé porque voy detras de ella.
Al salir de la mansión con mis guardaespaldas, vi que ella iba caminando lento, un auto negro se detuvo y la subió a la fuerza.
— Sigan el auto. ¿A donde se la llevan? Comencé a correr detrás del auto pero era imposible alcanzarlo. Fui corriendo a buscar mi auto, cuando ya venían mis guardaespaldas en el. Me subí y comenzamos a ir en la dirección que el auto fue. Pero fue imposible.
Me reproché cada palabra que le dije. Lamento no haberla seguido después que me dijo que le gustaba.
Tantos enemigos que uno consigue en el camino, porque antes que todos eran mis negocios y yo nunca perdía. Siendo el hombre más rico del país cualquiera quería una oportunidad para lograr unos millones. Por eso nunca caminaba sin seguridad. Pero ella, fue presa fácil.