El Demonio De Altamar

Luego de lo que quizás fueron horas decidí que era tiempo de afrontar todo aquel mal que yo le había causado, así que primero fui al hotel a bañarme y luego la iría a buscar al consultorio donde sabía que debía estar trabajando a la noche.

De camino a la salida del hotel, me encontré con Luis, sus ojos estaban cansados, aún necesitaba reponer energías de la borrachera de la noche anterior.

¿Lo espero en el restaurante, teniente?- me pregunto antes de que saliera.

No lo sé, quizás llegue un poco tarde. Si quieres descansa y te busco cuando termine- le dije de forma seria.

Suerte- dijo mientras yo seguía camino, sé que él al igual que muchos otros de mis camaradas quieren un futuro diferente al que llevo.

Me dirigí a paso tranquilo hasta el consultorio, debo admitir que jamás estuve tan nervioso de tocar una puerta, pero debo demostrar mis intereses por ella antes de que la pierda completamente. Golpee con cuidado de no excederme y el doctor nuevamente atendió.

¿Qué se le ofrece joven?- me dijo mirándome de arriba a abajo.

¿La señorita Isabella se encuentra?- pregunté de modo serio.

Ella está en la residencia York, cenando. Si quiere esperarla, seguramente en una hora llegue- me dijo calmado.

Bien regresaré más tarde, gracias- dije dándole una reverencia.

Lord Black ¿puedo saber que intereses tiene con ella? No me malinterprete, no me gusta meterme en las vidas ajenas, pero en este caso es imposible que no intervenga, Isabella ya sufrió demasiado como para que la hagan sufrir nuevamente- me dijo en tono frío.

Tranquilo, mis intensiones son sinceras- le dije volteando a verlo directamente en los ojos.

¿Con Lady Brishop también lo eran?- su pregunta me descolocó, Dios ¿acaso ella le habrán contado?.

Ese fue un desafortunado error- le contesto dando un suspiro -a pesar de ser un Lord, cometo demasiados- levante mi vista a la luna, era tan idiota.

Solo espero que sea el último por favor- lo miro y me sonríe de forma amable.

Le devuelvo la sonrisa y me retiró a esperarla en una taberna que hay ahí cerca, la tengo siempre en mis pensamientos ¿me aceptara? ¿Me rechazara? ¿Me dejara aunque sea ayudarla económicamente? Me siento muy nervioso por no poder responder ninguna de esas preguntas, la verdad nunca me había pasado algo así, siempre fui muy meticuloso y también precavido al momento de dar pasos tan importantes.

Mientras estoy perdido en mi mundo, no me percate de los tres hombres que se paran detrás de mí.

¿Lord Black?- me dice uno tocando mi hombro.

Me doy vuelta a verlos, la verdad son un desastre los tres y hasta podría decir que me dan lastima sus presencias, pero uno de ellos me parece familiar y no sé por qué.

¿Quiénes son ustedes?- digo afilando mi mirada. De pronto un guante impacta en mi mejilla, dejando a toda la taberna muda.

Exijo una satisfacción, señor- dice aquel que me parece familiar.

¿Con qué propósito?- le pregunto sobando la mejilla.

Usted se ha acostado con mi esposa, Lady Gisel y puedo asegurarle por mi honor que esto no se quedara así- me dice enfurecido y puedo sentir las miradas de todos a mi alrededor.

Al amanecer, lo espero en la entrada del bosque- le dije sin agacharle la mirada, lo que no sabía era si este hombre era muy estúpido o muy confiado, porque todo el mundo conocía la habilidad que tenía para las pistolas.

Espero que no se escape- dijo riéndose y se marchó del lugar, lo acababa de confirmar, era estúpido.

Me quedé en aquel lugar hasta que pasó más o menos la hora dicha por el médico, luego salí y fui a esperarla. En la esquina del consultorio, vi un carruaje de alta monta y de ahí bajaba ella, podía ver al hombre con el que la había visto anteriormente sonreírle, no voy a negar que mi sangre se calentó y mis puños se apretaron, pero esta vez antes de sacar conclusiones, preferí ir a hablar con ella.

Isabella- la llamé suavemente mientras veía como se dirigía a la puerta.

Teniente Black- dijo sin voltearse. Podía ver como agarraba con fuerza la pequeña cartera que llevaba en colgada en su brazo.

¿Podemos hablar?- le dije de forma tranquila, tenía todo el derecho de rechazarme, aunque esperaba que por favor no lo hiciera.

¿De qué quiere hablar conmigo teniente?- se volteó y pude ver en sus ojos la misma frialdad que yo tenía anteriormente con ella.

Por favor- le supliqué mirándola a los ojos, no me importaba dejar mi honor de lado con tal de que al menos me permitiera hablar con ella.

Sea breve, mañana debo trabajar- dijo ingresando al consultorio y dejando la puerta abierta para ir detrás de ella.

Entre justo cuando ella estaba saludando al doctor, le daba un efusivo abrazo y él le contestaba dándole un beso en la frente, el mismo beso que años atrás le había dado Aníbal. El doctor se percató de mi presencia y se levantó rápidamente de la silla donde se encontraba sentada.

Ya es hora de irme, te deje el agua para el té ya caliente en la cocina hija, nos vemos mañana y que tu noche sea tranquila- le dijo despidiendose de ella -no soy Lord, pero si la lastima, no dudaré en encontrarlo- dijo de forma amenazante al pasar a mi lado. Debo reconocer que ese hombre tenía mucho valor para amenazante de esa manera, pero ahora no era lo que me importaba.

Isabella estaba yendo de acá para allá, preparando el escritorio para que podamos tomar un té, trajo también varias galletitas. Se sentó frente a mí y se quedó mirándome, las palabras que quería decirle se me fueron de la lengua en cuanto poso esos hermosos ojos azules que tantas veces me habían desvelado en mi vida, entendía su enojo y quizás hasta nerviosismo.

Vaya al grano, teniente- me dijo de forma seria, sabía que debía ser cuidadoso con mis palabras y dejarle en claro todo, porque quizás si ella lo decidía así, era la última vez que nos veríamos.