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Eros, ¿Un Dios Distraído?

Eros, ¿Un Dios Distraído?

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Malentendidos
Popularitas:3.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Maria Esther

Existen muchas probabilidades que la muerte de cada uno de nosotros dé lugar a problemas de orden legal. El fallecimiento de una persona puede implicar el pago de una doble indemnización con cargo a una póliza de seguro. Esta misma póliza puede contener una cláusula en la que se señale que la compañía no pagará un solo centavo si el beneficiario se suicida dentro de los dos años siguientes a la fecha de entrada en vigor del documento.

NovelToon tiene autorización de Maria Esther para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

"Plumafirme".

En esas condiciones, dijo Martínez, he de consignar que quisiera encontrarme en igualdad de condiciones con usted antes de tomar parte en una entrevista de este tipo, en la que mi cliente ha de ser requerida para contestar a diversas preguntas.

¿Qué quiere darme a entender con esas palabras?

Que primeramente quisiera hablar personalmente con los otros testigos.

Eso sería complicado.

Hay otra solución, agregó Martínez con una sonrisa destinada a desarmar a su interlocutor: como usted se vale siempre de un magnetófono cuando se procura la declaración de un testigo, bastaría con que reprodujese la cinta grabadas ante mí, con la cual yo podría saber que dijeron los testigos.

¿Qué está usted diciendo?, repuso Coronado indignado. Esas cintas magnetofónicas son de mi exclusiva propiedad, nadie tiene por qué escucharlas.

Es muy importante para mí saber con qué frase formuló usted sus preguntas. Ya sabe que hay algunas que vienen a ser como llevar de la mano a la persona interrogada hacia la contestación buscada. Ha podido introducir previamente a los cerebros de las personas interrogadas algunas ideas... Todo esto es muy diferente de lo que se obtiene con un escrupuloso intento por ser justo.

Yo llevo mis asuntos a mi manera. A mí nunca se me ocurriría decirle que en este buffet ha de hacer esto, lo otro o lo de más allá. Naturalmente, aspiro a que usted no me dé instrucciones en mis cosas.

Siendo así, decidió Martínez, no habrá declaración.

Me parece, señor Martínez, que su idea no resulta muy atinada, respondió Coronado. Nosotros estamos efectuando una investigación de buena fe... Existe la posibilidad del suicidio, existe la posibilidad del crimen. Su cliente debiera tener un gran interés por que lográsemos el esclarecimiento de los hechos.

Martínez sonrió.

Recuerde que yo no soy quien para decirle lo que ha de hacer con sus asuntos. Tampoco yo admito sus indicaciones. Por lo que a mí respecta esta entrevista ha llegado a su fin.

Kendra Rodríguez fue a decir algo, pero Martínez levantó una mano.

Coronado continuó sentado sobre el borde de su asiento. Se había puesto muy colorado, la expresión de sus ojos era de enfado.

Martínez insistió, repito, hemos llegado al final de la entrevista. Creo que lo comprenderá fácilmente; pero por si no es así, siempre tiene el recurso de su cinta magnetofónica, que le refrescará la memoria. Deseamos a usted muy buenos días, señor Coronado.

No puede usted deshacerse de mí de esta manera, repuso Coronado.

¿Y por qué no?

Yo he de obtener una declaración de su cliente. Y si no, su negativa a hacérmela.

Mi cliente no se niega a responder a sus preguntas, yo sí me niego, en cambio, a que la entrevista continúe en este punto y momento. Quiero una oportunidad para valorar las pruebas que usted posee antes de indicar a mi cliente que puede someterse a su interrogatorio. Ella responderá a sus preguntas cuando yo se lo indique y no antes. ¿Está eso claro?

No lo estimo justo.

No le he preguntado si le parecía justo o no, le pregunté si estaba claro.

De acuerdo, está claro, manifestó Coronado.

Gracias, repuso Martínez sonriendo, no es necesario que le entretengamos a usted más.

Coronado, enojado, se puso en pie. Cogiendo su cartera de mano, dijo:

Lamentará usted esto mientras viva, señor Martínez. Por el hecho de disponer de suficientes pruebas me hallo en condiciones de pasar un informe a mi compañía. Mi informe será claramente desfavorable para su cliente. Su negativa al responder a mis preguntas, su negativa a explicar ciertas circunstancias que concurren en el caso, constituye algo, en mi opinión, muy significativo.

¿A qué circunstancias se refiere usted?

Coronado respondió, enfadado:

Supongo que usted ignora que su cliente compró arsénico...

¿Que compró arsénico? ¿ Está seguro de eso?

Naturalmente que estoy seguro, dijo Coronado. Durante algún tiempo estuvo camuflando sus planes homicidas pretendiendo sentirse muy interesada por el disecado de pájaros.

Una de las mejores formas de conservar las pieles de los pájaros en buen estado con objeto de que las plumas no se caigan es la derivada de la aplicación de compuestos de arsénico.

Existe una preparación en el mercado conocida con el nombre de "plumafirme", que se utiliza con tal fin. Kendra Rodríguez adquirió grandes cantidades de "plumafirme" con anterioridad a la muerte de su esposo. Es posible que le parezca usted interesante saber que después de producirse el óbito de su marido la señora Rodríguez dejó de sentir interés por la desecación de aves. A juzgar por las indagaciones realizadas en el establecimiento en que solía hacer sus adquisiciones, desde la muerte de Fermín Rodríguez ella no ha vuelto a comprar "plumafirme".

Quizá le agradaría conocer una explicación sobre esto, señor Martínez.

El abogado miró a Kendra Rodríguez. El labio inferior de esta temblaba.

Martínez se encaminó a la puerta del despacho, diciendo:

Explicaré eso en el momento adecuado y ante las personas que corresponda. Añadiré que no pienso permitirle que se presente en este despacho con el pretexto de hallar información atacando a uno de mis clientes.

Usted no es quién para decirme cómo he de orientar una investigación, respondió Coronado.

Martínez se plantó entre Coronado y Kendra Rodríguez.

Fuera de aquí, dijo sin alterarse.

Va usted a lamentar esto. Yo...

¡Fuera de aquí!

Muy bien, replicó Coronado, sus acciones me convencen de que no hubo suicidio, de que Fermín Rodríguez fue asesinado. Usted lo sabe e intenta proteger...

¡Le he dicho que fuera de aquí!, gritó Martínez dando un paso hacia adelante, agresivo.

Coronado retrocedió, dando la vuelta, luego, salió del despacho. Martínez cerró la puerta.

Kendra Rodríguez sacó un pañuelo de su bolso, secándose las lágrimas.

Martínez miró significativamente a Alicia García, cogió el teléfono y dijo a la oficina exterior:

No queremos ser molestados en ningún caso Guti. No podremos ver a nadie, espere a que le avisemos.

El abogado volvió a sentarse en su sillón giratorio, dirigiéndose en tono afectuoso a la mujer.

Cálmese, señora Rodríguez, ese hombre intentaba deliberadamente arrancarle unas palabras que la pusieran en entredicho.

Ha arruinado mi vida.

Bien, dijo Martínez en el mismo tono cordial de segundos antes, pero también insistente. No sabemos de cuánto tiempo disponemos en tanto la policía toma una decisión. Será mejor que me explique todo lo concerniente al preparado denominado "plumafirme".

Ignoraba que eso pudiese ser una trampa para mí, repuso la señora Rodríguez, no podía ni imaginármelo, señor Martínez.

Ya me di cuenta, y Coronado se aferra a ello tratando de convertirlo en una bomba. Bueno, ¿quiere usted explicarme todo lo que hay sobre ese particular?

Fermín fue siempre un hombre muy activo, muy pendiente de sus intereses profesionales; yo me pasaba sola mucho tiempo.

Teníamos una casa muy hermosa, con un jardín muy grande, había por allí muchos pájaros de todos colores. Me compré unos prismáticos dedicándome a observarlos. Después, a manera de pasatiempo, me dediqué a la disección eligiendo para eso a los más curiosos.

Siempre que veía un ejemplar raro, procuraba hacerme con él.

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