Siempre nos hemos preguntado qué sucede después de la muerte. No sé qué le ocurre a los demás, pero para mí fue una oportunidad única: regresar y hacer justicia. Mi muerte no fue un accidente; alguien acabó con mi vida, y ahora he vuelto para descubrir la verdad detrás de ese secreto. He regresado para reclamar lo que es mío y para enfrentar a aquellos que me hicieron daño.
¿Lograré cumplir con mi misión? Acompáñame en esta emocionante historia y descubramos juntos lo que el más allá tiene reservado
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Capitulo XXI Desaparecidas
Esa noche Elena tuvo otro sueño, era más bien un recuerdo de su nueva vida. Por primera vez recordó algo de su hermana.
POV
“¡Sandra!, tienes que parar, si revelas quien es esa niña destruiras a mi familia. Entiende que yo te ayudé en todo lo que necesitabas, ahora necesito que te quedes en tu casa y sigas tu vida”, la mujer que hablaba era Ester.
“Lo siento señora Del Castillo, Elenita también tiene derecho a vivir como una reina, o es que acaso no es tan buena como tú querida hija”, respondió Sandra furiosa, pero internamente estaba sufriendo mucho, por la enfermedad de la niña y es que Elenita estaba muy mal y necesitaba ayuda y ella no contaba con los recursos para correr con los gastos medicos.
“Sabes cómo pasaron las cosas, si mi esposo se entera de su existencia no sé de qué sería capaz, podría querer sacarte del camino”, explico Ester muy conmocionada.
“No me importa, no le tengo miedo, a estas alturas me da igual vivir o morir, lo único que quiero es que ayudes a tu hija, o prefieres que le cuente a Elena que tiene una hermana”, Sandra quería ver sufrir a Ester, pues ella estaba sufriendo por Elenita.
“Mi hija no se puede enterar de esto, este es el día de su boda, por favor dame algo de tiempo y te conseguiré ese dinero”.
“Está bien, te daré tiempo, pero recuerda que si algo le pasa a Elenita, todos se enteran de tu gran secreto, ahora ve y celebra con tu hija este apoteosico día”, mostrando una sonrisa forzada, Sandra reveló que sus palabras no eran sinceras.
Fin del recuerdo.
Elena despertó sobresaltada, quería saber más, quería saber qué pasó, ese día su hermana había ido a la mansión junto con Sandra, no podía creer que Ester fuera tan cruel como para dejar a una de sus hijas sufrir. Algo no estaba bien con Ester, nadie podía tener un corazón tan duro.
Elena e Inés decidieron quedarse unos días más en casa de Sandra, Elena necesitaba reencontrarse consigo misma y Sandra quería saber más sobre su reencarnación, por otro lado, Inés disfrutaba de la compañía de su mamá y de su nueva hermana.
Por otro lado, Elena vivía con un gran dolor en el alma, cada vez que los recuerdos de Diego invadían sus pensamientos.
Mientras que Elena buscaba centrarse y planear su próximo paso, Diego estaba pasando por un mal momento. El día siguiente después de decirle esas horribles cosas a su secretaria el volvió a la empresa con la esperanza de que ella hubiera ido a trabajar, pero al llegar y encontrar su lugar vacío, un dolor profundo se instaló en su pecho haciéndolo sentir miserable.
Elena no había pasado su carta de renuncia, no había avisado que se ausentaría, ella simplemente desapareció así como había aparecido. Los días siguientes el carácter de Diego empeoraba, le iban rotando secretarias, ya que él no quería que contrataran a nadie, aún guardaba el deseo de que Elena volviera. Cinco días después de que Elena desapareciera Diego fue a su apartamento a buscarla; sin embargo, se cansó de llamarla y ella nunca respondió, decidió entrar al edificio y buscarla en su departamento. Llamo a la puerta varias veces, pero no hubo respuesta desde adentro, un señor muy amable se acercó a él y le explicó que las jóvenes habían salido de viaje y que no sabía cuándo regresarían, pero que pensaba que lo harían, ya que dejaron sus cosas en el lugar. Diego estaba desesperado por no saber donde estaba Elena, estaba confundido creyendo que lo más probable era que ella estuviera diciendo la verdad y que no tenía idea de quién era él antes de su encuentro en la discoteca. Resignado volvió a su empresa no sin antes pagarle al casero para qué le informará en caso de que Elena o su amiga volvieran.
Una vez llegó a la empresa recibió una visita inesperada, era Amelia quien lo estaba esperando en su oficina.
“Amelia, que gusto verte”, saludo Diego con entusiasmo a la prima de su amada Elena.
“Diego, perdón por venir a visitarte sin cita previa, pero pensé que no era necesario”, respondió Amelia besando la mejilla de Diego.
“Saben que ustedes no necesitan cita para venir a mi empresa cuando quieran, siempre será un gusto recibirlos”, Diego mantenía comunicación con la familia de Elena, aunque muy poco se reunían.
“Gracias, sé que no es fácil para ti, pero espero que ya hayas podido recuperarte de la muerte de mi prima”, dijo Amelia con tristeza.
“Elena siempre estará en mi corazón, ella fue mi más grande amor, pero no puedo cambiar las cosas y lamentablemente ella ya no está con nosotros”, el recordar a su amada Elena llenaba el corazón de Diego de un profundo pesar.
“Así estamos todos, nunca hemos podido olvidar a nuestra querida Elena”. Amelia se escuchaba melancólica, pero en cuestión de segundos cambio su estado de ánimo. “Bueno he venido hasta aquí porque los tíos darán una fiesta, ya sabes que a ellos les encanta hacer obras benéficas y están recaudando fondos para una nueva fundación. Entonces me pidieron que te invitara”, dijo Amelia con una sonrisa fingida.
“Me parece bien, diles que cuenten conmigo, ahí estaré”, aseguro Sergio recibiendo la invitación de Amelia.
Amelia salió de la empresa de Diego, ella había quedado encantada con el desde el día que lo encontraron en aquel restaurante, ya no era el mismo joven desabrido, ahora estaba más maduro, más varonil tal y como a ella le gusta, además que había heredado las empresas de su padre y siendo hijo único todo le correspondía a él.
Amelia tenía un plan en mente y este era poder conquistar a Diego, no sería difícil pues él necesitaba que alguien le hiciera olvidar a la insípida de su prima Elena.
Con una sonrisa cínica, Amelia subió a su auto y se alejó de la empresa de Diego.
