Soy Emilia Jones, llevo dos años de matrimonio con Antonio Del Castillo, hoy se cumple nuestro acuerdo de matrimonio, y estoy en mi oficina cuando veo entrar a su abogado.
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Vestido tinturado
Capítulo 16: Vestido tinturado
ANTONIO
Estoy en la oficina pensando en lo que Emilia me dijo la noche anterior sobre sus hijos, y la verdad, no le creo, más creo que son míos, pues ambos, tienen aire a mí en los ojos y la nariz, y su carácter, es muy parecido al mío. Solo los vi una vez y pude darme cuenta de muchas cosas que tenemos en común, aunque también, se parecen bastante a su mamá.
Entonces, mi celular empieza a timbrar y al ver la pantalla, compruebo que es el número de Emilia, ¿será esto una señal divina?
ANTONIO: aló
EMILIA: Antonio, debemos hablar. Tu esposa me acaba de llamar para decirme que necesita hablar conmigo sobre mis hijos y tú. ¿Qué le dijiste sobre mis hijos? No entiendo, el porqué debe llamarme para hablar de ti y mis niños.
ANTONIO: la verdad, no sé qué decirte, pues no llegué anoche a dormir a casa y no he podido hablar con ella. Ni siquiera le he contado sobre los gemelos. Pero tengo una duda y quiero me respondas con la verdad. ¿Los gemelos son míos?
Tenía esa duda desde que los conocí y debía saber la verdad, no sabía si Emilia estaba dispuesta a decirme la verdad, pero aun así debía tomar el riesgo y sin más le pregunté. Pero su respuesta fui clara y abrupta, que me quedé sin palabras, mientras procesaba toda la información.
EMILIA: ya te lo dije ayer, son mis hijos, nunca hubo un padre ni lo habrá, además, te dije que fue por inseminación, no hay más nada que averiguar. Por favor, no quiero volver a tocar ese tema contigo, y dile a Jimena, que deje de molestarme, y ratifícale, que mis gemelos son solo míos.
¡Me colgó! esta mujer me va a matar un día de estos. Quedé atónito por su llamada, no entendía como Jimena se había enterado tan rápido de los gemelos y el porqué le había llamado a Emilia para que hablaren sobre los niños y yo, ¿será que ella piensa como yo y los niños son míos?
Nadie, sabe que Emilia y yo solo estuvimos una vez, a excepción de Juan, mi mejor amigo, a Jimena, nunca le conté que había tenido relaciones con Emilia.
Salgo de la empresa porque tengo unos pendientes fuera, y debo ir hasta la empresa de uno de mis socios para verificar personalmente, como va el proyecto, pues, invertí mucho dinero en este. La empresa en Enjoy, cuya presidenta y dueña es Emilia Jones, lo más probable es que no la vea hoy, pues el señor Jones solo tiene unos días que salió del hospital y aún está en recuperación. Cuando llego me anuncio y paso directamente a la oficina de mi socio, y me sorprendo al ver a Emilia sentada frente al escritorio del socio, pues se suponía que ella no estaría, pero si debía estar, pues después de todo, es la dueña de la empresa.
Nos saludamos y procedemos a iniciar con nuestra pequeña junta y todo queda claro para ambas partes, el proyecto iniciará dentro de 10 días oficialmente, y tanto Emilia como yo, debemos de viajar hasta el lugar en donde se realizará la construcción. Yo estoy feliz de la noticia, porque podré estar más cerca de ella, pero al parecer, a ella eso no le causó gracia, y puso una cara de truenos. Claro que alguien más podía ir en nuestro lugar, pero ella decidió encargarse personalmente de este proyecto, y yo, ni corto ni perezoso, apoyé su idea y decidí también acompañar este proceso directamente para así compartir más tiempo con Emilia. La invité a almorzar, para pasar más tiempo con ella, y pedirle disculpas por la pregunta tan incómoda que hice cuando hablamos por teléfono. Ella accede, y nos dirigimos a un restaurante cerca de su empresa.
ANTONIO: Emilia, discúlpame, de verdad, por preguntar sobre tus niños, no quería ser entrometido, solo que dentro de mí, creció la esperanza de qué, por lo menos, fueran mis hijos.
EMILIA: no te preocupes Antonio, como te dije anteriormente, no son tus hijos, no quiero dañar tu estabilidad amorosa ahora que la has encontrado, si ellos fueran hijos tuyos, te lo hubiera dicho hace mucho tiempo atrás.
ANTONIO: de verdad, lo siento y no volveré a tocar más el tema, lo prometo.
Ambos reímos, y cuando ella está a punto de decirme algo, mientras yo me pierdo en su mirada y su sonrisa. Veo como alguien se acerca a nuestra mesa y lo siguiente que hizo, fue derramarle encima todo el vino a Emilia, quien llevaba un vestido blanco ceñido a la cintura, el cual quedo rojo al instante que el vino cayó en él.
JIMENA: eso te pasa por meterte con hombres casados, déjanos en paz, solo regresaste a nuestras vidas para arruinar la felicidad que tenemos, lárgate por donde viniste zorra, ya me lo quitaste una vez y no permitiré que me lo quites dos veces, y menos, con el chantaje de que tus hijos son de mi esposo, eso nunca sucederá, me escuchaste, nunca.
Emilia solo se quedó impactada por lo que acababa de pasar, mientras yo, recobré la compostura y miré con enojo a Jimena mientras fruncía el ceño.
ANTONIO: ¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste que estábamos aquí? Ah, responde de una buena vez.
Grite.
JIMENA: encima de que me pones los cuernos, me reprochas porque quiero intentar salvar nuestro matrimonio?
Dijo entre sollozos.
En eso, Emilia se levantó y respondió.
EMILIA: Jimena, tú y yo, nunca pudimos tener una conversación de mujer a mujer, y creo que ha llegado el momento.
será grave y profunda
y sigue con la esposa
quitarlo de hay y ya