Deseos Latentes

—Dejame ayudarte... —toco su mano —. Conozco los efectos de esa basura, sé que en un principio todo es diversión y hermosura pero no es más que fachada. Eso te está destruyendo poco a poco. Si sigues así estarás tomando otro rumbo y tu única amiga será la maldita adicción por querer drogarte. Quiero ayudarte.

—Nadie puede ayudarme, sal Débora.

—Podemos intentarlo. No puedo mirarte más que como amigo y no quiero que sigas ilusionandote. Fortalezcamos una relación de amistad, hagamos un paseo, ¿te parece Dusan?

Aunque sea un completo amargado, sé que necesita ayuda urgentemente, ayuda que le brindaré como su amiga.

—Siempre quise venir a este lugar contigo — nos sentamos a una de las mesas, levanta su brazo pidiendo una botella de Whisky.

—¿A un club?

—Esto no es un club cualquiera, es uno de los más grandes clubes de esta ciudad — observa las grandes puertas de la entrada —. ¿Es enserio? ¿Éste imbécil está en todos lados?

Ángel al lado de Esme, entran al bar entre risas.

—¿Tú lo invitaste?

—Este lugar es libre para que cualquiera venga, creo que tanto él como su hermana pueden venir cuando sea. Contestaré una llamada al baño.

...ÁNGEL...

¿Débora? Sorpresa mía verla ésta noche...al lado de Dusan.

—Esperame Esme, ya regreso.

Sigo a la castaña por las escaleras que llevan al pasillo donde están los baños y habitaciones. De mi vista se pierde, ¿dónde está?

—¿A quién buscas, Ángel?

—A una diablita que se me había perdido. ¿Qué haces aquí con Dusan?

—¿Malditos celos?

Muerdo parte de sus carnosos labios, al tiempo que froto su cuerpo contra el mío.

—No solo el sol es lo que suele calentarme, tu piel también.

Un agarre de la camisa y ya me tiene estampado en la pared, en la oscuridad de una habitación que apenas conozco.

—¿Y esto? — sus ojos claros resaltan.

Su mano estimula mi entre pierna sobre el pantalón. Voy tomando un tamaño mayor, crece y se hincha ante su contacto.

—¿Por qué estás tan duro, Ángel?

—Porque una diabla está que me tienta — se arrodilla, sacándolo del bóxer —. Débora...¿lo vas a devorar?

Da una lamida en su punta, estremeciendome entero.

—No juegues con fuego.

Se para de nuevo con la cara fundida en satisfacción.

—¿Quieres saber algo, Ángel? Yo te como cuando quiera. La venganza es tan dulce, no?

—Suelo disfrutar más lo amargo.

Riendo se despide de la mano. ¿Cómo se atreve a despertarlo y a no dormirlo de nuevo?

...ESME ...

Ángel está tardando y mi cabeza está empezando a doler, vine para divertirme pero veo que se arrepintió de acompañarme. Salgo del club, topandome con Dusan que se fuma un cigarrillo con las manos en los bolsillos.

—¿Srta. Howard?

—¿Lo dejaron solo, Sr. Leonardi?

—No es mucha la diferencia con usted que la dejaron vestida y alborotada — pisa su cigarrillo con la punta del zapato.

—Que tenga buenas noches — saco las llaves del auto de Ángel que él mismo me dejó.

Unos hombres que salen de la parte delantera del carro me llaman la atención, nunca los había visto.

Me acerco más para preguntar quienes son y que hacían pero ya están partiendo en una moto a toda velocidad.

—¡Esme! — Dusan ejerce una fuerza en mi brazo, jalandome a su cuerpo.

Me hace caer al suelo, con él encima de mí. Por razón que me confunde el carro explota a metros de nosotros, el calor que se produjo por el fuego lo siento tan cerca. ¿Qué fué eso?

—¿Está bien, Srta. Howard?