Ella solo quería su amor pero él no estaba dispuesto a entregarle nada.
Después de la boda se encargaría de que ella se olvidara de un final feliz juntos para siempre.
Una matrimonio lleno de engaños, una mujer con el corazón roto. ¿Podrán resolver sus diferencias? o ¿Terminarán por destruirse el uno al otro?
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Tu corazón siempre será mío
Sin dudas estas personas son los típicos adinerados los cuales solo le interesan hablar sobre cuantos dígitos hay en sus cuentas de banco, y ni hablar de sus esposas, el centro de atención de su conversación es mayormente, de que marca es la ropa que están usando. Afortunadamente todos parecen saber inglés lo que me ha facilitado la comunicación con ellos.
—Señora Volkova, es un placer conocerla al fin— Una mujer rubia de al rededor de unos 30 años, de cabello recogido y tez bastante bronceada se me acercó.
—Es la esposa de Vladimir Ivanov, la señora Irina— Gracias a todos los cielos Anika se quedó cerca de mi, estas personas esperan que esté al día con sus nombres y estatus pero no tengo absolutamente idea de quienes son.
—Señora Ivanova, el placer es todo mío, en verdad— Como es costumbre me acerqué a ella sonriente dejando un beso en cada una de sus mejillas.
—Todos tienen razón, usted es extremadamente hermosa e incluso aún más embarazada— Ni me acuerde la farsa que llevo bajo este vestido —¿Puedo saber cuando nacerá?
—La fecha está muy cerca— Tengo que suponer que la mujer encerrada en el cobertizo está a pocas semanas o incluso días de dar a luz.
—Tengo que admitir que si fuimos un poco sorprendidos— Dijo dándole un sorbo a su copa de champán mientras aún examinaba mi falso vientre.
—La sorpresa es de esperar, nadie pensó que algún día Andrey Volkov se casaría y mucho menos, que tendría un hijo tan pronto.
Tanto la señora Irina como yo dirigimos nuestra atención a la elegante mujer que se acercaba a nosotras, su cabello negro estaba atado en una perfecta cola de caballo que dejaba relucir un magnífico collar de diamantes que complementaba a la perfección su ceñido vestido azul oscuro.
—Únetenos, Katherine— La mujer me saludo muy animada pero algo en ella me levantaba muchas sospechas. No se si era mi imaginación pero sentía como si estuviera examinando cada una de mis acciones y juzgándome.
—Soy Katherine Novikova, aún no estoy casada así que puedes decirme solo Katherine.
—Es un placer, Katherine— Presiento que su intención al dejarme en claro su estado civil es otra.
Estuvimos charlando un rato más, incluso me invitaron a salir con ellas de vez en cuando para ayudar a adaptarme y aunque, es muy aburrido estar encerrada en esta casa prefiero pasar mis días viendo el mismo papel tapiz a salir con este par.
Todo transcurrió tranquilamente, al finalizar la velada ya era bastante tarde en la madrugada, Andrey estaba rodeando mi cintura con su mano mientras nos despedíamos de los últimos invitados.
—Quitame las manos de encima— Le dije mientras las retiraba de un jalón.
—Mm ahora...s.si...quieres...que m...me aleje— Está completamente borracho. Ni siquiera puede hablar sin arrastrar las palabras.
—Vamos, te ayudaré a ir a tu habitación— Coloqué su brazo en mi cuello y empezamos a subir las escaleras.
—Estás mu..muy bonita. Deberíamos ir...por un bebé, ¿no crees? Te vez bien...embarazada.
—Solo dices eso porque estás borracho, será mejor que guardes silencio o voy a golpearte— Gracias a Dios logramos subir las escaleras sin caernos, Andrey a penas y puede mantenerse en pie.
—Ya vez que no era nada difícil complacerme esta noche.
—Lo hice por mi propio bien, no por ti— Por fin llegamos hasta su habitación, no había notado lo impecable que estaba todo en ella la última vez que estuve aquí.
—Acuéstate, iré a buscar a Agatha y le diré que te prepare algo para la resaca— El se dejó caer completamente en la cama y tuve que apresurarme para que mi brazo no quedara atrapado debajo de él.
—Se que lo que dijiste no es verdad— ¿Y ahora de que estará hablando?
—¿Qué cosa?
—Que ya no tendría tu corazón— Como podría seguir aferrándome a alguien como tu, Andrey.
—Lo que te dije fue en serio y con lo que me hiciste hacer esta noche, solo reafirmaste las ganas que tengo de olvidarte.
—Estás equivocada, Paula. Tu corazón siempre será mío, y si alguna vez se te ocurre enamorarte de alguien más, lo mataré.