Prisionera Del Ruso

—Andrey desapareció, pensé que tendría que desayunar solo esta vez.

Si tengo que admitirlo, esta mañana bajé más tarde de lo normal pero, fue por una buena razón, después del ridículo que hice frente a Andrey no tenía el valor de volverlo a enfrentar.

—Siento bajar tan tarde, Diego.

—Lo importante es que ya estás aquí— Se levantó y acomodó mi silla para ayudarme a sentar.

—Gracias.

—Siento que estás un poco triste esta mañana, ¿Pasó algo? ¿Se entero Andrey de lo que hicimos?

¿Cómo podría explicarte Diego que anoche me humille a mi misma? Caí como una tonta frente a un hombre que lo único que ha hecho es tratarme como basura y aún así mi corazón se empeña en recordarme este amor absurdo que tengo hacia él.

—Le hice una petición a Andrey pero él...

—Señorita por favor tome asiento— Diego y yo dirigimos nuestra atención hacia las dos personas que venían entrando al comedor.

—Jelena! ¿pero qué...?

—El señor Volkov le ha permitido a la señorita quedarse en la mansión hasta el nacimiento del bebé— Él aceptó, de verdad acepto lo que le pedí.

—Muchas gracias, Paula. Se que todo esto es gracias a ti— Fui hasta ella y la tomé de la mano hasta el comedor, lucía bastante débil, no quiero imaginarme cuanto tiempo llevaba ahí encerrada.

—Es lo menos que podía hacer. Come todo lo que quieras, necesitas recobrar tus fuerzas.— Con una sonrisa la chica atacó sin dudar todo lo que había en la mesa.

Durante todo el desayuno Diego no volvió a pronunciar una palabra, cuando le decía algo el solo asentía pero se limitaba a observarme solo a mi, ni una sola vez dirigió su atención a Jelena lo que me pareció algo extraño. Después de que terminó, se disculpó con nosotras y abandonó la mesa dejándome a solas con Jelena, la cual, ya no podía comer un bocado más.

—Anika— Por suerte Anika nunca está lejos de mi, tan solo con decir su nombre aparece como por arte de magia.

—Si, señora.

—Diles que preparen una habitación para la señorita Jelena y también un baño caliente. Busca algo de mí ropa que pueda quedarle y déjala en su habitación.

—Enseguida, señora Paula— Sorprendí a Jelena observándome fijamente.

—¿Pasa algo?— La chica negó rápido con la cabeza

—No no no, yo solo... estaba admirándola.

—¿Admirándome?

—Es muy hermosa, educada y además, es muy gentil. Usted no tendría porque estar preocupándose por mi, ni siquiera me conoce— Se levantó de la mesa con dificultad.—Debería odiarme, míreme— agachó la cabeza señalando su vientre. —Llevó en mi vientre al hijo de su esposo, ¿por qué no está enfadada?

—Ese bebé que tienes ahí no tiene la culpa de nada. No voy a mentirte, no estoy nada feliz con esta situación pero eso no iba a permitirme ignorar lo que Andrey te estaba haciendo— Me levanté de la mesa y la tomé del brazo para llevarla a tomar un baño. —¿Tu sabes lo que está planeando Andrey?

—Sobre querer quitarme a mi bebé, si, lo sé— Me sorprendió la calma con la que dijo esas palabras.

—¿No estás asustada? o al menos, ¿preocupada?

—Se que Andrey nunca le haría daño a su hijo y de hecho, él estaría mucho mejor aquí con él que conmigo.

Cuando llegamos al pie de la escalera se detuvo y se soltó de mi agarré.

—Usted será una mejor madre que yo— Ella también está de acuerdo con esa ridícula idea.

—No, Jelena. Ese bebé necesitará a su madre, no a mi.

—Volkov nunca permitiría que su hijo sea menospreciado en la alta sociedad por ser ilegítimo. Jamás permitiría que sepan que es hijo de una mujer como yo.

Ella se adelanto y comenzó a subir la escalera.

—Yo hablaré con él, le pediré que te quedes en la casa aún cuando el bebé ya haya nacido.

—No creo que eso sea posible. Ya es suficientemente increíble que me haya permitido entrar.

—Jelena, escúchame, no importa que tenga que hacer o decirle a Andrey pero no voy a permitir que te alejé de tu hijo.