LOS HEREDEROS

CAPÍTULO 14. 

Camila se dirigió rumbo a la piscina mientras secaba las lágrimas que caían agresivamente por su rostro. Tomo asiento en una de las reposeras y simplemente se quedó allí observando un punto fijo, reflexionando sobre lo que acababa de ver.

-Hola hermanita. ¿Cómo amaneciste hoy? -Dijo su hermano, acercándose a donde ella estaba.

-Gio. No te oí llegar. Llegaste temprano.

-Claro. Deje los asuntos en orden para llegar antes a casa, ya que tendríamos visitas.

-Entiendo. -Exclamo ella. -Los chicos se pondrán cómodos y luego vendrán a reunirse conmigo para darles un recorrido por la mansión.

-Me parece bien. -exclamo él. -No dejes que se alejen demasiado. Papa ha estado divirtiéndose con un idiota en una de las cabañas.

-Lo sé. -exclamo ella. -Además, viven empleados allí, estaríamos invadiendo su espacio.

-¿Y tú? ¿Me dirás por qué llorabas?

-No es nada importante. No te preocupes.

-Sabes que no me puedes mentir. -exclamo su hermano.

Giovanni se sentó sobre sus talones frente a ella y tomó sus manos.

-Solo dime cuando se irá esa mujer de mi casa. No quiero tenerla aquí. No entiendo quién la dejo entrar.

-¿Ivana?, Creí que ya se habia ido. -exclamo Giovanni. -No paso la noche aquí, Massimo se habia quedado dormido ayer y la chica quiso aprovecharse, ya sabes. -exclamo Giovanni. -Supongo que mi amigo detesta el contacto humano, porque apenas despertó, discutieron muy fuerte y él le dijo amablemente que se fuera. -Dijo esto último con un toque de ironía.

-Pues no. -Dijo ella. -Al parecer cambio de opinión, porque los encontré en tu despacho besándose. Si no hubiera entrado quién sabe qué pasaría.

-Ah, entonces es eso. -Dijo Giovanni, sonriendo de lado. -Ahora comprendo todo.

-No, claro que no. -Dijo la chica. -Tú no entiendes nada.

*****

Habían pasado unos días desde la llegada de Mía y Nicolás. Camila se había encargado de darles un recorrido por Sicilia, prometiéndoles que irían a conocer otros lugares durante el tiempo que decidan quedarse. Sin embargo, durante esos días habían disfrutado al máximo de su tiempo juntos. Incluso sirvió para que Camila se olvidara del asunto de Massimo.

Los chicos estaban muy cómodos en la mansión y tanto los padres de Camila como la familia Bonano y los empleados de la organización, sabían como manejar sus asuntos, de modo que los invitados no sospechen nada.

Era un nuevo día y Camila habia despertado temprano. A los minutos, la  puerta de su habitación se abre lentamente y ella pega un salto.

-Giovanni me has asustado. ¿Qué ocurre?

-Buenos días, preciosa. -Dijo tirándose a su lado en la cama.

Camila se rio.

-Cuando éramos niños solíamos dormir así. Extraño eso. -Dijo ella.

-Aún podemos hacerlo siempre que quieras. Eres mi hermanita. Siempre estaré para ti.

-Es igual. -Dijo. -Ahora dime. ¿Qué necesitas?

-Te necesito en la empresa hoy. Sé que acordamos que tomarías unos días antes de incorporarte, pero hay asuntos que sé que serás capaz de resolver tú.

-Pues dime… ¿De qué se trata?

-Debemos enviar un cargamento de espadas y drogas a Japón, mañana a primera hora. Debemos velar que todo esté en perfectas condiciones y es por eso que tengo una reunión hoy a la tarde. No puedo negarme. Necesito que me cubras en la empresa.

-Bien pero… ¿Qué hago con mis amigos? Ellos están aquí y no pueden saber esto.

-Diles que tienes un asunto en la empresa. Que me reemplazaras mientras yo asisto a una reunión importante. Es la verdad… a medias.

-Bien. Iré.

Camila se levantó para vestirse, Giovanni se despidió de su hermana y se fue a su reunión.

-Bien… Veamos, que me pondré hoy… -Suspiro ella.

Camila se decidió por un mono largo de color negro, un cinto color plata en la cintura, tacones de color nude y un blazer amarillo. Dejo su pelo suelto en ondas y se maquilló suavemente.

Al bajar, Camila vio a su amiga en la sala y le explicó que debía encargarse de unos asuntos en la empresa. Mía asintió sin problemas respondiendo que pasara el día en la piscina e invitara a Nicolás a unirse.

Camila tomo las llaves de su coche y se dirigía al garage. Sin embargo, fuera de la casa, vio a Massimo sentado en su coche, tenía las ventanas abajo y la observaba fijamente, esperando a que ella se acerque.

-¿Esperas a alguien? -Dijo ella.

-A ti.

-¿Sucede algo?

-Giovanni me dijo que iras a la empresa. Te llevaré. Súbete. -exclamo.

-Iré en mi coche. Gracias.

-Camila, vamos al mismo lugar. Te llevaré.

Camila suspiró derrotada y finalmente accedió. Se subió al coche de Massimo y este acelero hasta salir de la mansión.

-Camila. Hace días necesito hablarte. -Después de algunos minutos en silencio, a medio camino, Massimo decidió hablar.

-¿Sobre qué?

-Sobre nosotros y… sobre lo que viste.

-No hay nada de que hablar Massimo.-Dijo ella, manteniendo la calma.

-Si… Necesitamos hablar y tú lo sabes. -Dijo él.

Habían llegado a la compañía. Massimo ingresó al subterráneo, estacionó el coche y luego apagó el motor y, ante el silencio de su acompañante, se giró hacia ella.

-Camila escúchame. -Dijo.

-OLVIDA LO QUE IBAS A DECIRME. -Grito ella. -No digas nada Massimo por favor, de verdad, no vale la pena lo que digas.

Camila se bajó del coche y lo dejó allí, encerrado en sus pensamientos.