Juntando Mis Pedazos

Leicy salió del baño del pequeño departamento que rentaba, por un momento como este le dio gracias a sus padres por obligarla a independizarse.

Desnuda se pasó la toalla por la cara, si por ella fuera todavía estuviera viviendo en la casa que la vio nacer, y el hecho de regresar de mañana con la ropa de la noche anterior, desgreñada como una loca y con el cuerpo lleno de marcas no era algo que le habría gustado que vieran sus padres.

Pero ahora estaba sonriendo, el susto de ver con quien había pasado la primera noche de sexo de su vida había quedado atrás mientras se bañaba y en este momento estaba eufórica.

De pronto vino a su mente Sisi, una compañera de estudios de la universidad que no perdía una oportunidad para burlarse de ella diciéndole que para cuando fuera a estar con un hombre tendrían que darle con un cincel y un martillo y que además iba a tener que conformarse con un sarrapastroso como ella.

Si se llegara a enterar con quien Leicy tuvo su primera vez y que todo fluyó mejor que planificado, una sonrisa maligna se dibujó en su cara, ahora que sabía lo que era estar con un hombre y por demás vigoroso, pagaría hasta el último céntimo de sus ahorros por ver como le iba a su antigua compañera con el vejete con el que se casó por dinero.

Regresó con la toalla al baño y la lanzó dentro de un cesto en el que dejaba la ropa sucia y tomó un frasco con crema corporal, se la pondría en la cama y se dejaría dormir al instante, estaba súper cansada, pero feliz.

Sentada en la cama se puso crema en las manos y levantó su pierna derecha para comenzar a frotar la piel cuando se dio cuenta de algo, su tobillera no estaba.

Se tocó el lugar en el que debía estar la joya y sus ojos se humedecieron, era el regalo de graduación de sus padres, trabajaron muy duro durante muchos meses para poder comprarla pues no querían obsequiarle una baratija, pero más que el valor monetario le dolía el valor sentimental.

Y así terminó todo lo bien que se sentía, al final sin poner crema a su piel se dejó caer en la cama e intentó dormir para no seguir pensando.

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El día siguiente llegó y con él la obligación de trabajar.

Para Leicy se hizo un poco difícil volver a la empresa Patel, hiperventiló un poco dentro de su auto antes de salir al extenso aparcamiento del que hacían uso los trabajadores y se repitió más de mil veces que todo iba a estar bien, que lo más seguro era que él no recordara nada o que por el contrario no quisiera ni mencionarlo, ella era una simple secretaria y él un prominente heredero como varias veces le había dicho.

Estuvo la mitad de la mañana con la cabeza metida entre papeles de los que no quería despegar la vista, el jefe nunca había estado por allí pero cabía la posibilidad de que se le antojara premiarlos con su presencia ahora que había ido con ellos de fiesta.

A eso de las diez y treinta tuvo irremediablemente que ir a por un café, tenía su cuerpo acostumbrado a tomar diariamente esa bebida más o menos a esa hora, y a eso se sumó que con el nerviosismo de que no sabía lo que podía encontrar al llegar a su trabajo no había podido desayunar nada antes de salir de su departamento.

Llegó a la puerta del cubículo que usaban los de aquel piso para comer o tomar algo en su tiempo de descanso y vio a tres de sus compañeros de juerga sentados juntos, dos chicos y una chica.

- Leicy te ves tan mal como yo, todavía no suelto la resaca de todo el alcohol que tomamos. - le dijo ella refiriéndose a la fiesta de la noche del sábado.

La peliroja caminó hasta la cafetera y se sirvió un gran vaso de café sin contestar nada.

- Siéntate que ya nosotros nos vamos y no es porque tú llegaras, ya llevamos aquí un rato y hoy no hemos rendido nada, así que todo está atrasado.- le explicó uno de los chicos y ella vio como lanzaban a la basura sus vasos desechables vacíos antes de irse.

- Esta vez si nos pasamos de la raya.- le dijo la chica y ella se puso nerviosa pensando que iba a hablarle algo sobre que la vieron marchar con el jefe.- No he visto a ninguno de nosotros restablecido, creo que fue demasiado el alcohol esta vez.

- Sí, yo también lo creo- le contestó con una sonrisa tenue pero más tranquila al darse cuenta que su locura al parecer había pasado desapercibida .

- Hasta el momento a el único que no hemos visto es al jefe, pero si todos terminamos prácticamente sin conocimiento, me imagino que él estará igual.

- Sí- ella no quiso adicionar nada al comentario de la chica.

Leicy miró dentro de su café y respiró antes de preguntar algo que tenía en mente.

- Mary, ¿tu has estado por ahí en algún hotel? Digo teniendo sexo.

La otra la miró con cara de burla.

- Ya he perdido la cuenta, mi último novio era casado aunque yo no lo sabía, me decía que su madre siempre estaba en la casa por eso teníamos que ir a hoteles para poder tener sexo.

- ¿Y cuando pierdes algo en un hotel hay manera de recuperarlo?- le preguntó sin hacer ningún comentario de lo que le había dicho.

- Depende, si es un hotel de mala muerte, lo dudo, allí lo que se queda no lo ves más.

- No, es un buen hotel.

- Entonces tienes que ir o llamar a la administración del hotel, por lo general tienen una sección para las cosas que los clientes se dejan allí. - la mujer la miró y sonrió pícara- No me digas que tu noche terminó así de buena.

Las mejillas de la peliroja hicieron juego con su pelo.

- Huy que bueno chica, ojalá yo hubiera terminado igual, pero no, el final de mi noche fue en mi baño, hincada de rodillas y rezando una oración a san inodoro mientras vomitaba hasta el apéndice.

Leicy tuvo que reír aunque no tenía cabeza para diversión, pero lo que decía su compañera la sacó por un momento de sus preocupaciones.