Todos amamos de distintas maneras.
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Capítulo 15
—¿Qué vas a hacer hoy en la noche? —Preguntó Camila, cuando volvió a entrar en la cafetería, luego de haber salido a tirar la basura.
—Por el momento solo iré a casa, pero si tienes alguna idea, y quieres invitarme. —Luna sonrió mostrando todos los dientes. —Me haría bien salir un rato.
—De hecho hoy iré a cenar con mi padre, está en la ciudad y dijo que pasaría por mi. —Los padres de Camilia llevaban muchos años ya divorciados, y mientras ella vivía con su madre, su padre venía a verla de vez en cuando.
—Oh me alegro por ti. —Soltó sincera. —Llevabas ya tiempo queriendo verlo.
—Si, pero creo que tú también ya tienes planes está noche. —Soltó Camila, mirando hacia la salida, y luego a Luna.
—No, en verdad que no. —Soltó una risa nerviosa. —Solo iré a casa.
—No amiga, afuera hay alguien esperándote. —Luna sintió como en su pecho crecía la emoción. —Recién cuando salí, lo ví, está parado en la vereda del frente.
—Pero le dije que no había nada entre nosotros, creí que después de eso no volveríamos a tratarnos ¿Qué hace aquí? —Luna comenzó a ordenar todas las tazas de café rápidamente, necesitaba salir lo antes posible.
—¿Le dijiste eso?— Preguntó sorprendida.—Me gusta la Luna que no se queda nada callado.
—Gracias, ya no voy a dejar que nada, ni nadie me pase por encima. — En verdad ella deseaba poder hacerlo. — O al menos lo voy a intentar.
Después de que terminaron, ambas chicas se dirigieron hacia la puerta de salida.
—Seguramente aún sigue esperándote, así que te deseo mucha suerte, espero puedan solucionar las cosas. —Camila le dió un abrazo fugaz a Luna y salieron del café.
El aire afuera estaba helado, era una noche fría, todo ya estaba oscuro afuera. Luna mira en todas las direcciones, hasta que reconoció el auto de Christopher.
—Nos vemos mañana. —Se despidió de su amiga, y comenzó a caminar en dirección a donde él estaba. No podía verlo fuera del coche, así que asumió que, seguramente se había metido dentro de este. — ¿Qué haces aquí?— Preguntó, dando tres golpecitos suaves en el vidrio del conductor.
Christopher se apresuró a abrir la puerta y bajar del coche. —¿Cómo sabías que estaba aquí? —Quiso saber. —Te estaba esperando, pero como demorabas me dio frío.
—Mi amiga te vio hace un rato cuando salió un momento del café.—Respondió Luna, tratando de evitar mirarlo a la cara. —Ya es tarde ve a tu casa, yo iré a la mía.
—Mira yo sé que estás molesta. —Christopher sujetó del brazo a Luna para impedir que se alejara.— No intentes ocultarlo, no se te da bien.
—No estoy molesta, solo no voy a permitir que nadie me lastime. —Confesó ella. —Y considero que tú puedes hacerlo, así que mejor voy a tratar de cuidar mi corazón.
—No voy a negarlo, me duele un poco que pienses eso de mí, no me conoces para nada.—Respondió él, ante las acusaciones de Luna. —Te pido que al menos me escuches.
—Bien, te escucho ¿Qué quieres decirme?—Luna se zafó de su agarre y se alejó un poco de él.
Christopher la miró fijamente, con una intensidad que hizo que Luna se sintiera desnuda delante de él. Quería comenzar a hablar, pero las palabras se atascaban en su garganta. El silencio se sentía como un abismo entre ellos, profundo y frío. Luna se movió incómoda, rompiendo el hechizo, y Christopher se dio cuenta de que debía decir algo antes de que fuera demasiado tarde.
—No importa que digas que nada pasó, yo sé que no estuve bien, y se que lo más seguro es que hice que te sintieras mal. —Comenzó diciendo. —Es que no supe cómo reaccionar.
—Bien, quiero que esto se termine. —Susurró Luna, esperando que Christopher no la escuchara.
—Mira, no quiero sonar mal, pero no estoy acostumbrado a tratar con chicas como tú.—Él no sabía qué palabras utilizar, no sabía cómo expresar todo lo que sentía. —Y sé que seguro voy a cagarla más diciendo todo esto, pero es que nunca, nunca antes me había fijado en alguien que realmente valiera la pena.
—Soy una persona normal. —Luna soltó una carcajada. —De todas maneras no entiendo, como todo esto tiene que ver con el hecho de que me hayas ignorado, la vergüenza que pase frente a tus amigos, no entiendo.
—Tenía miedo, no sabía cómo reaccionar. —Confesó él, pero Luna no podía entenderlo, ella tenía una visión distinta de las cosas.
—Está bien, de todas maneras sigo pensando que exageraste demasiado. —Luna trataba de seguir siendo indiferente, pero se le derretia el corazón con cada cosa que él decía. —No estoy molesta contigo, te lo vuelvo a repetir, no tienes de qué preocuparte.
—Gracias, prometo que a partir de ahora voy a comportarme con un poco más de madurez. —Christopher la mirada tan fijamente, que por momentos Luna no podía sostenerle la mirada.
—Está bien. —Luna miró en dirección hacia la parada del autobús. —Ya tengo que irme a casa, deberías ir también a la tuya, ya es tarde y hace frío.
—Ven conmigo.— Pidió Christopher, acercándose rápidamente hacia ella para tomar su mano. —Tengamos una cita ahora mismo. —Ella se congeló completamente en el lugar, nos esperaba en absoluto algo así. —Esta vez una cita oficial, la primera que tengamos.
—¿A dónde quieres ir a esta hora?— Preguntó Luna, sujetándole con fuerza la mano, no quería que él la soltara.
—Vamos a mi casa, mis padres no están así que estoy solo, podemos mirar una película y pedir algo para comer. —Él sonrío dulcemente. —Acepta por favor.
—Está bien, pero promete que no vas a salir huyendo nuevamente. —Exigió Luna, en un tono de voz muy serio.
—Lo prometo, prometo no tratar de escapar de mis sentimientos.— Respondió él.