En el bullicio del siglo XXI, Ana, una joven de 25 años, se siente como un extraño en su propia época. Con una fascinación por las épocas antiguas, especialmente los períodos históricos de esplendor y elegancia, Ana se sumerge en sus fantasías de ser una mujer de otra era.
Lo que ella no se espera, es que su deseo se hará realidad después de un accidente.
Tendrá que enfrentar desafíos y papeles en los cuales todavía no estaba preparada, lo lograra.
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Capitulo 15
La llegada de una joven hija de un barón, una conocida de Eduardo, sacudió la tranquilidad de la vida matrimonial de Ana y Eduardo. Esta joven, cuyo nombre era Isabella, había sido enviada a estudiar en otro territorio por su familia, y ahora, al regresar al ducado, parecía tener un interés particular en causar problemas en el matrimonio de Ana y Eduardo.
Desde el momento en que Isabella llegó al ducado, Ana notó un cambio en el comportamiento de su esposo. Eduardo parecía distante y distraído, y pasaba cada vez más tiempo en compañía de Isabella, dejando a Ana preguntándose qué estaba pasando.
Al principio, Ana trató de no preocuparse demasiado por la situación. Confiaba en la fortaleza de su matrimonio y en el amor que compartía con Eduardo, y estaba segura de que cualquier preocupación sería infundada. Sin embargo, a medida que pasaban los días, las sospechas de Ana comenzaron a crecer, y pronto se encontró cuestionando la lealtad de su esposo.
Decidida a descubrir la verdad, Ana confrontó a Eduardo sobre su relación con Isabella. Sin embargo, Eduardo la tranquilizó, asegurándole que su relación con Isabella era puramente platónica y que no había nada de qué preocuparse. Aunque Ana quería creer en las palabras de su esposo, no pudo evitar sentir una sensación de malestar en el fondo de su corazón.
Mientras tanto, Isabella continuaba con su misión de sembrar discordia en el matrimonio de Ana y Eduardo. Con su encanto y belleza, Isabella había logrado ganarse la confianza y la admiración de Eduardo, y estaba decidida a aprovechar esa influencia para separarlos.
Utilizando sutiles insinuaciones y manipulaciones, Isabella comenzó a sembrar dudas en la mente de Eduardo sobre la fidelidad y la lealtad de Ana. Le contó historias inventadas sobre supuestos romances de Ana con otros hombres, alimentando la paranoia y la inseguridad de Eduardo y haciendo que cuestionara la veracidad de su amor por él.
Al principio, Eduardo trató de resistir las insinuaciones de Isabella, pero pronto se vio atrapado en una red de dudas y sospechas que amenazaban con destruir su matrimonio. A medida que el tiempo pasaba, su relación con Ana se volvió cada vez más tensa, y pronto estaban envueltos en una lucha desesperada por salvar lo que quedaba de su amor y confianza mutua.
Mientras tanto, Ana luchaba por mantenerse firme en medio de la tormenta que se estaba gestando a su alrededor. A pesar de las acusaciones y los ataques de Isabella, se aferraba a la esperanza de que su amor por Eduardo pudiera superar cualquier obstáculo. Sin embargo, a medida que las mentiras y las manipulaciones de Isabella comenzaban a tener un efecto en su esposo, Ana se encontraba cada vez más sola y desesperada por encontrar una solución.
Decidida a poner fin a la conspiración de Isabella y restaurar la confianza en su matrimonio, Ana decidió confrontarla directamente. Armada con valor y determinación, enfrentó a Isabella y expuso sus mentiras y manipulaciones ante Eduardo, quien finalmente vio la verdad detrás de las acciones de Isabella. Se llego a revelar incluso un plan que tenia preparado, para darle un afrodisiaco, para estar con él y acabar definitivamente con todo.
Con el corazón roto por la traición de Isabella, le pedio que se fuera en ese preciso momento de su hogar y que nunca volviera, que su amistad de infancia había acabado en el momento que se metió con su felicidad .Eduardo se volvió hacia Ana con una profunda disculpa y arrepentimiento. Se dio cuenta de que había sido engañado por las artimañas de Isabella y que su amor por Ana era verdadero y sincero. Juntos, prometieron dejar atrás el pasado y trabajar juntos para reconstruir su matrimonio sobre una base de confianza y honestidad.
A medida que el ducado se recuperaba de la crisis que amenazaba con destruir su matrimonio, Ana y Eduardo renovaron su compromiso el uno con el otro. Aunque habían enfrentado desafíos difíciles, habían emergido más fuertes y más unidos que nunca, listos para enfrentar juntos cualquier obstáculo que el futuro les deparara.