Soy huérfana desde los 6 años, y ahora que estoy apunto de cumplir los 18 años, las cuidadoras me vendieron en matrimonio. Mi nombre es Rouse y fui obligada a casarme con el único hijo de Mrs Hassan... Pero hay algo que no saben... Tengo cáncer en etapa terminal.
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¿Quizás estoy pensando de más?
Rouse
Alzo mi mirada a Cristian y luego al restaurante, todo se ve tan hermoso, incluido él. Todo tan refinado y pulcro… Nunca hubiera podido imaginar estar aquí hace un año, sinceramente, entre tanto lujo, sentada con un hombre increíblemente rico y con un Iphone último modelo en mis manos, no puedo evitar sonreír tímidamente ante toda la ironía de la situación.
-Me gusta eso- y noto que Cristian está mirándome, sólo puedo sonrojarme ante ese comentario. -Rouse, quiero ver esa sonrisa más seguido- me dice mirándome a los ojos.
-Cristian- y en ese momento en el que comienzo a hablar, llega el camarero con la pizza y las dos coca colas, también nos trajo dos copas de vidrio para servir la coca cola, y yo me quedo mirando eso -¿Todo eso para una simple coca cola?-, le pregunto a Cristian.
-Una de las cosas por las que nos caracterizamos es la etiqueta y elegancia hasta en lo más sencillo-, me dice orgulloso. Él abre su coca cola y la sirve en la copa, y intenta hacer lo mismo con la mía.
-No, no, no. ¡Ni que creas que vas a arruinar mi rica coca cola poniéndola en eso!-, le digo.
Tomo la coca cola e intentando abrirla, pero está muy cerrada y lastimo mi uña, Cristian me mira y la toma por mí y la abre fácilmente y sonríe y yo frunzo los labios ante su cara.
-Eso fue porque la aflojé primero-, y le saco la lengua, y él se ríe de lo más divertido y yo también. Entonces tomo un pedazo de pizza con una servilleta y me lo empiezo a comer -¡Por Dios, Cristian! ¡Esta pizza está muy buena!-, y disfruto como el queso mozzarella se derrite en mi boca.
-Le daré tus felicitaciones al chef- vuelve a decir orgulloso.
Terminamos de comer la pizza y tomar las coca colas, aunque no pude terminar mi coca cola en el restaurante porque estaba muy llena, así que conservé la lata y me la bebí en el camino mientras estábamos en el coche.
Cuando llegamos a la entrada del laboratorio Cristian abre mi puerta como de costumbre, y yo salgo y le sonrío como despedida antes de entrar, pero él me jala del brazo y me atrapa en su pecho, susurrando:
-¿No piensas despedirte de mí?-, y lo dice con complicidad. Y por la cercanía yo estaba segura que él me besaría, estábamos tan cerca… y yo lo deseaba, ¡Oh, Dios, deseo que Cristian me bese! Bésame…
Pero él cruza rápidamente hacia mi mejilla y me deposita un minúsculo beso. -Nos vemos cuando venga por ti, llámame si necesitas algo- y me suelta, entra en el auto y se va.
Yo no puedo evitar sentir una gran decepción en mi pecho ¡Quería que me besaras, tonto! ¡Lo deseaba! No le produces nada físico, me recuerda mi fuero interno, y yo le hago un gran “shhhhh” y le saco la lengua.
Quizás tenga 17 años, pero quiero a ese hombre, quiero que me bese ¡Deseo que me bese! Así que mi cerebro empieza a hacer un plan maestro para que Cristian quiera besarme ¡Vas a caer, Cristian!
Respiro profundo y entro en la recepción saludando a Linda, me entra el cupcake y el café con leche pero estoy tan llena que no lo como de inmediato, paso a saludar a Ana y ella hace lo habitual, entonces yo me pongo en mi lugar y conservo lo que me dio Linda hasta la tarde.
Hoy veo que sí había mucho trabajo por hacer, así que trabajé duramente todo el día y terminé muy cansada, así que solo me siento en recepción a esperar a Cristian. Y espero. Y espero. Y espero.
Miro la hora en mi nuevo celular y son pasadas las 6 de la tarde, ¿Dónde estará Cristian? Decido entrar en mi móvil a dejarle un mensaje diciendo que salí hace una hora y que estoy esperándolo…
Me contesta 5 minutos después diciendo que se le presentó algo, pero que enviará a Angelo por mí, ¿Qué? ¿Y dónde está el loco paranoico? Yo sólo le respondo con un “Ok”. Pero algo se siente muy extraño aquí…
Espero un tiempo corto y Angelo llega por mí, él se levanta para abrirme pero con un gesto de la mano le indico que lo haré yo misma. Siento algo raro en el pecho ¿Qué está pasando? Estoy teniendo ansiedad por saber qué pasa con Cristian…
Llego a la casa y me doy cuenta que todo está muy silencioso en casa, ¿Acaso aquí no hay nadie? Voy directamente hacia la cocina y veo a Silvia sólo sirviendo a comida de los sirvientes. ¿O sea que tampoco está el señor Hassan aquí? Decido dejar las suposiciones y preguntarle a Silvia.
-Hola, Silvia ¿Aquí no están los Hassan?- intento parecer tranquila.
-Ouh, señorita Rouse, El señor y el joven Hassan están en una reunión del restaurante-, me dice.
-Ouh, está bien-, le digo y me encojo de hombres.
¡Tranquilízate, Rouse! ¡Es sólo una reunión de negocios!, me reprendo a mí misma. No puede haber nada oculto, Cristian no es así. No puede ser que el mismo hombre que me regaló un celular para poder estar conectada a él sea el mismo hombre que solamente desaparece y por poco me deja plantada.
Algo está mal aquí y puedo sentirlo. No me gusta ésta sensación, esta presión en el pecho que estoy sintiendo cada vez que pienso en Cristian... ¿Quizás estoy pensando de más?
Decido ir la sala y quizás ver una película. Esperaré a Cristian para ver qué significa lo de hoy y dejaré de pensar. Me preparo un chocolate caliente y busco en la tv gigante que hay en la sala alguna película para distraerme mientras pasa el tiempo, consigo una que se llama “Diario de una pasión” y empiezo a mirarla tomando mi chocolate caliente.
Veo cómo empieza siendo un amor juvenil de años antiguamente y que es una historia relatado a una señora con demencia…