Diana es una mujer de una buena familia, desde niña puso sus ojos en el heredero del mayor CEO del país, logró que su padre arreglara un compromiso con aquel joven, sin embargo, con el paso de los años Alexander no deseaba ser atado por un matrimonio.
En un giro de eventos Diana comienza a ser indiferente sobre su compromiso y Alexander comienza a creer que tal vez no debió dejar de lado a su prometida y comienza a luchar por ganar su atención.
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Capítulo 15
Miré el gran ramo de flores y lo tomé entre mis brazos, fui a mi habitación y puse el ramo sobre una mesa, al verlo bien noté que había un a una nota en medio de varias flores, tomé la nota con cuidado y me dispuse a leerla.
“Espero te gusten las flores, prometí esmerarme y es lo que haré para ganarme tu confianza, con cariño Alexander”
No dude ni medio segundo para sujetar las flores y dejarlas en recepción.
—¿Está segura señorita? – Preguntó la recepcionista mientras veía las hermosas flores– ¿Quiere que las tire?
—Si tirar las flores es un desperdicio a tus ojos simplemente quédatelas, yo no las quiero.
La recepcionista tomó el ramo y sonrió, al parecer las flores le habían gustado mucho, tampoco me interesaba mucho por lo que sin más volví a mi habitación.
Al mirar mi teléfono descubrí que tenía varias llamadas perdidas de Alexander, apague mi teléfono, tomé una ducha para relajarme y me recosté cómodamente a dormir, no debía dejar que se acercará.
Al despertar al día siguiente encendí mi teléfono y vi que había muchas más llamadas perdidas de Alexander, fue buena idea apagar mi teléfono, pues, de esa forma la curiosidad no me ganaría, me aliste rápidamente y al bajar a recepción la secretaria Méndez ya me esperaba.
Ambas nos dirigimos a un hermoso y gran edificio, era una empresa la cual había hecho un pedido para colaborar con la, no podía negarme, ya que aquella empresa gozaba de excelentes productos e ingresos asombrosos.
Al llegar fuimos recibidas por el asistente del dueño, nos guio hasta una sala con un ambiente agradable donde ya había varias personas.
Cuando entre me senté donde se me indicó y al igual que todos los asistentes, la secretaria Méndez se quedó parada a mi lado.
Al principio la reunión transcurrió bien, después de un rato me levante recalque los puntos que beneficiarían a cada parte y después volví a sentarme, sin embargo, el dueño de aquella empresa, el padre del jefe se levantó muy inconforme.
—¿Eres la dueña de la empresa? Es decir, ¿eres la sucesora de Diego?
—Si señor ¿Algún inconveniente con la propuesta que presente?
—¿Tu hermano menor tomará tu lugar en el futuro?
—Miré señor, no sé que quiere insinuar –Suspiré y volví a levantarme de mi asiento– pero estoy formada en varias carreras y he manejado la empresa bien en los últimos tres años, si está inconforme con yo sea una mujer dígamelo y me iré, ningún tercero sabrá que paso aquí, pero jamás vuelva a intentar hacer negocios conmigo.
—Señorita Diana… –Dijo Félix, el hijo de aquel hombre– no des importancia a las palabras de mi padre, es solo un hombre atrapado en los prejuicios del pasado.
—¿Cómo que no le dé importancia? Él es el jefe y todavía no se ha retirado, por lo que su opinión es más importante que la de todos en esta mesa.
—Tienes agallas –Dijo aquel hombre– lamento dudar de tu habilidad, no volveré a hacerlo, ya que veo que eres una mujer dispuesta a sacar las garras cuando es necesario.
—En el futuro intente ahorrarse ese tipo de comentarios…
Al finalizar la reunión Félix me pidió hablar con él, en realidad, Félix es el segundo hijo, pero según escuche los rumores el hermano mayor de Félix, Fabián, hizo algo que molesto a su padre y estaba recibiendo un castigo, pero tuvo que ser algo serio, ya que no se le permitía relacionarse con la empresa.
—Lamento realmente las palabras de mi padre.
—¿Por qué me pides perdón? Tú no cometiste ningún error, no debes pedir perdón por cosas que no has hecho, en cambio, pídeme perdón por no avisarme sobre los prejuicios de su padre.
—Eres una mujer con un temperamento fuerte… no eres como te describen, pero eso sí, lamento no haberte dicho como se ponía mi padre… –hizo una pequeña pausa– escuché que… estás comprometida ¿es verdad?
—No, hace poco rompí mi compromiso, por ahora estoy más centrada en todo lo relacionado con el trabajo.
—¿Entonces estás soltera? –Sonrió alegremente– no sé qué clase de idiota dejaría ir a una mujer tan maravillosa como tú, simplemente un idiota.
—Si es un idiota, pero no soy tan narcisista como para decir que soy fantástica, pero no terminé mi compromiso en buenos términos, sin embargo, como dije no estoy considerando entrar en algún tipo de relación por ahora.
—Es una pena que no quieras una relación, ya que no puedo negar que has llamado mi atención.
—Me halagas…
Un joven con un futuro prometedor y personalidad coqueta, según sé no es un hombre fácil de seducir, sin embargo, logre llamar su atención, en un futuro sería una buena opción si lograba sacar del todo a aquel imbécil de mi corazón.
—Solo digo la verdad ¿Podrías aceptar una cena? No quiero ser inoportuno o insistente.
—Normalmente, solo me gusta hablar de trabajo… pero dadas las circunstancias y también su amabilidad me siento en la obligación de aceptar, te daré la ubicación de mi hotel.
—¿Podría buscarte a las ocho? –Aunque estaba hablando con seguridad se veía un poco sorprendido y nervioso– pero si lo deseas podría ser antes.
—A las ocho está bien… gracias por tu invitación.
Me despedí y caminé hasta donde estaba la secretaria Méndez, nos despedimos de las personas que estaban cerca de nosotros y después salimos del edificio.
Si lo pensaba bien, Félix no era una mala opción, todo lo contrario, era demasiado bueno como paga ser real, pero normalmente yo no me fijaba en ese tipo de hombre, sin embargo, quería salir, distraerme y conocer a más personas y esta era una buena opción.
Antes de llegar al hotel pasamos por una boutique para que pudiera comprar un buen vestido y de la nada recordé a la pobre chica del día anterior, le recordé a la secretaria Méndez que hablara con ella y arreglara todo para qué viajará con nosotras, después de comprar el vestido me encerré en mi habitación, pues, no quería ni en chiste cruzarme con Alexander.