EL CEO DEPENDIENTE

Capítulo 15

No viene

Aron empezó a abrir los cajones buscando una corbata. Abrió todas las cajas y colgadores que encontró, sin decidirse por ninguna y terminó por resoplar y dar un golpe al mueble, desesperado. Si había una cosa que le molestara en este mundo era escoger una corbata apropiada. 

Para eso tenía a la eficiente Alex. ¡Para eso la había entrenado!. Precisamente para no tener que pensar, en tonterías de este tipo.

Pero hoy Alex, Alexita, Alexa, no estaba.

Y empezó a sentir como el cabreo que le producía la falta de su asistente le subía desde el estómago hasta la garganta dejándole un sabor a bilis en la boca. Se sorprendió de lo repentino de ese ardor y de la molestia que sintió al pensar en su asistente de dirección. 

Alex... ¡ah, no perdón!, A LE XA, rectificó en su pensamiento pues justo ayer ella le había montado un cirio por esto del nombre. Con una mirada absolutamente helada le había dicho que su nombre era A LE XA, no Alex. Y lo dijo de una manera tan dura y con tal expresión, que casi le dolió. 

Recordó que en ese momento la miró como si su asistente fuera otra persona, mientras ella se daba la vuelta y salía del despacho tan tranquila. Él descartó la situación en un minuto pensando que probablemente estaba en "sus días" y de ahí venía la contestación. 

Y sin darle más vueltas, siguió a lo suyo porque el tiempo se le echaba encima y tenía que terminar de leer todo el material preparado antes de la junta de hoy. No había tiempo para las bobadas de Alex. 

"¿Alexa?. Joder, pero si llevo más de diez años llamándola Alex, oye tú, inútil, desastre, zorra y lo que me sale en el momento... ¿Y todo esto que importaba ahora?, ¿viene a quejarse después de diez años?. Si no quería aguantarme era libre de irse, pero todo este tiempo la pudo la codicia y ahora anda haciéndose la digna. Ya sabemos que por dinero se hace cualquier cosa y le pago muy bien, claro está. A lo mejor le estoy pagando más de la cuenta". Aron se enfadaba más, cuanto más pensaba en ello. 

"Y luego sus tonterías contándome sobre el novio que le puso los cuernos, ¡como si a mi me importara un carajo su vida!. No se quién se cree que es pero se le ha subido a la cabeza lo de asistente de dirección. Más tarde me las va a pagar", siguió su línea de pensamiento. 

Por si fuera poco, y para más INRI, hoy le envío un mensaje a primera hora diciendo que no podía ir a su casa. ¿Acaso se había vuelto majara esa zorra?. "No viene, me avisa sobre la marcha y además sin explicar por qué... este país se va a la mierda con trabajadores como esta. No me puedo creer que sea tan... irresistible (el culo en pompa le viene a la cabeza a torturarlo)... Irresistible no,¡¡¡¡IRRESPONSABLE!!!!..." A estas alturas ya casi grita en alto lo que piensa.

Sin embargo, todo este asunto con la asistente siguió en su cabeza aún sin querer, como un zumbido de abeja que no había manera de callar. Su forma de hablarle ayer, bueno, lo dejó pasar porque pensó que estaba con la regla, pero en el fondo era consciente de que Alex jamás había dejado que se notara que estaba en sus días, en todo el tiempo que llevaba con él. 

Nunca le había contestado de esa manera tampoco y mucho menos le había mirado de aquella forma, ni en los peores momentos de estrés o en los miles de veces en que él se había sobrepasado con ella. Jamás había sucedido. 

Él no se caracterizaba precisamente por ser alguien despistado o poco atento al ambiente que lo rodeaba. Alex siempre fue sumisa e imperturbable y a él le gustaba su carácter porque no se tomaba nada como personal y nunca dio muestras de sentirse ofendida por algo que él dijera o hiciera. 

A esa mujer le pasaba algo y no era el periodo, ni el novio, ni el trabajo, ni él mismo. Aron se quedó observándose largo rato, apoyado en el espejo. Se miró a los ojos y se quedó pensando cuál era realmente el problema con ella.

Acababa de tener una mamada épica con Julien, se había levantado de buen humor y de estupendo ánimo desde temprano y sin embargo en apenas unos segundos el sólo pensamiento de lo sucedido ese día con su asistente lo había dejado con una profunda inquietud y disgusto. 

No fue sólo por lo del nombre, ni cómo lo miró, ni tampoco que ese día le hubiera pedido no ir a atenderlo como siempre a su casa. Era que no sabía dónde demonios estaba hoy para escoger su corbata. No sabía porqué tenía que escogerse él mismo su corbata cosa que no había pasado ni una sola vez en los últimos diez años. 

No sabía por qué razón lo había mirado así y le había contestado de mala manera. Pero sobre todas las cosas tenía un muy mal presentimiento desde hacía días. Algo iba muy mal pero no era capaz de decir qué y eso lo tenía en tensión. A Aron le gustaba el control, siempre tenía el control y se destacaba precisamente por verlas venir desde lejos. Pero esta vez, esta sensación de no saber qué, lo estaba matando.

Suspiró, largamente. "Ten paciencia, Aron".

Escogió la primera corbata de la izquierda, cogió la cartera, las llaves, el móvil y salió por la puerta. Lo que quiera que estaba por suceder iba a pasar de todos modos. Ya se enteraría.

......................

Llegó a la oficina media hora después y aún iba de mal humor.  No había desayunado y lo único que quería era llegar y que Alex, Alexa, A LE XA, ñiñiñññiñi, le llevara algo de comer y lo liberara de cualquier otro asunto que no fuera la presentación de hoy.  

Aron solo tenía cabeza para el proyecto Xitrix Mark, con el que llevaban ya tres meses largos en desarrollo y lo iba a presentar en pocas horas a evaluación para conseguir apoyo e inversión. 

Tenía ganas de empezar con este proyecto nuevo, y revolucionario para lo que ellos solían hacer, pero como siempre lo primero era conseguir el presupuesto adecuado y eso implicaba pasar por la presentación a los accionistas de la corporación, conseguir la aprobación y empezar con el trabajo de verdad. 

De otra manera no podía dar un paso ni tocar los fondos de la empresa. Entonces, por hoy, era imprescindible que Alex se ocupara de cualquier otra cosa que surgiera en la empresa. 

Cuando entró al gabinete a buscarla, todos los empleados lo miraron con cara de susto. Él hizo un gesto a la jefa de secretarias preguntando dónde estaba. La mujer carraspeó y le dijo con voz suave pero firme:

- No va a venir