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La Venganza De La Doctora Aruna

La Venganza De La Doctora Aruna

Status: Terminada
Genre:Romance / Atracción entre enemigos / Amor eterno / Donde hubo fuego cenizas quedan / Chico Malo
Popularitas:3.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Rahma AR

Aruna, una chica inocente y estudiosa, siempre se ha enfocado en aprender, con la biblioteca como su refugio durante los recesos. Kiano, un joven guapo y popular, es el centro de atención de muchas chicas y pertenece a un círculo de amigos adinerados.
Aruna se convierte en la víctima de una apuesta entre Kiano y su grupo de amigos: si Kiano logra enamorarla en un plazo determinado, ganará cincuenta millones.
Siete años después, sus caminos se cruzan nuevamente, pero esta vez como médico y paciente. Kiano sufre de gastritis crónica que no logra sanar, y sus amigos le recomiendan a Aruna, quien ya es doctora, para tratarlo.
¿Aceptará Aruna ayudarlo? Lo que está claro es que aún guarda rencor hacia Kiano y sus amigos.

NovelToon tiene autorización de Rahma AR para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 15

"—¿Si Kiano te dio flores, chocolates y entradas para el cine?—". Entonces se escuchó la fuerte risa de Tamara. Aruna tuvo que alejar el teléfono de su oído porque la risa era muy fuerte.

Aruna no esperaba que Tamara se emocionara tanto al escuchar su historia sobre lo que Kiano le había dado.

" —Realmente se ha enamorado de ti—", insistió Tamara. Estaba tan divertida que le costaba dejar de reír.

Entre la ira y la satisfacción, su amiga había conseguido por fin conquistar a Kiano, conocido por su frialdad y arrogancia.

Su corazón seguía albergando ira y odio hacia Kiano y su grupo. Cómo se habían atrevido a convertir a Aruna en objeto de una apuesta. Si Aruna se lo hubiera contado desde el principio, Tamara habría llevado a sus amigos karatekas a darle a Kiano y a sus amigos una paliza.

" —Es hora de que te vengues, Aruna. Pero espera, ya no te gusta Kiano, ¿verdad?—", preguntó Tamara vacilante. Quería asegurarse de los sentimientos de Aruna. Se suponía que sus sentimientos por él habían desaparecido, reemplazados por el odio y el dolor.

" —Claro que no—", negó Aruna rápidamente. No podía confesarle a su amiga que seguía enamorada del chico que había tirado sus sentimientos a la basura.

Antes, cada vez que Aruna se subía a la cinta de correr para quemar grasa, imaginaba que llegaría este momento. Que podría devolverle los sentimientos a Kiano y hacerle sentir tan destrozado como ella se había sentido. El dolor y la vergüenza de que se burlaran de ella, de que la convirtieran en objeto de una apuesta, aún estaban grabados en su corazón.

" —Me alegro de oír eso—".

Aruna sonrió levemente. Tamara era su única amiga íntima. Desde el instituto hasta ahora. Quién sabe qué lío habría montado Tamara si se hubiera enterado de la apuesta desde el principio.

" —El karma está en camino, Runa—", insistió Tamara. Siempre apoyaría la venganza de Aruna. Tenía que vengarse.

Aruna sólo sonrió, sintiendo la felicidad de su amiga. Ella misma no se sentía feliz en absoluto, sólo un poco abrumada.

" —Deberías salir con el doctor Farel—", sugirió Tamara de repente.

Aruna frunció el ceño.

" —¿Qué estás diciendo?—", rechazó espontáneamente. Menuda idea. Salir con ese mujeriego sería como engañarse a sí misma. Es cierto que el doctor Farel la estaba cortejando con ahínco, pero quién sabe cuánto duraría eso. Seguro que si aparecía alguien mejor que ella, un playboy como él no tardaría en cambiar de objetivo.

" —Para darle celos a Kiano. Para que se derrumbe de una vez—", Tamara rio encantada.

" —El doctor Farel puede ser un rival para Kiano. Es guapo, rico y además es un médico especialista. Seguro que Kiano se pondrá celoso—", dijo Tamara con entusiasmo.

Aruna volvió a sonreír mientras negaba con la cabeza, viendo lo entusiasmada que estaba Tamara.

" —Olvida tu loca idea. No voy a salir con él. Imagina, ¿y si te hiciera algo a ti? Si el doctor Farel se pasa de la raya, puedes darle una paliza, ¿verdad?—". Esta vez fue Aruna la que se rió, imaginando la cara del doctor Farel hinchada por los golpes de su amiga.

" —Si saliera con él, Runa, no sería su novia, sino su guardaespaldas—". Tamara también se rió tras terminar su frase. Aruna se rió aún más al oírlo.

*

*

*

La cesárea había ido bien. Fue un alivio. El doctor Farel, con la ayuda de Aruna, había conseguido bajar la tensión arterial de la paciente hasta un nivel normal justo antes de la operación. El parto era muy arriesgado si la madre sufría hipertensión. Pero ahora tenían que seguir vigilando a la paciente por si sufría preeclampsia posparto.

" —Es un bebé precioso, doctora Aruna—", dijo el doctor Farel mientras miraban al bebé de pelo negro y rizado dentro de la incubadora.

" —Sí, doctor—", dijo Aruna, con rostro feliz mirando al bebé.

La operación había durado mucho, casi dos horas. Aruna todavía recordaba la expresión del marido y la familia cuando les dieron la noticia de que su mujer había dado a luz sana y salva.

Su marido y su familia se postraron en agradecimiento, llenos de alegría. Aruna estaba muy conmovida y se alegró con ellos. El parto había sido un poco complicado porque la paciente era mayor de 40 años y tenía antecedentes de hipertensión. Era su tercer hijo, ya que cuatro años antes había dado a luz a dos gemelas. Ahora tenían al tercero, un niño. La familia estaba completa.

" —Si nuestro hijo se parece a ti o a mí, Aruna...—", bromeó el doctor Farel con una leve sonrisa.

Aruna se rió en respuesta. El doctor Farel siempre era así cada vez que le ayudaba en un parto y veía a los adorables bebés.

El doctor Farel se rió con ella. No sabía qué sentía por Aruna. Siempre decía lo que le venía a la cabeza sin pensarlo. Aunque la mayoría de las veces eran chistes tontos y frases para ligar. Pero se sentía cómodo con ella y se reía mucho. Sí, Aruna siempre le hacía sentir cómodo y la vida muy sencilla.

" —¿Vamos a comer algo a la cantina? La enfermera Ria nos avisará si pasa algo con la paciente. Aunque esperemos que no pase nada—", dijo el doctor Farel mientras miraba su reloj.

Llevaban dos horas vigilando a la paciente.

" —De acuerdo, doctor—", respondió Aruna, que tenía bastante hambre.

" —Vamos—", dijo el doctor Farel mientras intentaba cogerle la mano, pero Aruna se apartó con delicadeza.

" —Ya tengo novio, doctor—", dijo con dulzura.

" —Exnovio—", replicó el doctor Farel sin inmutarse, con una sonrisa burlona.

" —Como usted quiera, doctor—", concluyó Aruna, adelantándose al doctor Farel, que la seguía riendo.

*

*

*

Kiano se miraba en el gran espejo de su habitación. Sonrió al ver su reflejo. La camisa azul oscuro y los pantalones de vestir más claros. Parecía más moderno y masculino con el pelo peinado hacia atrás con la mano.

Desde que siguió el extraño, en su opinión, régimen de tratamiento de Aruna, se sentía más sano. Kiano también se acordó de Glen, que ahora bebía menos alcohol por sugerencia de Aruna. Su amigo ahora prefería beber agua mineral. Aruna era increíble por haber conseguido llegar al cerebro de Glen y ayudarle. Sólo Aruna había logrado que él y Glen (?) sustituyeran el alcohol por agua. Especialmente Glen, que pensaba que el alcohol era agua mineral.

Kiano volvió a mirarse en el gran espejo.

" —Aruna no puede rechazarme esta vez, ¿verdad?—", se dijo a sí mismo como si hablara con su reflejo en el espejo.

Kiano sonrió. Parecía un loco hablando solo por Aruna. Kiano estaba decidido a obligar a Aruna a perdonarle y a aceptarle de nuevo.

Kiano miró la mesita de noche al oír vibrar su móvil.

Cogió el teléfono y abrió el mensaje que le había enviado su asistente, al que había pedido que vigilara a Aruna en el hospital.

Su expresión se endureció.

¿Qué hacía Aruna todavía en el hospital?, pensó, furioso.

Lo que más le enfurecía era que Aruna estuviera acompañada por el doctor Farel.

¿Tan unidos estaban?* ¿Hasta tan tarde?*, pensó, celoso.

Agarrando su teléfono con fuerza, Kiano salió de su apartamento a paso rápido. Su destino estaba claro: el hospital, donde estaba Aruna con ese idiota del doctor.

*

*

*

Aruna sintió que el corazón le daba un vuelco cuando la paciente que acababa de dar a luz empezó a tener dificultades para respirar y su tensión arterial subió rápidamente.

El marido y la familia de la paciente empezaron a llorar. La paciente perdió el conocimiento por un momento.

Aruna y otros médicos especialistas ayudaron al doctor Farel con todas sus fuerzas, rezando sin cesar en sus corazones.

El sudor frío corría por sus frentes.

" —No te mueras. Por favor, no te mueras—", murmuró Aruna con los labios temblorosos mientras miraba el monitor cardíaco. Los latidos eran muy débiles.

" —Tranquila—", dijo el doctor Farel intentando tranquilizarla.

La paciente estaba en estado crítico. Los segundos parecían horas. La medicación que le habían administrado aún no había hecho efecto. Lo único que podían hacer era rezar para que la paciente sobreviviera y volviera con su familia. Especialmente con el bebé que acababa de dar a luz.

A Aruna se le ocurrió una idea. Sí, su bebé.

Con valentía, Aruna sacó al bebé de la incubadora que estaba cerca de la cama de su madre. Por suerte, la paciente había pedido que pusieran a su bebé cerca de ella.

El bebé estaba sano, pero seguía en la incubadora para mantener estable su temperatura corporal.

" —Aruna—", exclamó el doctor Farel, sorprendido por su arriesgada acción.

También el doctor Nirma y el doctor Gery.

Pero a Aruna no le importó. Colocó al gordito bebé sobre el brazo de su madre, cada vez más débil.

" —Mire, ¿no siente pena por él?—", dijo Aruna conteniendo las lágrimas. La doctora Nirma también. El doctor Gery y el doctor Farel intercambiaron una mirada antes de volver a centrarse en la pantalla del electrocardiograma.

A los pocos minutos de que Aruna pusiera la piel del bebé en contacto con la de su madre, el ritmo cardíaco de ésta se aceleró un poco, aunque seguía siendo débil.

" —Funciona, siga hablándole, doctora Aruna—", exclamó el doctor Farel mientras volvía a examinar a la paciente.

El ambiente era muy tenso, con el corazón a punto de salírseles del pecho por la ansiedad y la falta de aire.

" —Mamá, puedes sentir a tu bebé, ¿verdad? Te echa de menos—", dijo Aruna mientras las lágrimas corrían por su rostro. Tomó los dedos del bebé.

Aruna frotó suavemente los dedos del bebé sobre la piel del brazo de su madre.

" —Mamá, este bebé te necesita—", dijo Aruna conteniendo las lágrimas. Como si lo entendiera, el bebé se puso a llorar, como si no quisiera que su madre se fuera.

La doctora Nirma, de treinta y cinco años, sollozó. Pensó en su bebé, al que a menudo tenía que dejar en casa por su trabajo en el hospital. Sobre todo al mirar a ese bebé, que lloraba como si quisiera impedir que su madre se marchara.

El doctor Farel y el doctor Gery se secaron las lágrimas que les caían sin darse cuenta. El bebé era tan pequeño. No era el momento de quedarse huérfano. Necesitaba a su madre.

La tensión se convirtió en una gran sorpresa al ver una línea plana en el monitor cardíaco, que emitía un fuerte pitido.

Aruna levantó al bebé por reflejo y el doctor Farel cogió el desfibrilador. A continuación, le dio varias descargas en el pecho mientras el bebé lloraba a gritos.

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Yuri Zamira Gonzalez Castaño
Excelente
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