Desde un balcón teñido de rojo, una mujer observa el mundo con la certeza de quien ya lo domina.
No necesita tronos ni coronas. Su reino se construye con secretos, lealtades quebradas y pactos sin retorno.
Quien cruza su camino no sale ileso. Porque esta no es una historia de amor, sino de tentación, herencia y cicatrices que arden en silencio.
En un imperio tejido de sombras, el amor es una debilidad.
La venganza, un motor.
Y el poder… siempre cobra su precio.
NovelToon tiene autorización de Alicia Cardinali para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPITULO 12:"Un pacto se vislumbra".
Narrador:
Una reflexión íntima de Iker, ya en su dormitorio.
Tras ese segundo encuentro con la joven en la terraza, donde ella le confiesa que también fue contactada por la agencia. Pero eligió su propio camino.
En la madrugada, donde la verdad no lo libera, sino que lo enreda más...
Se dirige a su habitación.
La puerta se cerró con un leve clic detrás de él.
No encendió la luz. Se apoyó contra la pared, sintiendo el frío en la espalda y el peso de lo que acababa de escuchar en el pecho.
Cerró los ojos, pero no encontró oscuridad.
Solo el reflejo de la terraza, su mirada y esa frase que todavía le temblaba en los oídos:
—"También me contactaron. Pero yo elegí hacerlo a mi modo".
No sabía si sentirse traicionado o aliviado.
No sabía si debía verla como aliada o como rival.
Solo sabía que ya no estaba solo en este juego.
Y eso, en vez de darle paz, lo hizo temer más.
Caminó hasta el espejo, pero evitó mirarse.
Había algo en sus propios ojos que le estaba empezando a incomodar.
Quizás, el parecido con ellos. Con los que juró destruir.
Se dejó caer en el sillón, sin quitarse los zapatos.
En esa mansión de secretos y muros gruesos.
Lo único que parecía delgado era la línea que separaba la verdad de la manipulación.
Su cerebro solo le hacía preguntas. Para las cuales no tenía respuesta.
—¿Y si siempre fue parte del plan? ¿Y si incluso su rebeldía estaba contemplada? ¿Y si ella también jugaba? ¿A dos bandas como él?
Recordó su voz. No había miedo. No había duda.
Solo una certeza que ardía en su piel: Ella no buscaba justicia. Buscaba algo más profundo. Más antiguo, más personal.
Y él, ya no sabía si quería impedirlo, unirse o simplemente entenderla.
Porque por primera vez desde que pisó esa casa, no sintió el deseo de escapar.
Sino de llegar hasta el fondo. Aunque fuera el infierno.
Los dos habían tomado la decisión.
Haría que apenas pudieran compartir el mismo espacio.
Pero ella tejia otros planes para ellos.
Dejando expresas instrucciones, que debían cumplir con toda la agenda del día.
En su habitación, les fue entregado el día completo.
Donde Iker y Ainelys, al leerlo, saben que van a jugar a la distancia, fingiendo indiferencia delante de ella.
Mientras en realidad se están observando, probando, desafiando, incluso acercándose cada vez más.
🕘 A la mañana: Desayuno tenso.
Ella entra después que él. Cruzan miradas apenas perceptibles. No hay saludo. Ni sonrisa.
Elyrah, comenta un detalle de la prensa, como si probara su atención.
Su nieta lo toma y se lo entrega después de leerlo.
Y desliza una servilleta hacia el borde de la mesa.
Donde el, al tomarlo, se desliza un pequeño papel. Que con sutileza guarda en su bolsillo.
Solo más tarde, en su habitación, él descubre que en el doblez escribió: —"Cada movimiento es observado. Hasta cuando no lo parezca”.
🕚 Media mañana:
Paseo por los jardines (con vigilancia).
A ella, le gusta que la rutina se mantenga.
Ordena que todos “disfruten el aire libre”.
Él camina solo. Ella también.
Pero en momentos estratégicos, se cruzan.
Al pasar cerca de una estatua, Iker encuentra una pequeña piedra con una flor seca debajo.
Algo que ella había mencionado anoche en la terraza como símbolo de lo que se marchita pero permanece.
Él la guarda. Nadie los vio. O eso creen.
🕒 Tarde: Lectura compartida pero separada.
En la biblioteca, por orden de la mujer, deben estudiar unos documentos antiguos, supuestamente para “entrenarlos”.
Cada uno en mesas distintas. Pero ambos encuentran un mismo subrayado en rojo en distintos libros: una frase que solo entenderían ellos.
— “Quien olvida su raíz, repite su prisión.”
Esa frase fue usada por ella la noche anterior.
Un mensaje. Una advertencia. O una invitación.
Los dos saben que algo está sucediendo.
Después de cenar. Ella ya los esperaba.
🕕 Noche: Clase de protocolo.
La mujer les impone una lección de etiqueta, donde cada gesto debe ser contenido.
Iker y su nieta son obligados a practicar una danza formal (como parte del entrenamiento en manipulación social).
Ella ya tenía cuidadosamente armado todo.
Está fingiendo desaprobación o neutralidad, cuando en realidad todo forma parte de su diseño para el gran objetivo: su sucesión.
La manipulación, el control total, la falsa libertad y un “acercamiento” que parece clandestino.
Pero está totalmente permitido por ella.
La danza se hace en el "salón de los Espejos".
Hora: 21:33 . Una “clase de protocolo”.
El salón está tenuemente iluminado.
La luz rebota en los espejos envejecidos que cubren las paredes. En el centro, el gramófono deja escapar una melodía de cuerdas antiguas.
Todo está dispuesto como si fuera casual, aunque hasta el aire parece seguir órdenes.
Ella está sentada en un sillón alto, al fondo, con un libro abierto que no lee. Solo observa.
Con una mirada ausente que en realidad registra cada movimiento.
Frente a ella, su nieta e Iker fingen aprender los pasos de una danza clásica.
Un sirviente los guía, pero ella ya no presta atención a él. Solo a ellos dos.
Él duda. Ella avanza con decisión medida. Fingiendo inseguridad. Sus cuerpos se acercan, como si el roce fuera un accidente del baile.
Ella gira, y en ese giro, un susurro: —"¿Sabías que hasta los silencios aquí tienen eco?"
Él no responde. Pero aprieta apenas su mano en la suya. La conexión es mínima. Perfectamente invisible para un ojo no entrenado.
Pero ella lo ve todo. Desde la cámara disimulada tras la cornisa, hasta el temblor contenido en la respiración de ambos. Y sonríe. No con los labios. Con los ojos.
Porque era eso lo que quería. Que ellos creyeran que podían engañarla. Que pensaran que su acercamiento era un riesgo. Que sintieran que jugaban su propio juego.
Cuando en realidad, todo había sido diseñado para ese instante.
La nieta, al notar un reflejo en el espejo, frena por un segundo. Sabe que hay algo más allá. Pero no lo comenta. Solo baja la mirada y continúa la danza.
Elyrah cierra el libro con suavidad. No dice nada.
No los detiene. Porque aún no es el momento.
Primero deben creer que tienen poder. Solo así podrá arrebatárselos o legárselos.
Se levanta y se retira a su despacho.
Al entrar, toma su libreta de cuero negro y anota con tinta negra, tras la cena, cada comportamiento que ambos mostraron ese día.
En su anillo tiene una microcámara personal que graba lo que realmente le importa.
En la biblioteca hay un espejo espía desde donde observa sin que nadie lo sepa.
Guarda una carta sellada con su decisión final, pero aún no la entregará.
Luego los tres se retiran a sus habitaciones.
Una vez en su habitación. Mirando desde lejos.
Desde su ventana, Iker la ve. En el balcón.
Ella no mira hacia él.
Pero cuando entra a su habitación, encuentra una pluma negra en su cama.
Una como la que llevaba ella en el cabello mientras bailaban.
No necesita más palabras.
Continuará...