Olivo

...PEPPER:...

Roquer se apartó de golpe.

— Haz lo que ordeno — Su mandíbula estaba apretada.

— ¿Por qué no se ha ido el efecto?

— ¡Vete, por tu bien, hazlo, mantente lejos de mí! — Alzó la voz, con mirada dura.

— ¿A dónde podría ir? ¡Es verdad, soy como una ardilla, soy débil y jamás podría matar ni a una mosca, no me puedo defender sola! — Grité, temblando más y más, derramando lágrimas — ¡Pero, el mundo no debería ser así! — Señalé a los rufianes muertos — ¡Estuvieron a punto de hacerme lo más asqueroso que puede pasar una mujer, no me pidas que me vaya sin saber que otra cosa me espera, aunque sea tu prisionera estoy más a salvo contigo!

— ¡No, no lo estás! — Encajó la espada en la tierra — ¡Por favor!

— ¡Podíamos habernos marchados cuando supiste que era una trampa, pero preferiste irte a aliviar con la mujerzuela, me raptaron por esa razón!

— ¡No iba marcharme de ahí con está maldita droga en mi sistema! — Tiró del cuello de su camisa, jadeando.

— Me terminaste entregando a hombres sin escrúpulos.

— No lo hice — Negó con la cabeza, enterrando una mano en su pecho — No ha propósito... Yo los detuve a tiempo, es lo que importa.

— Sabías que algo pasaría, ellos querían distraerte con esa mujerzuela para así atraparme.

— ¡Si me marchaba iba a tomarte, esto me domina, me estoy cansando de luchar porque es doloroso, es una droga cuyo efecto es peligroso, así que por favor, mantente lejos de mí!

— Ellos me hubiesen hecho cosas peores — Jadeé, con un nudo en la garganta — Marcharnos era mejor opción.

— Sé que es mi culpa... Y que me odias — Su voz se volvió más áspera.

— Sí, te odio, pero tenías razón, hay hombres peor que tú y ellos lo eran, la serpiente lo es... Aunque, eso no quita el que seas una mala persona.

— Adelante — Aventó una daga a mis pies — Mátame ahora, tienes la oportunidad, no te detendré, toma venganza por lo que te hice y por dejarte indefensa ante estos desgraciados... Hazlo, toma el dinero y vuelve a la capital, por favor, di a los guardias que Maude no tuvo nada que ver en el rapto, déjala fuera de esto, ella no tuvo nada que ver... Maude es mi hermana, prometí protegerla.

— No voy a matarte, no voy a manchar mis manos con sangre — Dije y me observó.

— Te destruí la vida, es un pago justo, eres tonta al no aprovechar.

— No... No soy como tú — Lo observé con desprecio.

— No lo eres — Registró su mochila, sacó una bolsa de cuero — Toma, consigue ropa, comida, paga un cochero, vuelve a la capital — Su mano temblaba.

Ésta era mi oportunidad.

Avancé poco a poco.

Tomé la bolsa y lo evalué.

— ¿Qué hay de tu venganza?

— Si sigo con esto, mi hermana morirá en la horca, me traicionaron, así que el hombre que lo hizo, la delató a ella también — Su voz se cortó — Por favor, hazlo, di que ella no tuvo nada que ver.

Lo creía insensible, pero estaba dispuesto a dejarme ir para salvar a Maude. Él aún tenía algo de humanidad.

— Pensé que habías vuelto a rescatarme para seguir con la venganza, que esa era tu única para razón para liberarme de esos desgraciado — Dije y nuestros ojos se encontraron.

— No lo hice por esa razón, jamás dejaría que una mujer pase por algo así, aún siendo mi prisionera... Y menos una que no puede defenderse... Una vez metí a mi hermana en un club solo para que se acercara a tu padre y así empezar mi plan de venganza... Aunque nadie se atrevería a tocarla sin terminar sin miembro, la expuse... Cuando se trata de aliviar mi rencor, cometo tantas atrocidades, por eso es mejor detenerme... Vete, Pepper, llévate la daga, si alguien se te acerca déjalo, pero no dejes que vean tu arma, luego clava la daga hasta el fondo en el abdomen... O en su garganta, algo que sea suficiente para detenerlos... — Jadeó, se veía cada vez más pálido — Yo me encargaré de la serpiente.

— Roquer...

— Vete, puede que me arrepienta — Caminó.

Dudé.

¿Se estaba despidiendo? ¿Estaba dejando todo porque ya no podía continuar?

Avancé hacia él y tomé su mano.

Tiró de mí, terminé pegada a su pecho.

Me evaluó, jadeando, podía sentir su corazón, a un ritmo preocupante.

Sostuvo mi brazo con firmeza.

Si este hombre me tomaba ¿Yo podría resistir?

Elevé una mano y toqué su mejilla rasposa por la barba.

— ¿Qué rayos haces? — Siseó, alejándose.

— Lo que bebiste... ¿Qué es?

— Pepper, vete...

— ¿Te envenenaron?

— No... El efecto pasará por si solo... — Me observó despreocupado, su pecho se movía frenéticamente.

— Mentira.

— Basta, vete, tienes la oportunidad que tanto buscabas, deja de molestar, solo causas problemas — Arremetió contra mí, tratando de hacer que me enojara y lo dejara — No debí raptarte en primer lugar... Eres una carga con la que ya no deseo lidiar.

— Vas a morir si no lo detienes.

— ¿A ti qué te importa si muero? — Siseó, me quedé callada, no sabía que responder — Ahí está la respuesta, nada.

— ¿Por qué te preocupa tanto que yo me quede?

— Largo, no volveré a pedirlo — Elevó la espada.

— ¿Planeas matarme si no me voy?

— Vete — Me observó con severidad.

Observé hacia abajo, había una tensión en sus pantalones.

Me aproximé — Yo puedo ayudar.

— No puedes, no conoces esto, eres una señorita inocente.

— Si no se detiene significa que va a hacer que tu corazón deje de latir.

— ¿Eres experta en afrodisíaco? — Preguntó con sarcasmo.

— De niña me dieron muchos jarabes e infusiones que aún no estaban aprobadas, dejaron de darme cuando empeoré, algunas tenían ciertos componentes que traían efectos secundarios... Había uno que aceleraba el corazon y podía causar infarto, se que no es lo mismo, pero si el corazón se mantiene por mucho tiempo acelerado puede causar un mal irremediable — Dije, observándolo — Si necesitas usarme con antídoto, te dejaré...

— No, no voy a usarte.

— ¿Por qué? Es lo único que te motivó a raptarme, me has mantenido a tu lado solo para lastimarme, para lastimar a mi padre, para vengarte.

— Regresa, con tu virtud intacta, con tu padre... La justicia le llegará tarde o temprano...

— Vas a morir si no hacemos nada al respecto.

— Sería lo mejor — Gruñó y me estremecí — No le temo a la muerte, estoy muerto desde mucho antes de que tú vinieras al mundo... Lo único que me mantenía vivo eran mis deseos de venganza, pero solo logré hundir a mi hermana y a mí mismo... Debí tomar una daga y cortarle la garganta a tu padre, al menos así sería yo quien fuese a la horca, sin arrastrar nadie más.

— Deberías apreciar más tu vida, remediar el malo camino que tomaste.

— No tiene remedio.

Se alejó en la lluvia, hacia los árboles.

Me desmayé.

ROQUER:

Intenté seguir al infeliz, pero el rastro se estaba perdiendo, el agua borró las huellas en la tierra y no me quedaban fuerzas para luchar.

Estaba empezando a sentirme mareado.

Me apoyé contra un árbol, terminé sentado en el suelo.

Ya no soportaba un vuelco más.

Me desaté los pantalones y liberé mi erección.

Tal vez con unas sacudidas pasaría el efecto.

Era patético, morir por no poder liberarme de aquella maldición en forma de afrodisíaco, esa cosa era hecha por el mismo demonio. Tal vez el sujeto del mercado era el creador de ese mal, la serpiente jamás podría adquirir algo así excepto en ese puesto de mierda.

Esto era un arma peligrosa y una broma de mal gusto.

Humillante.

Morir de excitación, cualquiera pensaría que era una bendición.

Me dolían las caricias, pero frenéticamente conseguí una liberación, tuve que repetirla, pensando en Pepper desnuda, de todas las formas más perversas posibles.

Tuve que derramar tres veces más.

El efecto se detuvo poco a poco.

Caminé, tratando de encontrar a Serpiente, volví al sitio del ataque.

Corrí al ver a Pepper en el suelo.

— ¡Pepper! — Grité, preocupado al sostenerla en mis brazos, débil e inconsciente.

Tuve que cargarla.

****************

Encontré una cabaña, mientras luchaba por mantenerme de pie con Pepper en mis brazos. Había quedado débil por lo que tuve que hacer, el afrodisíaco me había dejado mareado.

La recosté sobre la cama, antes tuve que sacudirla, todo estaba polvoriento, lo que significaba que el dueño no pasaba por allí en mucho tiempo.

Encendí la chimenea.

Jamás tuve un refugio tan decente.

Encontré varios barriles con agua en aquella pequeña cabaña, era de un solo espacio, pero cómoda y no olía a estiércol como el granero.

Había una estufa, pero no había comida en los estantes, solo un poco de sal.

Me quité la ropa y tomé un baño con un balde.

Busqué algún pañuelo y llevé un balde cerca de la cama.

Pepper seguía durmiendo.

Le quité la capa y la dejé extendida sobre la mesa, limpie el barro y todo el sucio de su cuerpo, también el de su cabello, traté de ignorar que mis manos estaban cerca de su cuerpo, paseándose por partes privadas.

Toqué sus mejillas.

Fruncí el ceño.

Estaba muy caliente.

Tenía fiebre.

Debía buscar ropa, comida y una infusión para bajar su fiebre, iría a saquear a ese poblado para encontrar lo que Pepper necesitaba.

La cubrí con las mantas.

Tuve que obstruir la puerta y marché al pueblo.

Al volver, tenía una cesta repleta de comida, ropas para ambos y unas plantas que me dió un campesino después de que sostuviera una daga contra su garganta y le preguntara sobre alguna medicina natural para el resfriado.

Pepper seguía inconsciente, con fiebre, su frente ya estaba sudada y sus mejillas muy rojas.

Por mi culpa.

Aparté las mantas para vestirla.

Encontré sangre y me espanté.

Tal vez uno de esos desgraciado si llegó a tocarla. Me sentí muy furioso, encontraría a serpiente y le metería mi espada por el trasero.

Registré.

No era por eso.

Era su ciclo.

No temía por esto, a veces tenía que conseguir tela y plantas para Maude cuando era adolescente.

Siempre la ayudé en esos días tan difíciles, hasta que se hizo lo suficientemente mujer para soportarlo y encargarse ella misma.

Busqué alguna tela limpia en la cabaña.

Rompí varios trozos, vestí a la señorita Pepper con uno de los calzones, colocando la tela primero y luego le coloqué los pantalones para niño que encontré para ella. Era mejor que estuviera con esa ropa, fue la única pequeña que encontré para que le sirviera, lamentablemente, no había pantalones para mujer.

Antes de colocarle la camisa no pude evitar la tentación de recorrer las pecas y la piel suave.

A pesar de mi cansancio, mi miembro todavía daba un tirón.

Lástima que no pude tocarla.

La señorita Pepper estaba muy débil, no hubiese resistido algo así.

Le coloqué la sábana y luego un paño húmedo en su frente.

Esperaba que despertara.

Había unos troncos en un pequeño depósito, los corté para la leña y luego encendí la estufa, preparé la infusión, también algo de cenar.

La tos me hizo levantarme de la silla.

Siguió dormida.

Seguramente, esto era habitual, pero su situación se agravó con las penurias que estaba pasando.

Por mi culpa.

No se estaba alimentando bien, el viaje era demasiado fuerte, ni hablar de las emociones y sustos.

¿Por qué tuve que raptarla?

Su padre podía sentir la desdicha, el dolor del sufrimiento, pero aún no pagaba por todos sus crímenes.

No quería darle la razón a Maude y a ese lord.

Yo había liberado a Pepper, pensando en que iba a morir, impulsado por mi preocupación por mi hermana, pero también por ella misma.

No quería admitirlo.

Quería conservar a esa pequeña ardilla frágil.

Tenerla solo para mí, pero ella me odiaba.

¿Por qué rayos quería sacrificar su virtud con alguien como yo?

Su captor, el hombre que la hacía sufrir, que le mostró lo peor del mundo.

Le ofrecí matarme, no lo quiso y cuando le entregué todas las piezas que ahora reposaban sobre la mesa, lo único que pregunto fue que iba a suceder con mi venganza.

No quería marcharse, prefería que yo la usara.

Ella apreciaba mi vida más que yo mismo.

¿Por qué me mostraba su consideración si yo fui un maldito con ella?

Por un beso terminé en una zona enemiga, rodeado de hombres asquerosos y malvados, humillado, golpeado y siendo el juguete del padre de la serpiente.

Era solo un niño inocente.

Jamás quise confiar de nuevo en nadie, menos en una mujer.

Solo en mi hermana y ella también era traicionera, pero por ella moriría, incluso dejaría mi venganza.

Observé a la inconsciente y frágil Pepper.

¿Y por ella lo haría también?