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Atrapados

Atrapados

Status: En proceso
Genre:Terror
Popularitas:274
Nilai: 5
nombre de autor: Alberto Jose Sayago

16 extraños han sido abducidos para ser parte de un juego mortal, a manos de un fanático peligroso quién quiere recrear los escenarios macabros de sus series de terror y thriller favoritas ¿quién sobrevivirá a las reglas absurdas del autoproclamado Señor Cornamenta?

NovelToon tiene autorización de Alberto Jose Sayago para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Acontecimiento inesperado

–¡Por supuesto que sí! –exclamó Rosa, bostezando y llevándose la mano a la boca con desgano–. Además, estoy cansada.

–Pero tienes que suplirme mañana, a la hora del almuerzo –Le indicó Neo.

–Sí, claro. ¡No te preocupes! –respondió ella con una sonrisa–. ¡Nos vemos mañana, Neo! –se despidió con un gesto amistoso mientras se dirigía hacia la entrada del restaurante.

La cena había sido estupenda, y por tercera vez en ese día, Olivia y Esmeralda se habían encargado de su preparación. A Neo no se le hacía divertido cumplir con dos turnos de manera seguida, pero, necesitado de charlar con Lilith en lugar seguro, optó por hacer un intercambio con Rosa.

Tras salir de la piscina aquella tarde, Neo había ignorado el hecho de que carecía de una excusa convincente para colarse en la cocina sin levantar sospechas durante la limpieza nocturna. Al él sólo le importaba ubicar a la chica INTJ en ese espacio, aprovechando que el Señor Cornamenta no le vería pasándole notas sobre los planes de escape que tramaba con sus compañeros. No obstante, Neo había encontrado otra razón de peso para discutir cualquier cosa importante con ella en ese lugar, y eso era que la cocina estaría llena de personas para esa hora. Neo pensó que si Lilith ya había implementado un sistema para evitar que alguien interviniera en su comida, apenas a un día de encontrarse en ese hotel extraño; no habría forma de convencerla de mantener una conversación privada ellos dos. Asumió que, al menos, la chica se encontraría más abierta a escucharlo si tuviese la seguridad de que hay otras personas observándoles, o siendo testigos de la interacción entre ellos.

Aún así, Neo dudaba del éxito de su plan. Para sorpresa de nadie, Lilith no había compartido con el grupo en la hora de la cena, y Neo desconocía si ella se iba a presentar en la cocina para contribuir con el aseo. La única persona que quizás podría arrojar luz al pozo de la duda era Olivia, a quién Neo le preguntó si había visto a la escurridiza INTJ. <>, le señaló ella a la entrada de la cocina. Al parecer, Lilith se había quedado a comer, en solitario, dentro de ella. Neo sintió un gran alivio al saberlo, no había desperdiciado su noche en vano. Olivia todavía lo veía curiosa e interesada, pero no le hizo preguntas. Neo agradeció internamente por su gesto, aunque también sintió algo de culpa por no inmiscuirla en los planes del grupo.

Cuando el último comensal abandonó el restaurante, el equipo de limpieza se puso manos a la obra. Solo entonces Lilith emergió de la cocina, ceñuda, y con el humor de un perro rabioso, para tomar la pila de platos sucios de una de las mesas. Neo se acercó rápidamente a la mesa frente a ella y emuló su acción, sin apartar la vista. Pero ella parecía tan mustia como una mula tras dar a luz. Ambos entraron a la cocina y depositaron la vajilla en los largos mesones.

–¿Puedes venir un segundo? –solicitó Neo en voz queda.

Ella, sin embargo, actuó como si no lo hubiera escuchado y, cuando estaba a punto de ir por más platos, Neo le puso la mano en el hombro para detenerla.

–Por favor, ¿puedes escucharme? –pidió él, esta vez con un tono más firme y un atisbo de impaciencia.”

Aquel movimiento no había sido muy acertado, pues en menos de un segundo, cualquiera cerca del restaurante pudo escuchar un fuerte <<¡No me toques!>>, seguido de un sonoro manotazo. La chica, pálida de la rabia, abandonó el lugar. Neo se quedó allí, sobándose la mejilla ahora marcada con una gran mancha rosada. Su oportunidad se había esfumado tan rápido que le resultaba inverosímil el tiempo invertido en conseguirla. Se preguntó genuinamente por qué había insistido en involucrar a alguien tan poco cooperativo. Sus compañeros tenían razón, Lilith no valía la pena.

–¿Pero qué le hiciste? –preguntó Violeta, entrando a la cocina cargada con una bandeja de vasos y cubiertos.

Aquel tono le había sonado acusatorio, lo cuál implicaba que él había hecho algo malo, cosa que no era cierta. Sintió que la mejilla le ardía más de lo que ya lo estaba haciendo.

–¡Nada! ¡Yo no le he hecho nada! –exclamó, apretando los puños–. ¡Está paranoica! –murmuró entre dientes–. Piensa que la van a matar o algo así.

Neo se percató que Violeta había dado un saltito en el momento que él había pronunciado <>, pero estaba tan enojado que no se molestó en darle importancia. Cobalt asomó la cabeza de entre la puerta y mencionó con voz compasiva:

–La pobre debe estar asustada. Es normal, todos lo estamos en cierto punto.

Pero Neo pensó que ella simplemente era apática y asocial, y que no tenía intenciones de integrarse en el grupo, incluso si no existiera tal cosa como el juego mortal de las personalidades. No había razón para confiar en ella, y se sintió estúpido por haberlo considerado en algún momento. Ni siquiera su juicio era bueno, ¿pues qué tanto le podría hacer él, teniendo cerca a 3 personas más?

Las labores finalizaron a unos escasos 15 minutos antes del inicio del turno nocturno. Helio, Rosa y Cobalt le habían ofrecido acompañarlo a las habitaciones para ir todos en grupo, pero él declinó la oferta. Si bien tenía claro que no era muy prudente dar vueltas por el hotel sin compañía, no le apetecía encerrarse en su habitación. Al principio, el hotel le había parecido interesante, pero tras un día se volvió monótono y aburrido. Lo único que le entretenía la mente era discutir formas para escapar de aquel lugar.

Deseó haber tenido un poco más de tiempo para prepararse un café, pero supuso que en cualquier momento aparecería el Señor Cornamenta para anunciar el cierre del restaurante. Desganado, se levantó de la silla y se retiró de allí. No era de extrañar que no hubiese nadie en el Lobby, por lo que el silencio era absoluto. Los barrotes en la puerta permanecían inamovibles, tal cuál habían quedado la noche anterior, cuando él y los demás habían ingresado al hotel por primera vez. De todas formas no tenía razones para volver al sótano, pero seguía intrigado en el cómo le habían hecho para modificar el hotel tan drásticamente.

Aunque podría haber tomado el ascensor o las escaleras para llegar más rápido a su cuarto, terminó desviándose a la puerta de acceso al área de empleados. Recordó que no había ingresado todavía al cuarto de aseo, ni a la lavandería; aunque de todas formas no esperaba encontrar algo relevante allí. En realidad, Neo no tenía ningún plan en mente. Sin embargo, eso cambió en el momento que se adentró a la lavandería. Lo primero que observó fue la Pantalla negra situada en una esquina de la habitación; ello le dio una idea: debía de corroborar cuáles eran las zonas que funcionaban como punto ciego para el cabeza de ciervo. Sin perder un segundo más, comenzó con su faena. No tardó ni 15 minutos en revisar cada espacio disponible dentro del hotel. Ciertamente había un escondite más que les servía para reunirse sin que la mirada inquisidora del Señor Cornamenta les siguiera la pista: la salita para empleados. Neo no pudo evitar percibir un patrón en todo ello. La cocina, la piscina y esa salita tenían algo en común; y eso era que para ingresar a ellas, primero debías pasar por otra habitación. En otras palabras, el cabeza de ciervo se había dado cuenta de que no necesitaba colocar cámaras y pantallas en esas salas porque ya le bastaba con hacerlo en las que tenían como anexo. Se alegró de que el anfitrión fuese tan flojo mentalmente. Sin que él lo hubiese advertido, les había proporcionado una ventaja.

Se sintió revitalizado, y con ese pensamiento, decidió que ya debía regresar a su cuarto. Caminaba por el pasillo para tomar la escalera de emergencia cuando escuchó que algo pesado caía y daba tumbos. Se apresuró para ver qué era lo que estaba produciendo ese ruido, y ahogó un grito cuando se encontró a una de las chicas inconsciente, en el suelo. La cabellera rubia inconfundible de Sol comenzaba a teñirse de rojo, mientras que su tez bronceada ahora había perdido el color ¿Pero qué había pasado? Sintió como el corazón empezó a latirle con fuerza, mientras sus piernas le pedían que corriera, pero estaba helado. Ni aunque hubiese querido, no habría podido moverse. Su mente iba demasiado rápido ¿Estaba muerta?, ¿Alguien había decidido asesinar?, ¿Sería él el siguiente?, ¡¿Qué debía hacer?!.

Quien quiera que hubiese hecho eso debía estar en el piso superior, o eso creyó él, aunque no escuchaba pasos desesperados alejándose con rapidez. De hecho, lo único que podía oír era un pitido enfermizo que le perforaba el cerebro. De repente, su visión se volvió borrosa y tuvo que apoyarse de la pared para no perder el equilibrio. No quería repetir la escena que había tenido en el sótano. Cerró los ojos y respiró profundo, cada vez más lento. Necesitaba controlarse. Hacía apenas unos minutos había recorrido todo el recinto y no se había encontrado a nadie ¿Por qué estaba sucediendo esto ahora?

No estaba seguro de cómo proceder. Iba a ser muy sospechoso de su parte ser la primera persona en encontrarla. Mucho más a esa hora de la noche, cuando se suponía que todos debían encontrarse en sus cuartos. No quería mirarla, sentía culpa. Él no había hecho nada, pero si se quedaba allí, estaba claro de que iba ser a él a quién iban a acusar de haberla matado. Debía escapar. Debía ocultarse en su habitación. Pensó que si el resto hubiese estado en su lugar, habrían lo mismo. <>, se dijo a sí mismo, tratando de convencerse.

Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos, pues por el reflejo del rabillo de su ojo, pudo ver cómo el pecho de Sol subía y bajaba: una prueba irrefutable de que todavía respiraba. Aún sin poder creérselo, se arrodilló frente a ella, y colocó sus dedos en dónde el calculaba que debía estar la yugular. El flujo de sangre hacía palpitar la vena con un leve impulso, pero todavía perceptible. Después de todo, Sol no estaba muerta. Y allí, dándose cuenta de lo cobarde que era, se sintió asqueado consigo mismo. Había sido capaz de plantearse abandonar a una persona convaleciente, con tal de que no le asociaran con el siniestro. Era un idiota, uno de los grandes.

De todas formas, Neo se dio cuenta de que él no podía seguir perdiendo el tiempo. La chica seguía sin reaccionar, y él no podía predecir qué tan severa era la herida en su cabeza. Tampoco quería moverla, así que subió las escaleras con premura hasta alcanzar el primer piso, y luego se dirigió a la puerta de Blonde. Golpeó la madera con tanta insistencia que el grandulón no tardó ni 10 segundos en recibirlo. Después de que Neo le explicara lo que estaba sucediendo, ambos alertaron al resto. Sin embargo, no todos respondieron al llamado. Blonde se encargó de transportar a la joven a su recámara, mientras que Olivia y Sky buscaron gasas y otros artículos de primeros auxilios para desinfectar la herida y vendarla.

Se notaba a leguas que más de uno ya se había preparado para ir a la cama, pero Neo dudó que alguno de ellos lograra conciliar el sueño; no con la angustia de no saber qué había provocado que Sol rodara escaleras abajo, llevándose como premio una contusión de la cuál todavía no se había despertado. <>, le había preguntado Julio, visiblemente preocupado. Neo les explicó, tal cuál, lo poco que había podido presenciar. Claramente a ninguno le alegraba que él anduviese merodeando por ahí pasada la hora del toque de queda. Él lo sabía, entendía la frustración del resto, pero Neo no había tenido planificada una situación como esa.

Mientras Olivia le humedecía los labios secos a la rubia, Sky se percató de que Sol se veía demasiado deplorable: tenía bolsas en los ojos, la piel muy pálida. A leguas se le notaba un preocupante estado de deshidratación, lo que le hizo creer que ella quizás no había ingerido ningún tipo de líquido desde el día anterior. <¿Y si no ha tomado agua desde ayer?, la verdad es que parece que no ha consumido tampoco ningún tipo de alimento>>. No era una idea descabellada. Neo recordaba como Sol había expresado que no comería nada que el Señor Cornamenta hubiese preparado. No era la única razón para pensar que Sol estuviese evitando alimentarse. A simple vista, la chica debía tener unos 10 kilos de peso menos de lo que debería ser natural para una mujer de su estatura. Neo no pudo evitar rememorar lo que Úrsula le había insinuado una vez estando en el sótano: quizás tenía un trastorno alimenticio.

–Supongo que lo mejor es que nos vayamos –sugirió Sky– ya mañana ella nos contará lo que pasó.

Ella dejó la llave de la habitación sobre el buró y se encargó de hacer funcionar el pasador para que la puerta quedase trancada desde adentro. Cada quien regresó a su cuarto, deseando las buenas noches, no sin antes un nuevo regaño por parte de Julio y una advertencia más por parte de Sky. De todas formas, Neo ya no tenía muchas ganas de vagar por ese lugar. Ciertamente, esa no fue su mejor noche, y le costó bastante poder dormir.

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lyaa
Se ve interesanto, espero que pronto haya más capítulos. ❤️
Asseret Miralrio
😍Por favor autora, me encanta tu forma de escribir, ¡quiero leer más!
🏹💕mycupidaneko💘🐈
Necesito más para leer
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