Héroes: Parte Uno

Habían pasado cuatro meses desde la prueba para acceder a décimo, y los profesores estaban a punto de realizar la comisión de evaluación. Todos estaban nerviosos, ya que la mitad del análisis se basaría en lo que ocurrió en la prueba. Aquellos que no se desempeñaron bien temían perder el año. Junior sentía un nudo en el estómago; durante la prueba había estado desmayado, aunque había conseguido eliminar a varios rivales. Sin embargo, lo que más le preocupaba a Nicole no era la evaluación, sino lo que había ocurrido con el francotirador David. Cada vez que intentaba preguntarle a Junior al respecto, él cambiaba de tema de inmediato, lo que solo aumentaba su frustración.

El siete de agosto era un día especial, ya que Junior cumplía diecisiete años. Sus padres le organizaron una pequeña fiesta a la que asistieron todos sus amigos. Aunque Junior solo quería disfrutar del momento y divertirse, la insistencia de Nicole por hablar sobre David lo incomodaba. Cuando la fiesta se fue desvaneciendo y los invitados comenzaron a irse, Nicole aprovechó la oportunidad.

—¿Qué tal la fiesta? —le preguntó, tratando de romper el hielo.

—Bien —respondió Junior con desinterés.

En la capital

Mientras tanto, el Señor Luz comenzaba a desesperarse. David no le había proporcionado información sobre el encargo que le había dejado. Cuatro meses sin noticias resultaban inaceptables. Decidido a no esperar más, se puso a investigar sobre el trabajo de un sicario y encontró un mensaje que lo inquietó:

“Si usted contrata a un sicario para matar a alguien, está enfermo. Un sicario primero investiga a la víctima y luego viaja al lugar del trabajo, esperando el momento justo para realizar el asesinato. Esto puede tomar dos meses, pero si se demora más, significa que ha fracasado en su tarea. Si un sicario revela el nombre de quien lo contrató, morirá. Todos llevan un brazalete en el cuello que se activa si intentan decir el nombre del contratante; esto hace volar su cabeza.”

Al terminar de leer, la furia del Señor Luz alcanzó un nuevo nivel. Rompió el vaso que tenía en la mano, dejando escapar su rabia. Perdiendo el control, se dejó consumir por el odio. Entonces, tomó un lápiz y comenzó a escribir una carta que decía:

“Para: Juan Pablo Saavedra.”

Decidió enviarla, asegurándose de que no se descubriera su autoría. Tenía un mes para prepararse y entrenar antes de que la carta llegara. A medida que se preparaba, murmuró con determinación:

—Bien. Lo haré yo mismo y no me importa tener problemas.

El Señor Luz había cruzado una línea; iba a hacer lo que David no pudo y no le temía a las consecuencias. Mientras tanto, la Liga de Héroes lo estaba llamando, pero él ignoró las llamadas y se concentró en su oscuro objetivo.

De vuelta donde Junior

Junior se encontraba entrenando en la sala de simulación de la academia. Estaba confundido por su reciente aumento de velocidad y fuerza, pero su mente seguía distrayéndose con facilidad, lo que le costaba varias derrotas. Se dio cuenta de que su técnica de combate no era lo suficientemente sólida, y mientras luchaba consigo mismo, llegó un chico de décimo que atrajo su atención. Era alto, con un cuerpo musculoso, cabello liso y negro como sus ojos. Tenía el poder de hacer que espinas de erizo emergieran de su cuerpo.

—¿Sabes qué hace falta? —le preguntó el chico, con un tono desafiante.

—¿Qué? —preguntó Junior, intrigado.

—Pelear cuerpo a cuerpo —respondió el chico.

—Sí, pero yo peleo como boxeador —contestó Junior, aunque no parecía del todo convencido.

—O podrías probar con el taekwondo, como el Señor Luz —sugirió Aníbal, sonriendo.

—¿Y tú quién eres? —inquiriu Junior.

—Soy Aníbal, de diez dos —se presentó el chico.

Aníbal propuso pelear con Junior, quien aceptó de inmediato. Los dos comenzaron a intercambiar golpes en una pelea que parecía pareja, aunque Aníbal tenía más experiencia. A pesar de sus esfuerzos, Junior se encontró rápidamente en desventaja cuando Aníbal comenzó a utilizar sus espinas, causando que Junior sangrara cuando lo golpeó.

Al ver que la pelea se tornaba complicada, Junior se decidió a esquivar y contraatacar, pero Aníbal, ágil y astuto, logró atravesar la pierna de Junior con una de sus espinas. Junior sintió el ardor del dolor, pero no se dio por vencido. En respuesta, lanzó una serie de rayos, pero Aníbal esquivó la mayoría, disfrutando del desafío.

Junior se dio cuenta de que necesitaba mejorar su técnica y comenzó a practicar más a fondo. Después de un rato, se le ocurrió que un poco de taekwondo podría ayudarle, así que decidió entrenar junto a Aníbal, quien aceptó gustosamente ser su compañero de entrenamiento. Mientras tanto, el Señor Luz se preparaba para llevar a cabo su venganza, una sombra oscura que se cernía sobre el futuro de Junior y sus amigos.

Dos días después del intenso entrenamiento, Junior se encontraba en la sala de simulación, todavía recuperándose de las heridas que Aníbal le había infligido en sus prácticas. Durante su último combate, Aníbal había atravesado el pecho de Junior con unas espinas, dejándolo más herido que nunca. Aunque Junior había logrado golpear a Aníbal en varias ocasiones gracias a su fuerza sobrehumana, se dio cuenta de que aún no dominaba del todo su propio poder y que le faltaba mucho para estar a la altura de un rival experimentado.

—Tienes que tener cuidado —le dijo Aníbal, mientras le quitaba las espinas de su cuerpo—. La híper movilidad solo funciona si logras anticipar los ataques. Si tu oponente te lanza un ataque desde arriba, como cuando estás en el aire, aprovechará la oportunidad para golpear. No puedes confiarte, Juan Pablo.

Junior asintió, comprendiendo la importancia de las palabras de Aníbal. Sabía que cada enfrentamiento era una lección y que debía aprender de sus errores. Con renovada determinación, volvió a asumir la posición de combate y se preparó para el siguiente asalto. Esta vez, Junior se enfocó en observar los movimientos de Aníbal, tratando de anticipar sus ataques.

—¡Vamos! —gritó Aníbal, lanzándose hacia él con una ráfaga de espinas que emergían de su cuerpo.

Junior se movió con agilidad, esquivando la mayoría de los ataques, pero un par de espinas lo alcanzaron, cortando su piel. Sin embargo, en un momento de intuición, logró golpear a Aníbal en la cara con un poderoso puño. Era el primer golpe que realmente había podido asestarle en varios días.

—¡Bien hecho! —exclamó Aníbal, retrocediendo ligeramente—. ¡Eso es! Pero no te relajes.

Junior sonrió, sintiendo un pequeño atisbo de confianza en sí mismo. Comenzó a ejecutar una serie de movimientos más complejos, utilizando su híper movilidad para moverse en círculos alrededor de Aníbal. Al instante, su oponente se dio cuenta de que Junior había aprendido a hacer uso de su habilidad, lo que incrementó la intensidad de la pelea.

—Eso está mejor —dijo Aníbal, admirando la mejora de Junior—. Sigue así.

Ambos continuaron peleando durante un rato más, cada vez más competitivos, mientras que el sudor y la determinación se mezclaban en el aire. Junior había logrado asestar varios golpes, y aunque todavía estaba lejos de dominar su poder, la diferencia era notable.

En otro lugar

Mientras tanto, el Señor Luz estaba terminando de preparar sus herramientas y armas. Había estado entrenando en secreto y reforzando sus habilidades para llevar a cabo su plan. No le importaba el peligro que esto representaba, ya que su objetivo era claro. En su mente, el odio lo consumía y estaba decidido a cumplir su venganza.

—Voy a hacer lo que David no pudo —murmuró para sí mismo, aferrándose a un cuchillo afilado—. Esta vez, nadie me detendrá.

Su rencor crecía con cada día que pasaba, y con cada día, la sombra de su ira se acercaba un poco más a Junior y sus amigos. No había vuelta atrás; la tormenta se avecinaba y nadie estaba preparado para lo que vendría.