En la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una serie de desapariciones misteriosas aterra a la comunidad. A pesar de los esfuerzos de la policía local, las víctimas desaparecen sin dejar rastro. Héctor Ramírez, un detective experimentado, es llamado para investigar. Mientras avanza en su pesquisa, descubre que las desapariciones están conectadas por una serie de pistas inquietantes que parecen ir más allá de lo criminal. Atrapado en un misterio que desafía su comprensión, Héctor se enfrenta a fuerzas que no pueden ser explicadas por la lógica. A medida que el caso avanza, la atmósfera de la ciudad, cargada de historia y superstición, se convierte en un campo de juego para lo sobrenatural.
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12 de Abril 2024
Bitácora del Inspector Héctor Ramírez
El caso tomó un rumbo inesperado hoy. Mientras el equipo seguía investigando los posibles vínculos entre Santiago y Mariana, recibí una llamada del hospital donde el joven estaba internado. Según los médicos, Santiago había sufrido un episodio de convulsiones durante la noche, mucho más severo que los anteriores. Lo que era más preocupante es que, al despertar, había comenzado a murmurar palabras en latín de manera incoherente, como si estuviera repitiendo algo aprendido o grabado en su memoria.
El hospital pidió nuestra presencia para documentar el evento. Cuando llegué, Santiago estaba sedado, pero el médico a cargo nos entregó una grabación de audio de lo que había dicho. Las frases eran fragmentadas, pero una en particular me heló la sangre:
"Illud quod latet, mox apparebit."
Traducida, significa: "Lo que está oculto, pronto aparecerá."
Más tarde, decidimos inspeccionar nuevamente el edificio donde encontramos el cuerpo de Mariana, con la esperanza de que un segundo análisis arrojara algo que pudiéramos haber pasado por alto. La estructura seguía abandonada, pero su atmósfera, cargada de misterio, parecía intensificarse con cada visita.
Mientras revisábamos las paredes y los rincones, uno de los agentes encontró algo extraño detrás de un panel de madera desprendido. Era un pequeño compartimento oculto que contenía lo que parecía ser un cuaderno antiguo. Las páginas, desgastadas y amarillentas, estaban llenas de símbolos y notas en latín. Aunque la mayoría de las palabras eran incomprensibles, Clara identificó una entrada que mencionaba el "ritual del vínculo".
El texto hablaba de una práctica antigua diseñada para "atar almas" a través de actos ceremoniales, y mencionaba el uso de sangre y marcas como parte esencial del proceso. Aunque el lenguaje era vago y metafórico, era imposible no pensar en las marcas en el cuerpo de Mariana y las palabras tatuadas en Santiago.
Por la tarde, mientras organizábamos lo que habíamos encontrado, recibí una llamada de Teresa. Mi esposa no suele interrumpirme durante el trabajo, pero su voz al otro lado del teléfono estaba cargada de preocupación.
—Héctor, acabo de recibir algo extraño en el buzón —me dijo.
Regresé a casa de inmediato. Teresa me mostró un sobre idéntico al que María Herrera había recibido días antes. Dentro, había otra hoja con un mensaje en latín:
"Veniunt umbrae. Parare."
Lo traduje mentalmente: "Las sombras vienen. Prepárate."
El sobre no tenía remitente, y Teresa aseguró no haber visto a nadie cerca de la casa. Este evento añadió un peso personal al caso que no podía ignorar. Si alguien estaba enviando estos mensajes, significaba que sabía demasiado, no solo sobre las víctimas, sino también sobre las personas cercanas al caso.
Por la noche, me reuní nuevamente con mi equipo. Clara estaba convencida de que estos mensajes eran parte de un plan mayor, algo que aún no alcanzábamos a comprender del todo. Propuso investigar más a fondo los rituales descritos en el cuaderno encontrado, mientras que otro de los agentes sugirió examinar registros históricos en busca de cualquier mención a prácticas similares en la región.
Mientras terminábamos la reunión, recibí una notificación del laboratorio forense. Habían analizado más profundamente las marcas en el cuerpo de Santiago y encontrado algo alarmante: los cortes y la frase tatuada habían sido realizados con precisión quirúrgica, como si alguien con conocimiento médico o experiencia en procedimientos precisos hubiera estado involucrado.
Al cerrar el día, volví a mi despacho con una creciente sensación de urgencia. No solo estaba tratando de resolver un caso; estaba enfrentándome a algo que parecía superar el entendimiento racional. El reloj avanzaba, y sentía que las piezas del rompecabezas estaban cerca de encajar. Sin embargo, no podía sacudirme la sensación de que, cuando lo hicieran, la verdad sería más oscura de lo que podíamos anticipar.