El matrimonio de muchas personas se ve afectado por un problema y la traición es lo que pone el clavo en el ataúd, podrá perdonar la traición la persona que más sufre?, quien es en realidad el que más sufre?.
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Cap. 14. Escúchame bien
En París, no habían pasado ni dos días que Sebastián entró a la oficina de Irina como un torbellino mostrando su gran actuación.
—Iri, preciosa, no sabía donde estabas, lo siento tanto, por favor, hablemos, sé que cometí un error, no va a volver a pasar, temía que vuelvas triste y destrozada como la última vez que fuiste a ver a tu familia, vine para darte un abrazo —dijo tratando de acercarse, pero Irina inmediatamente tomó uno de los adornos y amenazó con romperle la cabeza si daba un paso más.
—Escúchame bien, Sebastián, ni se te ocurra acercarte después de lo que hiciste, después de la forma como me trataste.
—¿Qué pasa Sebastián?, ahora ya no estoy loca por acusarte de infiel?, ahora ya no soy una mujer tóxica que ve fantasmas?, Oh, ahora soy Iri, tu amor que perdona…, pues vete al carajo, estuve dos meses deprimida y tú hiciste lo que te dio la gana, no eres más que un vividor y aprovechado, falto de carácter que no puedes ver hueco sin meter el palo, me alegra mucho no dejar que me toques durante todo este tiempo, realmente me habría arrepentido, y quien sabe, hasta una enfermedad venérea me hubiera contagiado —dijo despectiva mientras que el guapo joven mira para otro lado.
—Iri, eso fue un grave error, esas mujeres solo quieren separarnos, tú sabes que eres lo que más quiero, siempre te he respetado de todas las formas, sin embargo, tú no quisiste que esto mejore entre nosotros —dijo cabizbajo y con pesar.
Irina dio un suspiro para mirarlo con atención.
—Sebastián, recién nos fuimos a vivir juntos, solo salimos durante 6 meses y tú insististe en mudarnos, no fui yo, siempre te dije que una relación se toma en serio, si yo quisiera jugar, no tendría pareja, solo tendría encuentros casuales, así que no te hagas a la víctima y sí, soy una mojigata, una puritana como me llamabas en los mensajes que te mandabas con tus amiguitas, pero de recuero, que mi entrepierna no es un basurero para meterle cualquier cochinada, así que solo quiero que te vayas, sal de aquí, no pienso socavar tu carrera como modelo, pero eso no quiere decir que tú y yo estamos saliendo o te voy a perdonar, ya perdiste tu oportunidad, así que te aguantas —dijo Irina, sin embargo, unos guardias de seguridad entraron alertados por Carla quien vio la situación, Sebastián estaba desperado, sabía que Irina era un partidazo, difícil de encontrar dos veces en la vida, y perderla solo decía que era un reverendo idiota.
—Iri, voy a dejar que te calmes por un tiempo, hablaremos después, no olvides que te amo, que eres el sol de mi cielo, cariño, por favor, no te apresures —dijo mientras era arrastrado por los guardias fuera de su oficina.
Irina rodó los ojos, claro que sabía que ese tipo está mintiendo en todos los sentidos, si no hubiera leído con sus propios ojos la forma como se refería a ella para poder acostarse con esa sarta de modelitos y mujeres vividoras, ella creería en todas sus palabras, pero ya no era ni tonta, ni ingenua.
*_*
Mientras tanto, en la habitación del hospital, Aníbal ya ha dado un par de paseos, no puede agitarse mucho por sus pulmones, a veces siente fatiga, pero pronto estará mejor.
René envía mensajes a la bella Pamela para informarle de los avances. Claro que está interesado en hacer él otros avances, Pamela es muy bella, parece estar interesada en él, algo que lo emociona, ya que nunca había sido coqueteado por una chica tan linda.
—Debo deducir que esa sonrisa es por la trigueña que te trae loco —dijo Aníbal mientras termina su no tan sabrosa sopa de hospital.
—Primo, no me desanimes, es linda y divertida. Mis ex no eran así de preciosas, son atractivas, pero Pame, ella es otra liga —dijo preocupado—. Ahora que lo piensa, no es fácil lidiar con una mujer así. El interés y galanteo de varios hombres es algo que tendría que soportar.
—Cállate, no juegues con ella, te lo advierto, es amiga de mi cuñada, te rompo las piernas —dijo Aníbal poniendo feliz a su primo.
Eso era lo que quería ver, a su primo ser como siempre, protector, justo con lo que está mal, ser un tipo decente en todo el sentido de la palabra y no quiere que por culpa de esa gente loca su primo pierda su esencia.
Pasaron 5 días e Irina llegaba al aeropuerto internacional. Esta vez venía con Carla, estaban mudando la sede y su equipo de trabajo estaba en esas. Ella, por otro lado, solo quería alejarse de Sebastián, además de que por su conducta intrusiva, había estado perdiendo clientes y eso no le convenía.
Posterior a reunirse con varios agentes de bienes inmuebles, Irina compró el Penthouse donde estaba viviendo, también un hermoso edificio en una lujosa zona comercial para poner la empresa, sí, la cuenta bancaria de la jovencita es más que destacada y ella sabe muy bien cómo hacer dinero con la vanidad ajena.
Después de cerrar el trato, Carla la acompañó al hospital. Estaba curiosa por conocer al protegido de su jefa. Debe ser alguien que, de veras, está en una situación muy difícil.
—Holi cuñado C-Aníbal, ¿cómo estás? —dijo Irina entrando a la habitación mientras que Aníbal almorzaba, claro que aún no se resigna a esa comida.
—¿Criatura?, ¿Cuándo llegaste? —Cómo verás, aquí comiendo esto que aún no sé a qué sabe —dijo risueño mientras Irina mira la sopa de Aníbal con desagrado.
Carla vio a Aníbal, quien tenía un mejor semblante y le pareció que era muy guapo, además de que su carácter calmaba a su impetuosa jefa.
La asistente carraspeó un poquito, haciéndose notar. Le parecía que este protegido de su jefa sería una presencia constante durante un buen tiempo.
Irina se volteó para ver a Carla, quien parpadea varias veces.
—Oh, lo siento, Aníbal, ella es mi asistente, Carla, me ayudará con los temas de mi empresa, como sabrás las cosas por allá no andan muy bien, supongo que Pamela la chismosa ya te ha informado, pero…, ahora que me voy a quedar por este lado, tú no te vas a andar haciendo el orgulloso, mañana sales y te voy a llevar a mi departamento, no quiero que vuelvas a tu casa aún, tengo que vigilarte que no andes haciendo tonterías, además que tendrás un nutricionista y un fisioterapeuta, realmente casi te mueres Aníbal y no te estás tomando esto en serio —dijo ella autoritaria mientras que René quería reír y Aníbal estaba avergonzado hasta la pared de enfrente.