Queda huérfana y tiene que cuidar de sus hermanos, así que con sólo 15 años se casa con un hombre ciego y malhumorado.
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Capitulo 10
Meses después, llega el cumpleaños 16 de Camila. Ella piensa que Bruce por lo menos la llamara. Pero la esperanza se va al suelo, descubre que el ni siquiera sabe su fecha de cumpleaños. Quién si la recuerda es Luis, el va a casa de sus padres y la invita a cenar. Camila no quiere aceptar, el es su cuñado, y no estaría bien.
Pero Luis no se da por vencido, le regala un bonito vestido, zapatos y una gargantilla de oro. Camila al ver todos esos regalos acepta, pero como no quiere que la malinterpreten, decide llevar a sus hermanos. Luis la ve bajar y sonríe, piensa que hoy la hará suya.
— Te ves hermosa. — Halaga mientras besa su mano.
— Gracias.
— Bueno, vámonos.
— No. Espera. Faltan mis hermanos.
— ¿Tus que? — Pregunta el muy sorprendido.
— Mis hermanos. — Los pequeños bajan con trajes, cada uno de un color diferente. Franco lleva uno de color negro, Oscar un azul marino, y Alberto un color vino. Luis sonríe sin ganas, la idea de salir con esos pequeños no le es grata. Los niños nunca le han gustado.
— ¿Vamos? — Pregunta ella con una sonrisa feliz.
— Claro. — El la lleva junto a su auto y abre la puerta, Franco sube en la parte de enfrente, Oscar y Alberto atrás, junto a Camila.
— Ponte el cinturón de seguridad. — Le dice Camila a su hermano, y el le obedece. Todos van al restaurante y Luis pide su mesa. Era para dos, pero ahora no tiene más remedio que hacer un cambio.
Camila les advierte a sus hermanos que deben portarse bien. Ellos aceptan, sin embargo a la hora de partir el pastel ellos se llenan la cara de crema chantilly.
Luis siente que está haciendo el ridículo, nunca más llevará a esos niños con el. Eso es definitivo.
Camila por otra parte está muy feliz. Hace mucho que no salia a pasear con los pequeños, antes no le gustaba, pero ahora valora cada momento con ellos. Al salir del restaurante y llegar a casa le agradece a Luis.
— Por ti pase una noche muy agradable. — Ella le da un beso en la mejilla. — Muchas gracias.
— De nada hermosa. — Luis le acaricia las mejillas. Le encanta la suavidad de su piel.
— Hermana vamos a dormir. Tenemos sueño. — Habla Franco..
— Nos vemos.
— Hasta mañana. — Le dice el.
Cecilia ve a su hijo con Camila, y no le agrada. Siente que el tiene otros intereses en ella. Piensa que es momento de casarlo, el debe sentar cabeza también.
Tres meses después Camila y Luis se han vuelto amigos, aunque el sólo está actuando para llevarla a la cama. Ahora que su hermano no está, su interés en ella ha disminuido, pero eso no significa que se haya terminado.
Hoy es un día especial para Luis, su empresa logró concretar un negocio muy importante, el está muy contento, le pide a Camila que célebre con el. Camila acepta, pero le dice que sea en casa de sus padres. A Luis no le agrada pero está de acuerdo. Camila le hace el mismo pastel que preparó en el cumpleaños de sus hermanos. Está vez deja que el participé en la preparación.
Cuándo terminan y lo prueban, Luis queda fascinado con el sabor.
— Está riquísimo.
— Es una receta de mi padre.
— ¿Tú papá es chef?
— Era. — Aclara ella con tristeza.
— Lo siento. Había olvidado que el...
— Si. No te preocupes.
— ¿Los extrañas?
— Todos los días. — Una lágrima sale de los ojos de ella. — A veces pienso que debí ir a ese viajé, tal vez ahora estaría con ellos. — Camila se pone sentimental y unas lágrimas aparecen. Luis se siente mal al verla triste, la abraza y le acaricia la espalda.
— No llores. Si hubieras estado ahí, tal vez yo no te hubiera conocido. — Camila limpia sus lágrimas.
— Lo siento. Yo no acostumbró a llorar. — Ella se separa un poco.
— Llorar no tiene nada de malo. Siempre puedes hacer eso conmigo.
— Gracias.
Cecilia ve a ambos abrazados y se convence de que debe casar a su hijo. No quiere que Luis sea un obstáculo en la felicidad de Bruce.
— Hijo que bueno verte.
— ¿Vienes a felicitarme? — Pregunta el emocionado.
— No es tu cumpleaños. ¿O si? — Se pregunta a así misma.
— No mamá. No lo es. Pero pensé que sabrías sobre...
— Okay, lo que tengas que decir no es importante. — Luis se siente mal ante esa indiferencia. — Te quiero avisar que mañana tienes una cita a ciegas.
— ¿Perdón? — Luis la mira incrédulo.
— Creó que es momento de que te cases. Busqué buenas opciones, mañana es tu primera cita.
— Pero mamá...
— Llega puntual, te enviaré la dirección. — Cecilia se marcha. Luis se queda algo triste, Camila nota esa tristeza.
— Se lo que sientes. — Le dice ella.
— No te entiendo. — Finge que todo está bien.
— Tu mamá no te hace mucho caso, y eso te duele. ¿Verdad? — Luis no lo quiere admitir.
— No se de qué hablas. — El sonríe para disimular.
— Detrás de una sonrisa siempre se oculta una tristeza muy grande. Yo también pase por eso.
— ¿Tus padres no te querían?
— Si me querían. Pero ser la hija o el hijo mayor es duró. — Dice ella con una sonrisa forzada. — Pasé varios años de mi vida siendo hija única, luego llegaron esos pequeños y todo cambió, la atención, la protección, el amor, los mimos, las sonrisa, los cuentos, todo era para ellos. Te hacen a un lado cuándo llega un nuevo bebé.
— ¿Y no odias a tus hermanos? — Pregunta el. Ha visto lo cariñosa que es con ellos, pero ahora piensa que tal vez está fingiendo.
— Los odié. — Confiesa ella. — Y no me siento orgullosa. Al contrario, estoy decepcionada de cómo actúe, tarde entendí que tú no eliges en que orden nacer. Los padres son quienes cometen el error, ellos deberían prestar la misma atención a todos los hijos.
Luis reflexiona sobre ello. Sabe que Camila tiene razón, los culpables son los padres, pero el no puede evitar odiar a su hermano. Ese odio se ha alimentado por mucho tiempo, desde que Bruce nació fue el hijo favorito, el hijo perfecto, intentó deshacerse de él provocando un accidente. Y sólo logró que el quedará ciego, que se volviera un amargado, pensó que así la atención sería para el, pero pasó lo contrario, sus padres sólo tenían ojos para Bruce. Por ellos se desquitó quitándole a sus esposas.