Un Encuentro Accidentado

Melanie

–¿Qué estas haciendo? –pregunto intrigada cuando comienza a sacar todas las bombillas de luz de las lámparas en la habitación del Hotel.

Me mira y hace el gesto universal de cállate la boca y lo hago. Debe estar preocupado porque Nowak haya instalado cámaras o micrófonos, o peor, ambos.

Imagino que puedes permitirte ser paranoico cuando tienes mucho que perder.

Subo mi maleta sobre la enorme cama y solo entonces me doy cuenta de que solo tenemos esta habitación y una sola cama.

–¡¿Tenemos que dormir juntos?!

Saca una caja metálica negra de su maleta y luego presiona un botón en ella. Una suave luz azul comienza a parpadear iluminando la habitación. Si fuera redonda u ovalada podría jurar que es un dispositivo Alexa.

–Esto bloqueará cualquier señal –dice sonando más tranquilo–. Se supone que eres mi novia, Mel, no podíamos pedir dos habitaciones, Nowak tiene ojos en todos lados.

Mierda. Tiene razón, pero aun así…

¿Cómo se supone que dormiré tan cerca de él?

Querré tocarlo y acostarme sobre su pecho y quedaré en ridículo.

–Si tienes algún problema con dormir juntos puedo dormir en el sofá.

Miro el pequeño sofá y sonrío. –No creo que sea el adecuado para tu tamaño.

–En el suelo entonces.

–No seas tonto. Somos adultos, lo solucionaremos.

–¿Quieres que yo duerma sobre las sábanas para mantener el decoro? –pregunta con una adorable sonrisa.

Una sonrisa que muero por besar.

–No tengo cinco años, Conor.

Repasa mi cuerpo envuelto en un pequeño vestido rojo y sonríe satisfecho.

–Y eso me hace muy feliz –devuelve divertido–. Muy muy feliz.

–Idiota –digo y comienzo a guardar la ropa en el closet–. Voy a necesitar un vestido de gala y una peluca.

–Eso está arreglado. En media hora tenemos que estar en la tienda.

–No es peligroso que alguien nos vea.

–Conozco al dueño. Van a cerrar la tienda para que estemos tranquilos.

Me giro para verlo con la boca abierta.

–¿Van a cerrar la tienda? ¿Qué tienda es?

–Lusso –responde.

–¿Lusso? –pregunto sorprendida–. ¿Farina va a cerrar una de sus tiendas por mí?

Esto no puede estar pasando. Lusso es la tienda de ropa más famosa en este momento. Su dueño es un italiano millonario, que todas las mujeres desearían poder cazar. Es uno de los solteros más codiciados en este momento. Y su negocio de moda es una de las empresas que mejor cotizan en la bolsa actualmente.

–¿Sabes quién es Farina? –pregunta tenso.

–Todo el mundo conoce a Mauro Farina, Conor. Todas las mujeres hemos fantaseado con él en algún momento.

Se cruza de brazos y hace una mueca de asco.

–Por favor no digas eso delante de él, el idiota no necesita que nadie aumente su ego.

Palidezco. –¿Qué quieres decir con que no diga nada delante de él? –pregunto hiperventilada–. ¿Lo conoceré?

Me mira y luego se encoge de hombros. –Sí, aunque ya no me parece tan buena idea. Lo veremos en la tienda, tengo que hablar un asunto con él.

–Oh, mierda, ¿qué me pondré? –pregunto y comienzo a sacar toda la ropa de la maleta–. Nada es lo suficientemente bueno –me lamento.

–Podrías llevar una sábana y te verías bien, Mel.

Pongo los ojos en blanco. –No lo entiendes. Conoceré a Mauro Farina, un experto en moda, no puedo ponerme cualquier cosa.

–Experto en moda mi trasero –masculla como un niño pequeño enojado con su mamá–. Viste mierda, si me preguntas a mí.

–No seas envidioso, Conor. El hombre sabe exactamente qué vestir y con ese cuerpazo –digo y no puedo evitar soltar un gritito de júbilo–. ¡No puedo creer que conoceré a Mauro Farina!

Se sienta en la cama con los brazos cruzados y comienza a mascullar palabras inentendibles mientras yo lucho por buscar algo aceptable que ponerme.

No puedo quedar en ridículo ante el gran Mauro Farina.

*****

–¡Benvenuto! –nos da la bienvenida el hombre que podría conquistar el mundo con su belleza.

Es alto, no tanto como Conor, pero nadie es tan alto como él, moreno, musculoso y con los ojos verdes más sensuales que he visto en mi vida. Esos ojos invitan a una mujer a desnudarse, no importa si es casada, monja o anciana. Todas tenemos la misma debilidad; Mauro Farina.

Conor toma mi mano y me obliga a caminar, cosa que agradezco, ya que me había quedado congelada mirándolo.

–Así que esta es la periodista que dejará en evidencia al asqueroso de Adam –dice con un acento delicioso.

–¡Le dijiste! –acuso a Conor golpeando su costado con la palma de mi mano.

–Perdónalo, bella mía –me pide mientras toma mi mano y besa el dorso de esta. Mi boca cae abierta y lucho por seguir respirando. No quiero desmayarme delante de Mauro–. No hay secretos entre amigos.

Me giro hacia Conor. –¿Eres amigo de Mauro Farina? –pregunto en un siseo–. ¿Por qué no me lo dijiste?

Se encoge de hombros. –No me gusta causar una mala impresión, y ser amigo de Farina arruina mi reputación.

Palidezco cuando lo escucho decir eso. ¿Cómo puede ser tan irrespetuoso con el gran Mauro Farina?

Mauro ríe sorprendiéndome. –¿Celoso? –pregunta y Conor farfulla algo en un idioma que no conozco.

Mauro vuelve a reír.

–Renji y Ming te matarán si es que Mía no lo hace primero –es todo lo que dice antes de volver su atención a mí–. Buscaremos el mejor vestido y calzado. El personal está ansioso por ayudarte, bella mía.

Me derrito con su acento aterciopelado, suave y dulce, como un buen café con miel.

–¿Vienes Conor? –pregunta Mauro.

Asiente y le muestra el dedo del medio a Farina, quien le guiña un ojo de vuelta.

Que relación de amistad tan extraña.

Entro a la tienda y doy una vuelta en trescientos sesenta grados al ver toda esa ropa maravillosa. Toco un vestido y cuando miro el precio en la etiqueta doy un respingo. Sin duda comprar aquí se llevará gran parte de mis ahorros, pero no me importa. La ropa lo vale.

–Puedes elegir lo que quieras, bella mía –susurra Mauro detrás de mí–. La casa invita.

Antes de que pueda articular una palabra, Conor gruñe molesto.

–No dejaré que le regales nada, Farina –ladra–. Yo lo pagaré.

Mauro ríe y vuelven a hablar en ese idioma que no reconozco.

Farina se inclina hacia a mí y dejo de respirar.

–Tienes mucho poder sobre ese gigante, bella mía, úsalo bien –susurra antes de comenzar a hablar con sus trabajadores.

Miro a Conor mientras trato de procesar lo que Mauro acaba de decir, y no puedo evitar sonreír, está enfurruñado.

–¿Quieres ayudarme? –le pregunto y su rostro se ilumina con esa hermosa sonrisa que estoy comenzando a añorar.

–Me encantaría –responde y trota hacia a mí con su mal humor olvidado.

¿Será que está celoso?

Mi pecho se llena de calor al imaginar esa posibilidad, pero decido no dejar volar mi imaginación.

Tenemos una semana para organizar todo y no puedo fallar. No si quiero mi libertad.