Todos los del pueblo le temían a una niña de ocho años, muchos dijeron que poseía una aura que no pertenecía a este mundo. ¿Pero son todos los del pueblo ovejas sin manchas?
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Irrelevantes
—Tome beba esto. —Una semana antes. Jane se encontraba en ese maldito sótano, no había salido de allí desde la última vez y cuando Jane observó sus manos sin las cadenas golpeó rápidamente al hombre y tomó la comida junto con el agua y las consumió como alguien que no se había alimentado en años. —Coma lento, señorita. El señor Tesca dijo que ha finalizado su castigo.
Jane apretó el pan con odio. «Siete años... Voy a matar a mi padre y también a la zorra de mi madre», Jane se levantó y ordenó al hombre.
—Llévame a mi habitación, quiero quitarme estás mierdas de encima. —Durante el tiempo en que permaneció castigada, su padre la obligó a estudiar encadenada. En algunas ocasiones él le permitió ducharse pero, tenía que seguir encadenada. Fue tratada como un maldito perro.
—Sus hermanos están arriba.
—¿Crees que me importa? —El hombre caminó al frente para enseñarle la habitación correcta. Jane caminó lento, hacía mucho que no caminaba tanto, debería volver a practicar.
Jane entró a la habitación y se tiró en la cama, extendió ambos brazos mientras hundía su cabeza en el cómodo colchón.
Luego de estar un rato acostada, ella se levantó y fue a tomar un baño digno. Mientras frotaba la esponja en su cuerpo el rostro de Jul apareció como una fotografía en su cabeza. Con una brillante sonrisa y con el pelo negro atado en una coleta alta.
—Cierto, tengo que ir a ver a mi objeto y matar a ese estúpido. —Jane apretó los puños.
Jane se vistió y llamó a un empleado de allí, le susurró algo al oído y luego le mostró la seña de permanecer en silencio.
El joven asintió y salió rápido de allí. Jane sonrió feliz por lo que haría esa noche. Mañana volvería al pueblo y no podría irse de la ciudad sin dejar una marca, algo para que esas mujeres y hombres lleva vidas hablaran.
¿Qué le harías a alguien que te lastimó mucho? Hacerlo pagar el doble o acabar con el.
Un coche negro con las ventanas de vidrio negro, perfectos para camuflar a la persona que había en el interior. Se estacionó frente a la mansión de los Tesca. Las sirvientas le avisaron a la mujer y ella bajó las escaleras esperando que fuera su esposo o su primer hijo, quien talvez vendría de visita.
Jane salió del auto y su madre la miró confundida.
—Hola mamá, —la madre de Jane vestía un vestido negro pegado a su cuerpo y llevaba un sombrero negro con una lazo dorado en el. Mantenía el pelo castaño atado en un bello recogido bajo y estaba maquillada sutilmente. —Luces como si fueras a ir a un entierro. —Jane carcajeó y su madre arrugó más las cejas.
—Tráeme la pistola. —Jane movió el dedo en negación y luego sacó una pistola del bolso que llevaba y disparó al hombre que su madre había ordenado para buscar el arma.
—¿Sabes, madre? Pensé que ustedes eran fuertes pero, simplemente tenían armas y dinero. Mi padre y mis hermanos fueron muy débiles, con solo una gota de veneno y ya estaban completamente fríos con los ojos vueltos blancos y echando espuma por la boca. Fue muy divertido ver como se movían como lombrices, retorcidos en el suelo. Ah… debiste haberlo visto.
—¿Qué hiciste? —Y por primera vez Jane vio una expresión diferente en el rostro de esa mujer y no el típico rostro frío y sin emoción alguna.
—Lo que me enseñaron. —Jane apuntó a su madre con el arma y apretó el gatillo. El cuerpo de su madre cayó al suelo luego de que la bala atravesara su cráneo. —Recojan el cuerpo. —Ordenó a los empleados. —Córtenla en trozos y denle de comer a los perros. Y maten a las sirvientas que le eran leales. —Los hombres asistieron y fueron a recoger el cuerpo.
Jane por su parte se dio la vuelta y caminó en dirección hacia el bosque. Había pasado mucho tiempo y se preguntaba a si misma si cabria en ese refugio, su guarida secreta.
Mientras cruzaba en mitad del bosque, sintiendo la luz solar sobre su piel y mirando los árboles de enfrente con las hojas amarillentas y marrones, era otoño.
Con cada paso que ella daba las hojas secas crujían debajo de sus pies. Le tomó algo de tiempo llegar a su guarida, fue difícil debido a que, las marcas se habían puesto borrosas debido a el tiempo.
Cuando llegó observó el cuerpo de un extraño a lo lejos, tumbado en el suelo. Se acercó y se quedó sorprendida al ver la cantidad enorme de sangre en el suelo.
—¿Jul?
¿Cuánto tiempo puede durar la amistad? ¿Un año, dos o más? Desconozco la respuesta.
Jul abrió los ojos lentamente y observó el techo blanquecino, miró a su alrededor y vio decoraciones hermosos, cuadros y un agradable olor invadió sus fosas nasales.
Ella intentó sentarse pero, sintió un dolor en el abdomen y gimió debido a ello. La puerta se abrió y esto la alarmó, y vio como una mujer que estaba vestida como sirvienta entró y se acercó a ella y le tomó la temperatura. La mujer iba a retirarse pero, Jul sostuvo su brazo y le preguntó.
—¿Dónde estoy y quién eres?
—En la mansión de los Tesca, yo simplemente soy una empleada. —Ella salió y dejó a Jul pensativa. No sabía por qué razón estaba en esa mansión, no quería tener falsas esperanzas sobre el regreso de Jane.
—No, no es posible. —Jul volvió a acomodarse en la cama, pensando en como escapar de casa, ya que, pronto sería mayor de edad y por ley estaría libre de sus tutores. Aguantó bien, resistió muy bien, Jul sonrió mientras lágrimas caían por ambas lados hasta mojar sus orejas. ¿Jane le daría un premio por ello?