Katherine una chica de 18 años. Emiliano un hombre de 33. Las circunstancias los llevan a contraer matrimonio. Ella joven e inmadura, él temeroso de volver amar. ¿Será que pueden encontrar el amor verdadero o estarán destinados al fracaso?
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Capítulo 14
De nada sirvió la barrera de almohadas que construí, otra vez despierto abrazada a Emiliano. Es muy temprano, no amanece aún e intento poner distancia.
- Duerme, es muy temprano- me dice adormilado.
- Solo quiero darte tu espacio.
- Estoy cómodo así, por favor solo duérmete.
No pongo resistencia y me dejo vencer por el sueño. Cuando despierto, él ya no está en la cama y a lo lejos escucho el sonido del agua de la regadera.
No entiendo cómo, teniendo una cama tan grande y habiendo colocado tantas almohadas terminé abrazándolo.
Me levanto para ducharme, hoy es la cena y estoy nerviosa. Después de la Universidad no iré a la oficina para tener el tiempo suficiente y arreglarme.
Las clases terminan más temprano de lo habitual y le llamo a Emiliano para informarle. Me dice que espere al chófer, pero Sonia se ofrece a llevarme y él está de acuerdo.
Una estilista vendrá a peinarme y maquillarme, mientras llega la hora tomo un relajante baño en la tina.
Después del baño me envuelvo en una bata y acomodo mi atuendo sobre la cama, elijo el coordinado de ropa interior que usaré y llega la persona que me ayudará con mi arreglo.
Mientras me peina y me maquilla, llega Emiliano. Me saluda afectuosamente y me anuncia que usará la habitación de invitados para ducharse y vestirse y de esa manera no interrumpir mi arreglo.
Media hora antes de lo previsto estoy lista, le pago a la estilista y se retira. Emiliano entra en la habitación y no podría lucir más apuesto. Absolutamente, todo en él me encanta.
Él me observa con detenimiento y creo identificar un brillo diferente en su mirada, o quizá es solo la necesidad que tengo de que se enamore de mí de la misma manera en que yo estoy enamorada de él.
- Sin duda, eres la mujer más hermosa de todo Madrid- expresa sin dejar de observarme- seré la envidia de muchos está noche.
- ¿De verdad te gusta?
- ¿Bromeas? ¡Me encanta! Estás deslumbrante.
- Tú te ves muy guapo.
- Gracias, vamos. No podemos llegar tarde.
En el auto antes de llegar al evento me cuenta sobre los asistentes, habrá muchos fotógrafos a entrar y gente de diferentes ámbitos de la sociedad.
- Al llegar nos tomarán miles de fotografías y preguntarán toda clase de cosas, no sueltes mi mano e intenta no mostrarte nerviosa. Yo me encargo de ellos.
- Habitualmente, la atención se iba sobre mis padres.
- Ahora seremos nosotros, no te preocupes.
Arribamos al lugar y apenas Emiliano abre la puerta del auto, los flashes me deslumbran. Me toma de la mano y una vez junto a mí pasa su brazo por mi cintura. Me guía en medio de ese caos de flashes y preguntas. En la entrada del lugar me gira para quedar de frente a los fotógrafos y que puedan tomar una imagen más de ambos.
Adentro todo es elegancia y sobriedad, comienzan los saludos y las presentaciones que me parecen interminables. Emiliano no deja de estar pendiente de mí y siempre se comporta como un marido caballeroso y atento.
En un momento de la noche un hombre le pide hablar en privado.
- No tardo, espérame aquí- besa mi mejilla antes de irse.
Pasa a mi lado un mesero y tomo una copa de champaña, observo alrededor, mi esposo se mueve como pez en el agua en este lugar.
- Veo que Emiliano trajo a su esposa trofeo- escucho decir a Antonio a mis espaldas.
- No soy la esposa trofeo de nadie.
- Por supuesto que sí, lo de ustedes es una farsa. Estoy seguro de que ni siquiera han consumado el matrimonio.
- Te exijo que dejes de hablarle de esa manera a mi esposa- dice Emiliano que escuchó absolutamente todo.
- Es tu esposa solo de nombre y me voy a encargar de demostrarlo. Sigan disfrutando de su farsa mientras puedan.
Antonio se va y Emiliano me toma por la cintura y besa mi frente.
- Ignóralo, no dejes que arruine la noche.
- Me molesta que no nos deje en paz.
- Pronto lo hará.
Bebo un sorbo de mi copa y Emiliano toma una copa para él.
- Pero que sorpresa, Emiliano Ferré y su nueva conquista- dice una mujer morena alta que se aproxima a nosotros.
- Ninguna conquista, te presento a mi esposa- se apresura a responder- Katherine Ferré, ella es Alba Ortiz.
- Un placer Katherine, veo que ahora te gustan menores. Lo que diría Julia si te viese.
- Creo que si Julia lo amaba como él a ella, estaría feliz de verlo rehacer su vida- respondo poniéndome a la defensiva.
- Pobre niña ingenua, espero que a ti si sepa protegerte.
- Vete a repartir tu veneno a otra parte, Alba. No entiendo cómo Julia nunca vio tu verdadera cara.
- Julia estaba cegada pero por ti. Siempre has sido un mujeriego, supiste esconder tu verdadera naturaleza con ella.
- Suenas como la típica mujer despechada a la que no le hicieron caso- le aseguro.
- Ja, ja, ja, yo puedo tener al hombre que quiera a mis pies, niña.
- Menos a mi esposo- me cuelgo del brazo de Emiliano- supéralo.
Alba se marcha furiosa y yo dejo salir el aire que tenía contenido.
- Lo lamento, Alba es una mujer llena de odio.
- Es una mujer que no consiguió meterse en tu cama y no puede con eso.
- Era la mejor amiga de Julia, o por lo menos ella la consideraba así. Yo siempre supe que Alba solo fingía su amistad y en realidad la envidiaba.
- Eso está claro, supongo que se te insinuó más de una vez.
- Lo hizo y siempre la rechacé. Olvidemos el mal momento e intentemos disfrutar de la cena.
Nos ubican en la mesa reservada para nosotros y conozco una faceta más de mi esposo, resulta que tiene un excelente sentido del humor y me ha hecho reír todo el tiempo.
Música suave suena en el lugar y varias parejas se levantan a bailar, parece que el tiempo para hacer y hablar de negocios se terminó.
- ¿Me harías el honor de bailar conmigo?
- Me encantaría.
Me ofrece su mano y la tomo sin dudar, entrelazo mis manos detrás de su cuello y el toma mi cintura. Nuestras miradas se encuentran y segundo después miramos los labios del otro.
Deseo sentir esos labios sobre los míos, tomo la iniciativa, poso mi boca sobre la suya y no duda en tomar la mía en un beso sublime, reducimos la distancia que había entre nosotros.
El calor que emanan nuestros cuerpos se mezcla al igual que nuestro aliento. La falta de aire me obliga a separarme, inclino mi rostro y sus labios suben hasta mi frente en donde deposita un beso tierno.
Seguimos bailando, estamos instalados en una burbuja en donde no existe nadie más que nosotros. Hubiese querido que la noche terminase de esta manera; sin embargo, llega Antonio a molestar.
- Qué magníficos actores son ambos, los felicito- comienza a aplaudir- tal vez si bailas conmigo, también puedas brindar una excelente actuación preciosa.
- Aléjate de mi mujer, Antonio. No volveré a advertirte.
- Deja de fingir, Emiliano. Llevas años obsesionado con tu fallecida Julia y Katherine es demasiado joven para un viejo amargado como tú.
- Estás pasado de copas, lo mejor es que te marches antes de que tenga que sacarte a puñetazo limpio.
- Inténtalo, vamos.
- Mi amor, por favor. Un tipo así no merece que le prestes atención. Vámonos.
- Ja, ja, ja, la niña tiene que salir en tu defensa.
- En realidad es a ti a quien estoy salvando de una paliza. Emiliano te haría polvo sin problema.
Ramón Estévez se percata del estado de ebriedad en que se encuentra Antonio y que está a punto de armar un escándalo.
- Antonio, vámonos- le ordena.
- Papá, déjame evidenciar esta farsa.
- Dije que nos vamos y no pienso repetirlo.
Antonio parece darse cuenta de que si padre habla en serio y decide marcharse, no sin antes decir:
- Tarde o temprano ustedes mismos se van a delatar.
Emiliano está furioso y Katherine no suelta su mano por temor a que se le vaya a los golpes a Antonio. Ella también se siente molesta, se rompió la magia del momento.
- Es mejor que volvamos a casa, no quiero más altercados.
- Discúlpame, Antonio me sacó de mis casillas. Debí simplemente ignorarlo.
- No te culpo por tu reacción, insisto en que es mejor que nos marchemos.
Emiliano la guía hasta la salida y suben al auto. Es de madrugada y no hay tráfico en la ciudad por lo que llegan bastante rápido.
Van subiendo la escalinata cuando el tacón de Kat se enreda en la falda de su vestido y está a punto de caer. Emiliano la sostiene fuerte de la cintura y evita una caída que era casi segura.
El corazón de ella late fuerte por el temor que sintió, él no deja de mirar sus labios. La atracción es muy fuerte y no se resiste más.
Ahí a media escalinata devora sus labios con frenesí, la creciente necesidad de sentir su cuerpo hace que la apoye contra la barandilla. Kat enreda sus manos en su cabello.
Nada ni nadie puede interponerse entre ellos, los besos suben de tono al igual que las caricias. Emiliano la toma entre sus brazos llevándola directamente a la habitación.