Katherine es una joven que tiene un pasado secreto, decide escapar de Argentina y llega a Italia donde tiene parientes lejanos. consigue trabajo cuidando una abuela, pero el nieto de esta es el mayor mafioso Siciliano de la historia.
Siendo dos personas completamente opuestas, de mundos distintos, pero con un corazón que ha pasado por muchas cosas... ¿Puede haber algo más entre ellos?
¿Podrán encontrar juntos el amor? ¿O ella volverá a escapar?
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14
Narra Fabritzio.
Me levanté temprano ese domingo, debía ir a pedirle disculpas a mi abuela y sabía que esa mujer entraba a trabajar a las 9 de la mañana para desayunar con ella. Me dirigí hasta su habitación y golpeé suavemente la puerta.
Adelante- eso se me hizo raro mi abuela ya estaba despierta, no di más vueltas al asunto y entre.
Buenos días, abuela- le dije caminando hasta la cama de ella, se encontraba sentada con las almohadas acomodadas en su espalda y miraba directo hacia la ventana.
Buenos días, querido, si vienes a disculparte por lo de anoche, sé por boca de tu madre que ya te reprendió ella- no me miraba y su tono era demasiado frío, realmente se había enojado por como traté a esa chica.
Abuela, a pesar de todo debo disculparme, fue tu fiesta la que se vio envuelta en murmullos desagradables- dije acercándome a ella y tomando asiento a su lado.
Hijo quiero ser sincera contigo, la forma en que trataste a Kat, como si fuese una más de las que calientan tu cama, es no solo una falta de respeto hacia ella, sino también hacia las mujeres que te rodeamos en tu vida. El hecho de que hayas creído que por ser quien eres y tener la reputación que tienes puedes ir por la vida creyendo que todas se postraran a tus pues, no deja ver otra cosa que lo estúpido que eres y me duele- me dijo clavando su mirada en mí - ella no es como Elizabeth, y por el amor al cielo sufrió demasiado como para que tengas que tratarla de esa manera, si en algún momento te enamoras de ella únicamente hazla feliz, pero si quieres quien te saque las ganas no te atrevas ni a mirarla- sentenció dejándome helado en Mi lugar. Mi abuela jamás me había dicho tales palabras.
No volverá a ocurrir, lo lamento- dije poniéndome de pie - al parecer se le hizo tarde- le dije mirándola con una sonrisa en mi rostro.
No querido, el día de hoy ella viene desde el medio día hasta después de la cena a pasar el tiempo conmigo- me dijo dándome una pícara sonrisa.
Bien me disculparé con ella por todo lo ocurrido- me voltee y camine hasta la puerta.
No espero menos de ti- dijo en tono alto para que la escuche. Si mi abuela me hubiese hecho disculpar aunque por dentro me reventaba pedir disculpas.
Ya en mi despacho, Cristián se había acercado a controlar conmigo los cargamentos de armas y cocaína que debían llegar la semana próxima y hacer los balances de los meses que me había ausentado. Parecía mentira si me lo hubiesen dicho antes, pero no podía dejar de prestar suma atención a la hora en mi reloj, esperando con ansias que llegarán las malditas doce.
Al parecer esta bastante distraído- me dijo Cristián mientras se hacía el que leía unos documentos.
No sé dé que carajos hablas- le conteste fríamente.
Claro y yo soy el rey de Roma ¿es por ella verdad?- me dijo sin vueltas.
No podrías estar más equivocado, mi fiel amigo. No hay una sola mujer que consiga estar ni medio segundo en mi mente- le dije volviendo mi mirada a los papeles.
Puedes mentirme todo lo que quieras, a mí que te conozco como si hubiésemos nacido el mismo día, pero hazme el favor de no mentirte a ti mismo, y por cierto el auto de seguridad me aviso que ya salió de su casa con destino acá, así que en 15 o 20 minutos seguro llega- se levantó y me dejó solo en medio de la habitación.
porque debía mentirle al que me conocía como si fuese mi propia sombra, ah si ya lo recuerdo, porque es una maldita joda la que me hacen todos. Pero aun así ¿por qué me siento tan ansioso por que llegue? Es una simple niña, le llevo 10 años, es estúpido que piense que podría llegar a tener algo con ella. Me levanto enojado de mi silla y me dirijo al ventanal, si querer o quizás queriendo miro la reja de entrada, si lo que Cristián dijo es cierto en breve pasará por ahí, con esa horrenda moto y su tan desastroso outfit para vestir, dios ni siquiera usa buena ropa para venir a trabajar, es todo un caso perdido, pero supongo que esa esencia es lo que quizás me atrae de ella, no busca llegar a mi billetera, solo consigue lo que quiere por medio de su esfuerzo, no es plástica ni hueca como todas las que conozco y por sobre todas las cosas no necesita un príncipe que la defienda, diablos se defiende tan bien sola. Me causa gracia el recordar al viejo Gilbert en el piso casi a punto de llorar por la paliza que le dio. Tan sumido en mis pensamientos, cuando de repente veo la moto roja cruzar el portón y la sonrisa de Buenos días que les da a los de seguridad, ¿celos? Si quizás si lo sean.
Me dirijo al comienzo de la escalera para esperar a que llegue y así poder pedir las disculpas correspondientes, espero más de media hora y ya la verdad me canse, seguro se quedó en la cocina conversando con las empleadas, doy media vuelta para volver a mi despacho, si la cruzó en algún momento hablaré y si no lo intente, jamás mas ruego. Intente dar un paso cuando una voz me hizo voltear y quedarme como un idiota.
Muy buenos días Fabritzio- y ahí estaba esa misma sonrisa que le había dado a los guardias, ese tono dulce de voz, esos ojos azules que calan muy hondo en el alma.
Solamente pude asentir como un idiota, por un momento olvidé hasta como se decían las palabras ¿qué demonios me había hecho esta mujer? ¿Por qué me dejaba tan indefenso?
vi en sus ojos un destello de frustración cuando no respondí el saludo y empezó a subir las escaleras, sabía que iría a la pieza de mi abuela, pero aún pasando a mi lado no era capaz de responderle, su aroma vainilla mezclado con menta me volvió loco. Solo atiné a agarrarla del brazo cuando paso a mi lado, ella volteó a verme confundida.
Lamento mucho lo de anoche- le dije y la solté. Se quedó mirándome asombrada por mis palabras y me sonrió, dándome a entender que todo estaba bien, desarmando mi corazón, el mismo que hace años atrás una puta congelo después de encontrarla en mi cama con mi peor enemigo, el mismo que había asesinado a mi padre y yo había matado recientemente. Y esa sonrisa, si solamente esa sonrisa, hacía que quisiera ponerme a sus pies con tal de que jamás la borre.