Sonia está perdidamente enamorada del mejor amigo de su hermano. Dante es 8 años más grande que ella por lo que sólo la ve cómo una niña.
A Sonia no le importa y cómo la vea el. Siempre está tratando de ganarselo. Pero al cumplir los 18 años de da por vencida ya que el se compromete con una mujer que aparentemente es perfecta.
Sonia decide dejar de ser una arrastrada y sale del país con el corazón roto. Y con la importante decisión de enamorarse de alguien más.
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Deberíamos salir.
Dante habló de cierto proyecto. El diseñó de un complejo turístico. Mientras más explicaba más me interesaba el concepto
— Quiero diseñarlo. — Propuse entusiasmada.
— ¿Puedes hacerlo? — Dante no se cansaba de subestimarme.
— Si dije que quiero hacerlo es porque puedo. ¿Crees que me propondría para algo si supiera que no voy a lograrlo?
— No se. Eso dímelo tú. Hace cuatro años no lograste nada. — Maldito infeliz. Me dió dónde me duele.
— Diría que no fui yo quién fracasó en esa ocasión. — Sonreí hipócritamente. — Quién más perdió fue el que se quedó con la persona equivocada. — Miré a Sandra de reojo.
— ¿Seguimos hablando del proyecto.? — Preguntó una persona.
— No trataría asuntos personales en una junta de accionistas. — Le sonreí a esa persona.
— Yo apoyó a Sonia. Si sus diseños son tan hermosos cómo ella serán todo un éxito. — Creó que le guste a alguien. Sólo le dediqué una sonrisa y ví de nuevo a Dante, el tenía una expresión de no ser muy feliz.
...Dante....
¿Ahora se va poner de coqueta para ganarme?, el tipo que dijo: "la gente cambia" tenía la boca llena de razón. Sólo espero que Sonia no heche a perder mi empresa.
— Haste cargo del proyecto. Sólo espero que lo hagas bien.
— Trataré de cumplir tus expectativas. — Le sonreí sin ánimos. — Aunque no sé si tus expectativas son muy altas. — Miró a Sandra y sonrió. Casi le gritó que dejará de molestarla, sólo me contuve porque el que quedaría cómo loco sería yo.
— Créeme que lo son.
...Sonia....
Créeme que lo son. Imite a Dante de mala gana. Imbécil. No sé ni para que me enojó. Me van a salir arrugas.
— ¿Y tienes novio? — Preguntó ese chico que todavía no tenía idea de quién era.
— ¿Tú qué piensas? — Comenté, no quise decirle que no porque me vería cómo una solterona. Y tampoco quise decir que si ¿porque de dónde carajos voy a sacar un novio a esta hora?
Hay que pensas antes de hablar, y lo mejor es dejarlo con curiosidad.
... Las secretarias que estaban en la sala de juntas empezaban a crear rumores.
— ¿Crees que haya una historia entre el señor Dante y la señorita Sonia?
— Eso explicaría las indirectas que se aventaban durante la reunión?, no creó que haya dicho lo que dijo por casualidad.
— Yo tampoco lo creó. El señor Dante antes de la señorita Sandra tenía fama de mujeriego. Tal ves la señorita Sonia fue una de sus víctimas.
— La señorita Sonia no tiene imagen de víctima. Por su rostro angelical diría que fue la villana de la historia.
— Tú siempre crees que las bonitas son las mala.
— Seguro que está se vio las telenovela de Rubí y Teresa.
— Sólo creó lo que veo. La señorita Sonia tenía una actitud muy arrogante. El señor Dante no parecía querer tenerla cerca.
Todas hablan con mucha confianza sin saber que Jorge está escuchando toda la conversación. El recién acaba de llegar a México.
— Así que Sonia regresó. Interesante. — Sonríe con malicia.
Por la tarde se encuentra con ella en el elevador. La reconoce de inmediato. Han pasado varios años pero el no ha podido olvidarla. Constantemente la pensaba y se preguntaba que estaba haciendo. Si tenía novio o seguía soltera. Ahora la ve pero no sé atreve a pronunciar ni media palabra.
...Sonia....
Sentí una presencia extraña en el elevador. Volte y ví a un chico. No lo podía creer. No no puede ser el.
— ¿Jorge? — Pronuncié y el giro.
— ¿Sonia?
— Si eres tú. — Lo miré impresionada. — Tantos años. ¿Cómo has estado.? — No es cómo si hubiéramos sido los mejores amigos del mundo, pero al menos quiero llevar la fiesta en paz.
— Varios. Estás diferente. Casi no te reconozco.
— Créeme que yo tampoco. — Le sonreí. Es el primero al que le dedicó una sonrisa sincera en todo el día.
El elevador se paró y dos personas subieron. Sandra y Dante. Lo mejor que me podía pasar es que ellos se subieran al mismo tiempo que yo. Es sarcasmo.
— ¿Qué haces acá? — Preguntó Jorge.
— Soy la nueva socia.
— Ya veo. ¿Y sigues teniendo la costumbre de llegar con el cabello mojado a todos lados? — Ambos reímos.
— Si quieres puedes tocar mi cabello. — Le dije a modo de broma pero el lo tomó enserio y me tocó.
— No está mojado.
— Claro. — Me puse un poco incómoda y retrocedi. El elevador se abrió y Jorge me hizo una señal para salir primero. Parece que se volvió todo un caballero. — Gracias. — Pronuncié y bajé.
— Deberíamos salir uno de estos días.
— Si claro. — Me tomé lo que dijo cómo broma.
— ¿Te llevo a casa?
Me iba a negar pero no sé porque mi boca respondió sola.
— Gracias. No traje auto y conseguir un taxi es un lío. — Maldita sea, ¿porqué dije eso?
...Dante....
¿Cómo sabe que tiene o tenía esa costumbre de llegar con el cabello mojado?
— Deberíamos salir uno de estos días. — Dijo Jorge.
— Si claro. — Aceptó encantada de la vida.
— ¿Te llevo a casa?
— Gracias. No traje auto y conseguir un taxi es un lío. — ¿Dejá que la lleva a casa?, ¿a el?, me preguntó de dónde se conocen para tener esa confianza.
— Quien la viera tan coqueta. — Dijo Sandra cuándo Sonia subió al auto. Suspiré. No era haci hace cuatro años.
— Y tan mentirosa. Mira. Su auto está ahí.
— ¿Cómo sabes que es de ella?
— Sólo Sonia tendría un auto que no ha salido a la venta en México. — Lo observe, es el auto del que todos hablaban hace unos días. Parece que no sólo se volvió coqueta, ahora también le gustan mucho las cosas caras.
Al día siguiente.
Sonia.
No dormí mucho anoche. Estuve haciendo varios planos para el nuevo complejo. Me levanté a las nueve de la mañana y fuí a la empresa. Cierta persona me reclamó por mi impuntualidad.
— No mezcles tú vida laboral con la privada.
— ¿De qué se supone que me estás hablando.?
— Seguro tu salidita estuvo muy entretenida.
Si no lo conociera diría que está celoso.
— No te metas en mi vida.
— No quisiera hacerlo, pero dijiste que estabas comprometida con el proyecto y cumplirás mis expectativas.
— Podemos ver los planos ahora mismo si tienes tiempo.
— ¿Me estás diciendo que ya los tienes? — Sonrió incrédulo.
— Si te lo preguntó es porque los tengo.
— Bien. Veamos que tienes. — Extendí uno de los planos sobre la mesa que estaba enmedio de la sala. — Esté es mi diseño del restaurante. Debe ser un lugar elegante pero a la vez sutil. Se me ocurre que aquí puede haber un ...
D,ante.
Nunca imaginé que sus diseños fueran tan buenos. Fabián sé la pasaba presumiendo sus buenas calificaciones pero no imaginé que las ganaba con sus propios méritos.
— Esté es mi diseño del restaurante. Debe ser un lugar elegante pero a la vez sutil. Se me ocurre que aquí puede haber un ...— Dejé de escuchar por un momento. Sólo la veía a ella, entusiasmada con su proyecto. Feliz, en los años que compartido conmigo nunca la ví tan feliz.
— ¿Qué te parece? — Su mirada de fijo en la mia. — Dante. DANTE. — Gritó y yo volví a mis sentidos.
— No están mal.
— ¿Cumplí tus expectativas?
— Todavía no está del todo bien.
— Admito que faltan varias cosas pero pronto tendrás el mejor proyecto que hayas visto.
— Eso espero.
— Si es todo me retiro. Tengo mucho trabajo y pocos días.
— Tal vez si salieras menos ya habrías terminado. — Eso fue un reclamo. No sabía porqué le reclamaba, sólo sabía que era molesto verla con otro hombre.
— Lo que haga o deje de hacer es mi problema. Tú no opines. — Me miró retadora. — Permiso. — Caminó a su oficina.
Si hubiera echo un reclamo cómo esté hace cuatro años ella hubiera actuado diferente.