Cielo Rojo.

Samuel la llevo a un pequeño bar a Eloisa, el y ella platicaban sobre sus sueños, también le contó sobre su madre, como encontró a rojo, Samuel la invitó a bailar, Eloisa con un poco de vergüenza acepto, ellos bailaban solos tenían toda la pista para ellos.

A las dos de la mañana les comentaron que iba a cerrar, Eloisa le dijo a Samuel que la llevara a su casa que estaba cansada, que había sido un día increíble pero que mañana tenía trabajo, Samuel amablemente le dijo que la llevaría inmediatamente.

Cuando llegó a la mansión Samuel le pidió su número y la abrazo.

- Me agradas mucho Eloisa, eres una mujer increíble, le dio un beso en la mejilla y se retiró.

Eloisa entro despacio a la mansión y la luz se encendió.

- ¡Esto no es un hotel!, dijo Gonzalo enojado.

Eloisa se quedó inmóvil y cerro los ojos. Esperaba que Gonzalo la despidiera.

El se acercó y la miró enojado.

- Tienes prohibido salir con un miembro de mi familia, tu eres una empleada aquí, no te queda claro, decía enojado.

Eloisa abrió los ojos y lo miró.

- Créeme que no tenía ganas de salir, cuento los días para largarme de esta casa, odio este lugar, te odio a ti y todo lo que te rodea, dijo Eloisa alejándose de Gonzalo.

Gonzalo se quedó inmóvil y subió rápido a su habitación.

Eloisa estaba furiosa, comenzó a hacer sus maletas, mañana le daría las gracias a la señora Fabiola no pensaba quedarse más días.

En la mañana la puerta de Eloisa comenzó a sonar.

Cuando la abrió era Gonzalo.

Este es tu cheque de liquidación.

Eloisa lo tomo y lo rompió.

- No necesito tu dinero, pero gracias por liquidarme.

Eloisa tomo sus maletas y salió de la habitación, Gonzalo la miró asombrado.

Eloisa guardo las maletas en su auto y se marchó, llegó a su departamento dejo las maletas y fue a la agencia de viajes.

Sus amigas estaban locas de la emoción, Eloisa las abrazo y les decía que las extrañaba, le enseñaron su nuevo escritorio, ella estaba feliz de regresar a su vida.

Aunque le dolió no despedirse de la señora Fabiola y de Ximena, pensó que tal vez otro día podría ir a visitarla y contarle todo.

También aunque extrañaba a rojo, sabía que el estaba fuerte y sano, que había logrado entrenarlo bien para que el no dependiera de cariño, además la señora Fabiola ya lo adoraba, ellos eran grandes amigos.

Era hora de cerrar, las chicas invitaron a Eloisa a festejar por su regreso, ella se sentía cansada pero acepto.

Cuando iba a salir, Samuel le mando un mensaje.

- Ya me contó mi tía que el idiota de mi primo te corrió, me encantaría poder verte hoy.

- Voy a salir con mis amigas, pero si quieres puedes acompañarnos.

- Si claro me encantaría, mándame la ubicación.

Eloisa le mando la ubicación del lugar donde iban a ir, cuando Samuel llegó sus amigas no dejaban de coquetear con el, Samuel le pedía ayuda a Eloisa, ella solo sonreía.

Samuel se despidió de Eloisa saliendo del bar.

- Me encanto conocer a tus amigas, yo quería pasar más tiempo contigo, pero creo que estarás bien, con unas amigas así, quien podría sentirse triste, dijo sonriendo Samuel.

- Si ellas son increíbles.

- ¿Te gustaría mañana ir al cine?

- claro, dijo Eloisa.

- Descansa hermosa, dijo Samuel marchandose.

Todas comenzaron a molestar a Eloisa.

- Ya chicas, es un amigo, solo eso.

- Si claro, el niño bonito quiere comerte, decía rubí.

- Estás loca rubí, dijo molesta Eloisa.

Cuando llegó Eloisa a su departamento, Gonzalo estaba parado frente a su puerta.

- ¿que desea señor Corsa?, dijo enojada

- Mi mamá quiere que regreses, ella discutió conmigo y tuve que llevarla a urgencias se alteró mucho, dijo triste Gonzalo.

- ¡Pero que carajos te pasa, quieres matar a tu madre idiota!, le gritó Eloisa.

- No, pero debe entender que tú no sigues reglas, no puedo tener un empleado como tú, decía enojado.

- ¡Eres un jefe idiota, no puedes comprar a las personas con tu dinero!, decía Eloisa.

- Pues mis empleados no se quejan, tanto como tú, decía enojado.

- No voy a regresar, consígue otra enfermera, decía Eloisa abriendo la puerta de su casa.

Gonzalo tomó su mano.

- Por favor, mi madre quiere que tú la cuides, ella está muy mal, no quiere verme, me dijo que soy el peor hijo, que está decepcionada de mi, me siento terrible, solo quiero darle lo que ella me pide, regresa te juro que dejaré que saques a peludo y que llegues a la hora que quieras, si quieres salir con el idiota de mi primo no voy a impedirlo, solo regresa por favor.

Eloisa lo miró el tenía los ojos rojos, quería llorar pero se mantenía firme, Eloisa sentía el dolor de Gonzalo.

- Muy bien voy a regresar, dijo sería.

- Ella esta en el hospital, se va a quedar unos días mientras le hacen estudios.

- Entonces vamos, dijo nerviosa Eloisa.

Eloisa se subió al auto de Gonzalo.

El iba callado.

- Tu madre me contó que antes de ocupar el lugar de tu padre eras diferente, deberías intentar cambiar Gonzalo, yo no tengo a mi madre y daría mi vida por qué ella regresará a mi lado, trata de disfrutar de tu familia, tu madre te ama y te extraña, incluso tú hermana se preocupa por ti, dijo Eloisa mirando por la ventana.

Gonzalo la miró y no le contesto.

Llegaron al hospital, Eloisa entro a la habitación de la señora Fabiola y la acaricio ella estaba durmiendo. Abrió los ojos y miro a Eloisa.

- Aquí me voy a quedar, descansa.

- Gracias hija, dijo sonriendo Fabiola.

Gonzalo se quedó en la sala de espera.

Eloisa se levantó a las seis de la mañana para comprar un café de la máquina.

Al salir miró a Gonzalo durmiendo en la silla.

Eloisa sintió mariposas en su estómago al mirarlo, se alejo tratando de calmar sus mariposas.

Es Gonzalo el loco que no ama a nadie, se repetía en su mente.

Buscaba unas monedas en su bolsa y de pronto le metieron monedas a la máquina, Eloisa miró asombrada a quien colocaba monedas, era Gonzalo sonriendo.

- ¿cuál quieres?

Eloisa miró rápido la máquina y señaló el que quería.

El se retiró y regreso a su silla.

Eloisa lo miró y las mariposas revoloteaban en su interior.

El se miraba destrozado y triste. Ella quería abrazarlo y decirle que todo saldría bien. Pero solo le pudo decir gracias por el café.

- gracias a ti por todo Eloisa, dijo el triste.

- Deberías ir a trabajar yo me encargo, le dijo eloisa.

- No, se que ella sigue enojada conmigo, que no quiere verme pero no quiero moverme de aquí hasta que sepa que todo está bien.

- Hablaré con ella.

- No, prefiero que no sepa que estoy aquí, yo no quiero hacerle más daño, decía triste

Eloisa, se acercó.

- Dejate amar Gonzalo, dijo sonriendo.

Gonzalo miró asombrado a Eloisa y se quedó callado.

Eloisa entro a la habitación de la señora Fabiola y se sentó en el sillón, ella aún seguía durmiendo.

A la hora de la comida, una enfermera entrego la charola de la señora Fabiola y una bolsa con comida a Eloisa.

La enfermera le dijo al oído a Eloisa que el joven de afuera se lo había mandado.

Eloisa le dio las gracias a la enfermera.