Un Moustrou En Mi Vida.

Su amor por Jerison era una enfermedad. No quiso decir nada y simplemente despidió a Amanda, como quien con un dedo quiere tapar el sol, y más se esforzaba por complacer a su marido, por conquistarlo, jamás se oponía a sus deseos y caprichos, ella quería ser una mujer perfecta para él.

Sin embargo Jerison no cambió, por el contrario más mujeriego fue y ahora ya ni siquiera le importaba esconderlo a los demás, se jactaba de sus conquistas en el tiempo ella le comprobó más infidelidades, siempre que lo enfrentaba el le prometía cambiar, lloraba, suplicaba perdón y volvían a estar juntos, Jerison se acostumbró a él perdón de ella, Liz se acostumbró al sufrimiento con Jerison. Su relación era tan dolorosa, sin desahogo, enfermiza, ella se sentía tan poco que le bastaba las migajas de cariño que él le daba, le bastaba sus falsas promesas y lo amaba tanto que lo tenía idealizado, era su adoración, pasó el tiempo y ella seguía viéndolo con los ojos de enamorada.

Cuando su pequeño hijo tenía dos años Liz se embarazo por segunda vez, esta vez ella trabajaba arduamente en su comercio, tenía empleadas, pero ella era muy activa, era muy querida en el lugar, ayudaba a quien lo pidiera y si veía alguna persona necesitada ella no le cobraba lo que se llevaba, jamás dudo en extender la mano a quien lo necesitaba, fue tan honesta con sus clientes, tan buena en el trato de persona a persona que del cielo era premiada con más clientes cada día así fue creciendo su negocio de forma exponencial.

Trabajaba, era madre, hija, emprendedora, esposa, amiga, líder, y todas las funciones las desempeñaba dando lo mejor de sí.

Todos la valoraban solo Jerison tenía una venda en sus ojos que no le permitía ver la mujer que tenía a su lado, tanto así que un proveedor llegó a su negocio Liz lo estaba atendiendo, cuando Jerison entró enojado por su embarazo y la insultó delante de él y sus clientes, no le importaba tratarla mal, ella permanecía en silencio,

-Maldita perra hija de.... Por qué no respondes? Te estoy preguntando algo. —Le decía enojado.

Ella miró a su alrededor y sus clientes la miraban, el proveedor también, sintió vergüenza, impotencia, dolor.

— Vamos responde, te haces la víctima y eres una p.... Mal parida.—seguía diciendo insultos. — te embarazaste a propósito ?

Ella comenzó a llorar

—Ahí estás llorando otra vez como si alguien se ha muerto!

Una anciana le dijo.

—Joven, la señora está embarazada, ¿por qué la trata así? ¿Acaso hizo sola el hijo?

Jerison intentó responder

—Ni se le ocurra responderme mal porque con este bastón le daré — le dijo mostrando el bastón en su mano y se dirigió a Liz —mijita en vez de llorar sea valiente y deje a este sinvergüenza! Es usted una buena niña, todos la queremos, no se deje maltratar.

—No se meta señora —le dijo Jerison — no quiero ser grosero con una anciana.

La anciana tomó el bastón y se lo dio por la cabeza — No sea atrevido conmigo! ¿Acaso sus padres no le enseñaron respeto? ¿Qué no nació de una mujer que la maltrata así?

Antes de salir le dijo a Liz — No tiene por qué soportar a este maltratador! Se lo digo yo que sufrí mucho al lado de mi marido, hasta que entendí que era él el que no valía un centavo.

Los clientes se quedaron boquiabierto con la acción de la anciana, había tenido más valor que todos ellos juntos, incluso más que la misma Liz.

Esto la llevó a pensar en las palabras de la anciana, ella le habló desde la experiencia, y tenía razón en lo que dijo.

Ella pasaba el tiempo sin contar sus problemas familiares, las palabras de sus padres ante lo sucedido con su prima la mantenían en silencio pero sufría cada día más.