PERSUASIÓN

Siento que se acerca a mí, mi corazón late con fuerza y yo también deseo esta cercanía que él tiene para conmigo.

—Gus.

—¿Sí?

—¿Puedo besarte?

¡Maldición! Con esa petición todo lo que antes habíamos hablado se derrumbó. ¡Era como si no hubiese pasado! Tragué saliva. ¿Esta tarde se convertiría en algo memorable? 

Cerré los ojos por unos segundos, recordé el día en que él se metió a la ducha conmigo y como es que casi me planta un beso en los labios. ¿Debería ceder ante su petición? Me animo a respirar con fuerza, debo definir qué es lo que en verdad quiero. ¿Y que deseo yo? ¿Qué le apetece a mi alma? ¿Un beso suyo? ¿Sus brazos abrazándome? ¿O solo su voz diciendo que me ama y que quiere intentar construir una vida conmigo?

Abro los ojos y me animo a responderle.

—No me beses. No en este momento.

En su rostro hay cierta sorpresa e incredulidad. ¿Qué estará pensando en este momento? ¿Cómo se sentirá él? ¿Soy un egoísta por dejar a un lado lo que él quiere? ¿Por qué no puede admitir que quiere algo bien conmigo?

—¿Por qué no?

—¿No acabas de pedirme que seamos amigos?

—Bueno, sí.

—Los amigos no se dan besos en la boca.

—Tienes razón.

—Por eso no puedo aceptar lo que pides. ¡No es correcto!

—¿No es correcto? —Se anima a cuestionarme—. ¿Por qué no sería correcto?

—Pues porque...

—¿Y si es correcto que me desprecies como si nada solo por hacerle caso a tu familia? Tú también tuviste la culpa en el pasado, me dijiste que yo no era seria capaz de encajar con tu familia por qué en ese momento yo no tenía riquezas. ¿Por qué no me defendiste?

Era la primera vez que yo le escuchaba decirme algo así.

—¿Tú crees que no te defendí? ¿Crees que solamente me quedé como estúpido aceptando lo que mis padres decían de ti? ¡No tienes ni idea de todo lo que tuve que afrontar para poder salir como tu novio.

—¿Por qué nunca me dijiste que tenías problemas con tus padres?

—¿Qué caso tenía que yo te contara sobre esos problemas? En vez de disfrutar el estar juntos, nos íbamos a amargar por culpa de mis padres.

—¿Y por qué después de todo eso estuviste dispuesto a romper conmigo?

¿Por qué tuvo que preguntarme eso? ¿Por qué ahora si me duele? ¿Por qué mi corazón siente inseguridad y mi mente me juega a querer torturarme? ¡Me duele el pecho! ¿Acaso si estoy bien enamorado de Félix? ¿Por qué tenemos que ser tan dramáticos cuando de amor se trata?

—Por qué tu carrera como piloto automovilístico apenas iniciaba y yo quería que disfrutaras de eso que con tanto esfuerzo estabas logrando.

—¿Qué dices?

—Tu tenías veinticinco años y yo apenas tenía veinte. Aunque nos amábamos, sabía que había cosas que no nos iban a permitir seguir juntos. Por eso te dejé ir, porque quise que pudieras disfrutar de tu sueño. ¡Ahora eres famoso! Lograste lo que tanto querías y eso me hace sentir feliz.

—¿Preferiste que yo siguiera mi sueño a casarte conmigo?

—Aunque preferí que cumplieras tu sueño, yo nunca dejé de preferirte a ti. Sabía lo que iba a implicar el que tú te convirtieras en piloto y por eso, no me sentí capaz de soportar el costo de aquella etapa de nuestras vidas. Sé que cuando ganaste la carrera con el auto veintitrés, desde ese momento y hasta hora no habías podido tener tiempo para ti mismo. ¿Realmente hubieses renunciado a tu sueño para casarte conmigo?

—¡Sí! ¡Yo lo hubiese hecho!

—¿Y por qué no luchaste por mí? —Me dolió el corazón, esta vez si me dolió toda el alma—. Querías casarte conmigo y aún tenido la oportunidad de convencerme, solo preferiste entregarme una caja de chocolates. Así supe que la decisión que tomé fue la correcta.

—¿Y qué hay si te digo que aún quiero casarme contigo?

Me dieron ganas de darle un golpe, de abofetearlo para que dejara de decir tantas cosas por simple impulso.

—En este momento, eso no tiene importancia. ¿Realmente estás listo para sentar cabeza y ser el esposo que brinde protección? Sabes que, creo que tú y yo estamos cegados por el pasado. Deberíamos dejar que las cosas fluyan, no presionarnos y si el amor vuelve a nosotros, entonces ya veremos que decidir al respecto.

❤️❤️❤️

Estábamos viajando en dirección a Laguna Verde, bueno, cerca de esa zona. James iba conduciendo,  Laura iba dormida como copiloto. Henrrieta estaba leyendo un libro de Jane Austen, Luisa iba a mi lado y yo miraba con atención el paisaje. ¡Comenzaba a hacer calorcito!

—¿Te dio su número? —Luisa se anima a preguntarme.

—¿Quién? —Me hago el despistado.

—El fotógrafo.

—Sí, intercambiamos números e Instagram.

—¡Hacen linda pareja!

—¿Tú crees?

—La verdad sí. Tú eres escritor y él fotógrafo, como que sus estilos congenian muy padre.

—Ayer estabas sonriendo más de lo normal —dice James.

—¡Irradiabas química al lado de Alán! —Laura despierta.

En el pasado yo tuve la culpa por dejarme persuadir. ¡Fui un tonto! Permití que los deseos de mi familia me opacaran de un posible matrimonio, pero también, hubo una razón de peso que me motivó a dejarlo ir en ese momento.

¿Realmente hubiésemos sido felices? ¿Hubiésemos logrado cultivar el amor que tanto decíamos tenernos? ¿Qué hubiese pasado si yo no lo hubiera rechazado? ¿Sería su costumbre el regalarme chocolates cada vez que tuviéramos alguna diferencia? Félix es un buen hombre, eso no lo puedo negar, pero en este momento, siento que mis sentimientos no tienen ganas de querer intentar reconstruir el pasado que tuvimos. ¡Al menos no en este momento!