Amor Infinito

Amor Infinito. 

Elsa Isasa. 

Capítulo 12 :Navidad. 

Cuando llegó Andrea, pudieron charlar poco con Leonardo. 

– ¿Cómo te fue?-- 

– Sin datos en Interpol. Revisé todo el papelerío de búsqueda aquí e incluso en sedes de personas pérdidas y buscadas en las delegaciones internacionales. Además sin el encuentro de tu mujer no puedes casarte.Tampoco puedes abrir la relación con Maja porque siendo casado toda relación es adulterio y peligras la posibilidad de compartir paternidad con Magdalena cuando la encuentres, si alguna vez sucede..

– Tenía esperanzas de…bien. Hablaremos luego. 

Maja venía caminando con su hermanito para compartir con todos. Era la primera vez que la veía con un vestido precioso ceñido al cuerpo, plateado y sin hombros. No tenía joyas, solamente en su brazo destacaba el tatuaje infinito. 

– Andrea. Bienvenido. – dijo Maja. 

– Estás preciosa Maja. Tu también Bruno. Parecen actores de cine ambos.-- dijo Andrea. 

– Hola Maja. Estaba esperándolos– Leonardo Valente les sonreía y los miraba con amor. 

Le tomó la mano a Bruno y llevaba de la cintura a su hermosa mujer. 

El salón del comedor de invitados estaba maravillosamente adornado. Hoy solo Paula asistía con ellos. Los demás empleados tenían permiso por fiestas. 

La calidez del lugar y las luces de los candelabros del soberbio comedor, la mantelería blanca  y la vajilla con bordes dorados indicaban que el evento era importante.

 Paula lucia preciosa también. Su vestido era blanco de Broderie. Tenía en el cuello un hermoso dije de oro. 

Los tres hombres de traje. 

En la mesa estaba la comida fría y los hombres sirvieron las bebidas. 

Era una navidad diferente. Había un aire de familia completa. Comían y conversaban. Reían de la ingeniosa charla de Bruno. Bruno trataba a Paula como abuela y ella estaba encantada. Ella en realidad no tenía familia ni hijos así que tal como el cuarentón Andrea consideraban a Leonardo Valente y sus afectos como su propia familia. 

Brindaron a las 12 de la noche y todos hicieron una oración tomados de la mano agradeciendo al creador las gracias concedidas. Este año fueron muchas, el señor Valente y Bruno se habían curado. Maja había recibido ayuda en su soledad. Paula y Andrea estaban felices por el reverdecer de ese hogar, que incluso ahora lucía con una fuente de orquídeas. 

Llegó el momento de los regalos, Bruno abría las cajas de juegos infantiles, una versión desmontable del antiguo auto de su padre que le regaló Leonardo, más grande y hermoso que el que le había regalado su hermana, realmente lo cautivó. 

Entre los obsequios para todos estaba una cajita forrada de terciopelo rojo para Maja. Ella lo abrió y se encontró con una hermosa cadena de oro con un signo infinito que brillaba por los diamantes prendidos a ella. 

Era el obsequio de Leonardo.Y era especial. 

Maja no le obsequió nada a su jefe ni a los demás miembros de lo que ahora eran su familia. 

No había podido salir a comprar. Ni siquiera sabía que habría obsequios en la base del arbolito.

Dijo unas palabras de disculpa y expresó que los amaba, que ellos significaban para ella y Bruno recuperar la familia pérdida, que los amaría a todos por siempre.  

Su corazón estaba rebosante de emoción. Paula le regaló un hermoso chal de seda muy fino y Andrea un celular nuevo para reemplazar al suyo antiguo y barato. En el corredor bailaron y pudieron apretar sus cuerpos y sentirse juntos. Su hermano cargado de juguetes pronto se fue a dormir. 

Su jefe le tomó de la mano y salieron en su auto y recorrieron la ciudad iluminada a esa hora. Se notaba la alegría de la gente. La inmensa ciudad parecía soñar un futuro realmente distinto para todos. 

Volvieron juntos y juntos entraron a la recámara de Leonardo. Y se amaron despacio y con cariño verdadero. Había tantas cosas que se debían ambos pero no era agradecimiento lo que los impulsaba, era amor profundo y deseo que no se apagaba. 

– Esta noche duerme a mí lado Maja. No te llevaré a tu recámara. Que todos se enteren de nuestro amor. No puedo prometerme casamiento. Solo puedo amarte nena.--

– Lo entiendo Leonardo..No estoy triste por ello. Aunque alguna vez no estemos juntos sabes que mí amor por ti seguirá siendo eterno. 

Amanecieron juntos y todo fue hermoso. Desayunaron juntos después de bañarse. Eran una pareja de esposos sin ser aún marido y mujer. 

Una pareja de amantes pero ya no escondida. Al otro día todos los empleados los vieron salir juntos de la recámara de Leonardo Valente y pasear juntos por el parque. Nadie tenía nada que decir sobre ese tema. Solo esperaban que la unión de la pareja perdure y que su antigua patrona no vuelva jamás con su carácter altivo y soberbio. 

En realidad nadie, excepto Leonardo Valente amaba a Magdalena Valente. 

Solo la habían respetado mientras ella estuvo junto a su patrón.

Respetaban el amor que él tenía por su esposa y el hijo que esperaba.

Ahora el señor había renacido junto a Maja y Bruno, todo el aire de la casa había cambiado. 

El señor lucía una hermosa sonrisa junto a su nueva familia y rezaban para que esa situación perdurará. 

En años la familia no había festejado la navidad. Este año lo hicieron.

Bruno jugaba con sus obsequios, Paula cantaba en su tarea diaria, los señores paseaban por el parque y la vida fluía con amor en la mansión.

– Debo trabajar un rato Leonardo– dijo Maja. 

– No trabajes hoy amor mío. Hoy estarás conmigo todo el día.-- respondió él. 

Pero aunque Maja no cumpliera su tarea su computadora seguía la búsqueda y traería una novedad que nadie quería recibir. Ni siquiera Maja. 

El destino marca algunos obstáculos a los seres humanos. 

Nadie nos dice que en esta vida todo será color de rosas. Y el obstáculo a la felicidad de Leo y Maja era Magdalena y su hijo. 

Ese día la computadora de Maja localizó, justo en ese país, en un aeropuerto de esa ciudad a Magdalena Valente. 

Por ahora Maja sin saberlo reía feliz junto a Bruno y Leonardo. La computadora reconoció los rostros y comenzó a grabar la escena. Una pareja que discutía y un niño de unos dos años que lloraba sentado en el suelo del hall de un aeropuerto.