Adrien Marlow siempre consideró a Kai Min-Fletcher un completo patán cuya actitud y personalidad dejaban mucho que desear. Era bruto, arrogante y un imbécil que a veces disfrutaba despreciar a los demás, justo el tipo de persona que Adrien detestaba. Por ello creyó que nunca se relacionarían. Pero entonces, en una noche de lluvia, descubrió algo inesperado: ¿Kai estaba llorando? Antes de que pudiera pensar con claridad, los dedos de su mano presionaron el botón de su cámara. Cuando el sonido alertó a Kai, Adrien no era consciente de que, en ese momento, su vida estaba a punto de cambiar… y que, quizá, también cambiaría la vida de alguien inesperado.
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En el campus de la universidad, Adrien Marlow está sentado en una de las bancas mientras inspecciona su cámara. Por rutina, suele revisar que todo esté en orden, sería una lástima que un fallo en el equipo o una mancha en la lente le impidiera tomar una buena foto. Es mediodía y el cielo está despejado; además, una suave brisa refrescante recorre el lugar. Adrien agradece que el clima esté de su lado. Como estudiante de fotografía, sabe que debe aprovechar al máximo estas condiciones favorables.
Cuando da por concluida la inspección, se coloca la correa de la cámara y camina hacia el destino que hoy se encargará de plasmar. Como no está lejos, no tarda en visualizar las canchas deportivas. Hay algo de bullicio; incluso si aún falta para que el reloj marque la una de la tarde, ya comienzan a reunirse grupos de estudiantes emocionados. Por lo que ha escuchado, el partido de hoy será importante; sin embargo, Adrien no tiene ningún interés en los deportes. A pesar de que el equipo de fútbol soccer de su universidad jugará la semifinal, permanece ajeno al entusiasmo que se respira en el ambiente.
Su falta de interés es tan grande que, por muy absurdo que suene, esta es la primera vez que pisa el área deportiva de la universidad. Entonces, ¿por qué está ahí? Es simple. Como se supone que este es un evento relevante, los de la carrera de Periodismo pidieron la colaboración de un fotógrafo de la Facultad de Artes. Un profesor le recomendó asistir, argumentando que sería bueno para él ampliar sus horizontes. Al principio, Adrien no estaba muy convencido, pero luego de meditarlo, terminó aceptando.
Los espectadores, tanto de su universidad como aquellos que apoyan al equipo rival, comienzan a colocarse en las gradas, esperando conseguir un buen lugar. Él no tiene que preocuparse por eso, ya que tiene reservado un asiento en primera fila.
—Estoy seguro de que Kai los destrozará —comenta alguien detrás.
Adrien revisa el reloj en su muñeca. Faltan cuarenta minutos. En un extremo del campo, el equipo de su universidad viste un uniforme negro con detalles amarillos; en el otro lado, el equipo visitante lleva uno blanco con un degradado en tonos azulados. Los jugadores de ambos equipos están realizando ejercicios de calentamiento... o eso supone él.
—Aposté a que Kai meterá tres goles —dice Dylan, uno de los chicos de Periodismo, sentado al lado de Adrien.
—Le tienes demasiada fe —responde su compañera, una chica de gafas cuya ropa es más formal. Aunque también es estudiante, es evidente que se toma en serio este simple partido entre universidades. Sin duda, parecía una profesional—. Escuché que últimamente ha faltado a los entrenamientos. Además, aún no se ha presentado, a pesar de que el resto ya está aquí. No me da buena espina.
—¿Por qué siempre tienes que ser así, Edith? Deberías ser más positiva.
—Yo solo me baso en los hechos.
Inevitablemente, Adrien escuchó aquella conversación. Y no fue la única vez que oiría el nombre de "Kai". Por algún motivo, ese nombre fue mencionado varias veces por otras personas.
—Disculpen, ¿ese tal Kai es el favorito? —pregunta Adrien, solo para sacarse la duda.
Edith y Dylan se voltean a verlo, como si no pudieran creer que alguien en la universidad no conociera a Kai. Sí, la universidad es grande, pero la popularidad de Kai hace tiempo que se extendió por casi todas las facultades. Incluso quienes no lo conocen personalmente, al menos han oído hablar del famoso delantero del equipo representativo de fútbol soccer.
—Decir que es el favorito es poco —responde Edith—. Se podría decir que la mayoría no ha venido por la semifinal, sino exclusivamente por él.
—¡Exacto! Es muy talentoso. Incluso hay rumores de que está en negociaciones con un equipo de primera división —añade Dylan, fijándose entonces en la cámara de Adrien—. ¡Ah! Eres el estudiante de fotografía que pedimos, ¿no? Perdón, no creí que fueras tú.
Dylan sonríe, un poco apenado. No esperaba que el encargado de las fotos fuera un tipo alto y de complexión marcada. Ha tratado antes con estudiantes de la Facultad de Artes, pero en su experiencia suelen tener un aspecto más delicado o un estilo pintoresco. Adrien, en cambio, desentona… aunque de un modo interesante. Su rostro es refinado, con intensos ojos azules y cabello castaño, pero el resto de su cuerpo es visiblemente fuerte, especialmente los brazos. Esa cara no parece encajar con ese cuerpo, y aun así, lo hace.
Un codazo discreto de Edith regresa a Dylan a la tierra. No se dio cuenta de que se había quedado mirando a Adrien por demasiado tiempo.
—Bueno, me presento, yo soy Dylan, y esta chica seria de aquí es Edith —dice tratando de disimular su error anterior.
Adrien corresponde con una sonrisa amistosa y, del mismo modo, se presenta. Pero justo cuando termina de decir su nombre, el bullicio estalla en gritos de mujeres que exclaman:
—¡¡¡Es Kai!!!
De inmediato, todas las miradas se dirigen hacia un hombre apuesto: cabello negro, cuerpo atlético, rasgos orientales, piel bronceada y una expresión que deja claro cuánto disfruta de la atención. Adrien no tarda en entender que ese tipo, Kai, sabe exactamente cómo atraer miradas. Incluso antes de entrar al campo, lanza un guiño hacia el público, provocando una nueva oleada de gritos entre las espectadoras.
Un pequeño pitido suena: el reloj en la muñeca de Adrien le avisa que faltan diez minutos para que empiece el partido. Kai fue el último en llegar, ¿no necesita calentar como el resto? Adrien nota que el entrenador no parece contento y le dice algo al jugador estrella que acaba de aparecer, aunque por la distancia, es imposible escuchar la conversación.
Cuando el reloj marca la una, la semifinal da inicio, con el equipo rival realizando el primer saque. Adrien no sabe mucho de fútbol, pero al menos entiende lo básico. Y aunque al principio no tenía ningún interés, sus ojos no logran despegarse del juego que se desarrolla frente a él. Kai es… sensacional. Mueve el balón como todo un experto, pero no es solo técnica, sino que realmente brilla. Si esto fuera un recital musical, sería como presenciar a un artista virtuoso en su máximo esplendor.
Tiene que capturarlo. Tiene que detener el tiempo y plasmar ese instante para que no se borre. Adrien alza su cámara y, con el corazón latiendo con fuerza en el pecho, presiona el disparador. Eufórico, toma foto tras foto. Es la primera vez que experimenta una emoción e inspiración tan intensas.
El marcador final quedó 3-2. El equipo de su universidad pasó a la gran final. Fue un partido reñido. Adrien baja su cámara, intentando regular su respiración; ni siquiera se dio cuenta de cuándo transcurrieron ambos tiempos del juego. Escucha un grito de Dylan, quien celebra haber ganado la apuesta. De fondo, los gritos de victoria llenan el aire. Con una sonrisa aún en el rostro, Adrien mira la pantalla de su cámara para revisar las fotos que tomó.
..."¿Acaso será que encontré a... mi musa?"...
—¡¡Púdrete idiota!!
El grito inesperado de Kai hizo callar de golpe la celebración. Los presentes quedaron conmocionados, y Adrien alzó la vista. No sabía cómo había comenzado, pero Kai estaba ahora forcejeando a golpes con un jugador del equipo rival. Los ojos del hombre que Adrien había admirado durante todo el partido ahora estaban cegados por la furia.
Intentaban separarlos, pero la hostilidad no tardó en extenderse a las gradas. Los espectadores de ambos equipos comenzaron a lanzarse insultos. El ambiente se tornó aún más tenso cuando alguien arrojó el primer golpe desde las gradas, desatando el caos.
Adrien nunca pudo olvidar aquel día en que conoció a Kai Min-Fletcher. Aquel que, en cuestión de minutos, pasó de ser su inspiración... a convertirse en la persona que más detestaba.
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