A sus 24 años, Anaís creía tener la vida resuelta, hasta que todo le fue arrebatado de un golpe. Un trágico accidente la lleva a una segunda oportunidad, pero en el cuerpo de alguien más: una chica de 17 años que tiene todo un pasado oscuro del que escapar. Con recuerdos vívidos de su vida pasada, Anaís busca vengarse de quienes la traicionaron, pero se encuentra atrapada en una nueva familia, nuevos amigos, y un joven inesperado que despierta emociones en ella. Entre risas, desafíos y lecciones, deberá aprender que a veces la redención puede ser más poderosa que la venganza.
¿Podrá encontrar la paz en un cuerpo joven, mientras decide si destruir o reconstruir su futuro?
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Capítulo 13: Jugando con la Verdad
Anaís caminaba junto a Nicolás por las calles adoquinadas de la ciudad. El sol del atardecer bañaba todo con una cálida luz anaranjada, pero en su cabeza, solo había un torbellino de pensamientos. Tenía que tomar el control de esta nueva vida sin perderse a sí misma en el proceso. Con cada paso que daba, sentía el peso de su decisión, de su plan de venganza, de lo que estaba por venir. Nicolás, ajeno a sus verdaderos pensamientos, seguía hablándole sobre anécdotas del pasado que la verdadera Sofía había vivido, pero ella solo asentía, intentando seguir el hilo sin comprometerse demasiado.
"¿Recuerdas la vez que nos escapamos de la fiesta para ir a la playa?" comentó Nicolás, riendo entre dientes. "Eso fue muy loco. Estabas tan decidida, ni siquiera me diste tiempo de pensarlo."
Anaís forzó una sonrisa, sabiendo que esa no era su historia. Era la de Sofía, la chica que ahora ocupaba el lugar que alguna vez fue suyo. "Sí, fue divertido," respondió, aunque su tono carecía de la nostalgia que Nicolás buscaba.
Él notó la falta de entusiasmo en su voz y la miró de reojo. "Has cambiado mucho desde el accidente. No sé... algo en ti es diferente."
Anaís sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sabía que Nicolás la conocía lo suficiente como para notar cuando algo no cuadraba, pero no podía darse el lujo de ser descubierta. No ahora. "Es solo... todo lo que ha pasado. Supongo que los accidentes cambian a las personas, ¿no?" Intentó sonar convincente, aunque las dudas ya comenzaban a aflorar en la mente de Nicolás.
Él la miró por un segundo más, como si intentara leerle los pensamientos. "Supongo que sí. Pero no importa cuánto cambies, seguirás siendo mi amiga, Sofía." El tono en la voz de Nicolás tenía una mezcla de confianza y algo más, una pequeña chispa que Anaís no supo cómo interpretar. ¿Era preocupación? ¿O había algo más que no estaba viendo?
De pronto, la vibración en el bolsillo de Anaís la sacó de sus pensamientos. Sacó el teléfono y vio un número desconocido en la pantalla. Dudó por un momento, pero terminó respondiendo.
"¿Sofía?", preguntó una voz femenina del otro lado.
Anaís se tensó al escuchar el nombre de Sofía, aunque era lo que ahora debía responder. "Sí, soy yo. ¿Quién habla?"
"Soy Beatriz, del despacho legal. Necesito que vengas cuanto antes. Hay algo que debes ver en relación con el testamento de tu familia."
Anaís tragó saliva. No tenía idea de qué hablaba esa mujer, pero la mención de un testamento le puso alerta. No podía arriesgarse a perder información clave sobre Sofía y el entorno en el que ahora vivía. "Está bien, iré en cuanto pueda."
Colgó el teléfono y miró a Nicolás. "Parece que tengo que ir a resolver unos asuntos familiares... ¿Te importaría acompañarme?"
Nicolás asintió sin dudarlo. "Por supuesto, no te dejaría sola."
Ambos se dirigieron hacia el despacho legal. Mientras caminaban, Anaís aprovechaba para pensar. Necesitaba estar más atenta, descubrir los secretos que la rodeaban y asegurarse de no cometer errores. La vida de Sofía estaba llena de detalles que todavía desconocía, y si quería mantener el control, debía saber todo lo que pudiera.
Al llegar al despacho, los recibió una mujer de mediana edad, que los condujo a una pequeña sala donde había una carpeta de documentos sobre una mesa.
"Es algo... inesperado," comenzó la mujer, Beatriz, mientras les ofrecía un asiento. "No sabíamos si informarte antes o después de tu recuperación completa, pero la situación lo requiere."
Anaís frunció el ceño, asintiendo lentamente. "¿De qué se trata?"
Beatriz se aclaró la garganta y abrió la carpeta. "Es sobre la herencia de tu familia. Según el testamento, ahora eres la única heredera de un importante patrimonio, pero hay ciertas condiciones que debes cumplir."
Anaís se tensó. ¿Herencia? No sabía nada de la familia de Sofía, y esto solo complicaba más las cosas. Pero debía jugar sus cartas con cautela. "¿Condiciones?"
Beatriz asintió, ajustándose las gafas. "Debes tomar posesión oficial de las propiedades antes de que termine el mes, o todo pasará a manos de la empresa rival de tu familia. Sabíamos que el accidente podría retrasar las cosas, pero es esencial que te presentes como la nueva propietaria."
Anaís sentía que la situación se volvía cada vez más peligrosa. No solo estaba en el cuerpo de otra persona, ahora tenía una gran responsabilidad sobre los hombros que no había pedido. Pero si jugaba bien sus cartas, esto podría darle una ventaja que no había considerado.
"Está bien. Haré lo que sea necesario," respondió, mirando de reojo a Nicolás. Él estaba atento, pero parecía confiar plenamente en lo que estaba ocurriendo. Anaís sabía que no podía revelar sus verdaderas intenciones, al menos no todavía.
Beatriz le entregó los documentos y le pidió firmar algunos papeles. Mientras lo hacía, Anaís pensaba en cómo esta nueva situación podría cambiar todo. No solo estaba su venganza en juego, ahora también había poder y dinero en la ecuación. Quizá el destino la había puesto en el cuerpo de Sofía por una razón mucho más grande de lo que había imaginado.
Cuando finalmente salieron del despacho, Nicolás rompió el silencio. "Eso fue... inesperado. ¿Sabías que tenías una herencia tan grande?"
Anaís negó con la cabeza, intentando parecer sorprendida. "No tenía idea. Es una locura, ¿verdad?"
"Totalmente," respondió Nicolás, con una sonrisa que reflejaba la emoción de la situación. "Pero si alguien puede manejarlo, eres tú."
Anaís sonrió, pero detrás de esa sonrisa se ocultaban planes mucho más oscuros. Tenía una nueva oportunidad, un nuevo poder en sus manos. Y lo usaría para vengarse de quienes la habían traicionado.
El juego apenas comenzaba.