Es un libro sobre un romance entre dos jovenes universitarios, Nyx Frost y Jasper Brooks. Nyx es fría y distante, mientras que Jasper es cariñoso y comprensivo. La historia se centra en cómo Jasper se involucra en el oscuro mundo de Nyx, afectando su relación con sus seres queridos y explorando temas de manipulación y relaciones tóxicas.
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Capitulo 12: Jugada Maestra
El sol apenas comenzaba a salir cuando dejé la cabaña de Nyx, sintiendo cómo el peso de la noche anterior todavía se aferraba a mis hombros. No había dormido, y cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Emily, su rostro deformado por el dolor, aparecía como una sombra amenazante. Me esforzaba por no pensar en ello, por convencerme de que había sido un paso necesario, pero los ecos de sus gritos seguían resonando en mi mente.
Nyx había estado conmigo toda la noche, observando con sus ojos imperturbables mientras llevaba a cabo el asesinato. Su presencia, más que tranquilizadora, me había hecho sentir que no tenía otra opción. Tenía que seguir adelante, y lo había hecho. Su aprobación, manifestada con una simple inclinación de cabeza, fue lo único que obtuve al finalizar.
Al entrar a la casa, el silencio era casi palpable. Mis padres no estaban despiertos todavía, y por un breve instante, agradecí el momento de soledad. Necesitaba tiempo para despejar mi mente antes de enfrentar el día.
Me dirigí directamente a mi habitación y me dejé caer en la cama, sintiendo cómo la fatiga comenzaba a arrastrarme hacia el sueño. Intenté dormir, pero mis pensamientos no me dejaban en paz. Cada detalle de la noche anterior se repetía en mi mente, como un ciclo interminable de culpa y autojustificación.
Horas más tarde, cuando finalmente me levanté, el día ya estaba bien avanzado. Mis padres estaban en la cocina, el desayuno ya había sido servido y comido, dejando la mesa vacía. Me preparé para lo que sería un día más, intentando actuar con normalidad.
Después de arreglarme, salí de mi habitación y bajé las escaleras. Sin despedirme, salí de la casa, tomando el camino hacia la universidad. La tensión en el aire me acompañaba, y sabía que las cosas no iban a mejorar fácilmente.
Al llegar al campus, intenté mantenerme alejado de los lugares concurridos. Cada rostro me parecía una amenaza, cada mirada una posible sospecha. Todo parecía difuso, como si estuviera atrapado en una neblina de incertidumbre y culpa.
Evité las miradas inquisitivas, y decidí pasar el día lo más desapercibido posible, esperando que el tiempo y el silencio cubrieran las huellas de la noche anterior. Sin Nyx a mi lado, el peso de lo que habíamos hecho recaía completamente sobre mí, y la realidad de la situación comenzaba a hundirme.
Mientras caminaba por los pasillos, me encontré con algunos compañeros de clase, quienes me saludaron sin sospechar lo que estaba pasando por mi mente. Traté de responder con una sonrisa tensa, consciente de que cualquier indicio de nerviosismo podría levantar sospechas.
A medida que avanzaba el día, la culpa y la tensión seguían acumulándose. Sabía que Nyx tenía un plan, pero la incertidumbre me consumía. Cada segundo que pasaba me hacía dudar más de mí mismo y de lo que había hecho.
Finalmente, la jornada terminó, y el alivio momentáneo que sentí al salir de la universidad fue abrumador. Sabía que tenía que seguir adelante, mantener la calma y esperar a que Nyx cumpliera con su parte. La única opción era confiar en ella y seguir adelante, sin mirar atrás.
La tarde se había deslizado lentamente hacia la noche, y yo me dirigía a casa con un peso indescriptible en el pecho. El día en la universidad había sido un caos, una sucesión de miradas sospechosas y pensamientos atormentados que no dejaban de atormentarme. Cada paso que daba me parecía más pesado que el anterior, como si el mundo entero hubiera decidido castigarme por lo que había hecho.
Al llegar a la esquina de mi calle, me detuve en seco. La vista que tenía frente a mi casa era un espectáculo que nunca hubiera imaginado. Las luces de las patrullas y ambulancias parpadeaban frenéticamente, arrojando un sinfín de colores que mezclaban el rojo y el azul en una danza inquietante. Había una multitud de curiosos, sus rostros iluminados por las luces y cargados de una mezcla de sorpresa y horror.
El corazón me latía con fuerza en el pecho mientras me abría paso entre la multitud. La sensación de pánico que había intentado mantener a raya desde la noche anterior se disparó al ver lo que había en el umbral de mi casa. Allí, en la entrada, estaba el cuerpo sin vida de Emily.
Mi mente se quedó en blanco. El contraste entre su piel pálida y las luces de emergencia parecía una cruel burla. Sus ropas estaban manchadas, y la forma en que su cuerpo yacía allí era un recordatorio brutal de la brutalidad que habíamos desatado. Sentí un nudo en el estómago, un golpe de culpa y terror que me dejó inmóvil.
Un oficial de policía se acercó, su expresión grave era un reflejo de la seriedad de la situación. La voz del oficial me sacó de mi estado de shock.
—¿Eres Jasper Brooks? —preguntó, su tono mezclando formalidad y preocupación.
Asentí, sin poder apartar la mirada del cuerpo de Emily. Mi mente intentaba procesar lo que estaba viendo, pero el pánico me nublaba.
—Necesito que me acompañes —dijo el oficial, señalando la patrulla cercana. —Tenemos que hacerte algunas preguntas.
Mis palabras se quedaron atrapadas en mi garganta. La visión de Emily, expuesta frente a mi casa, era una tortura constante. Cada paso hacia la patrulla era una lucha, una confrontación con la realidad de lo que había hecho y la amenaza inminente que ahora se cernía sobre mí.
Cuando me llevaron a la patrulla, el ruido de las sirenas y el bullicio de la multitud se convirtieron en un zumbido distante. Mi mente estaba atrapada en un abismo de desesperación y culpa. Sabía que Nyx estaba detrás de esto. Ella había hecho esto para enviar un mensaje, para demostrar que controlaba la situación. Y yo estaba atrapado, sin ninguna escapatoria visible.
Sentado en la patrulla, con la puerta cerrándose tras de mí, el peso de la desesperación y la culpa era abrumador. La imagen de Emily, el precio de nuestra decisión, era un recordatorio constante de que había cruzado una línea que no podía deshacer. La oscuridad que había aceptado me había envuelto por completo, y la verdad de mi situación era inescapable.
La patrulla se deslizó por la calle, llevándome a un destino incierto, mientras yo quedaba atrapado en el eco de mis propias decisiones y en la sombra de lo que había hecho.
La patrulla se detuvo frente a la estación de policía, y el oficial que me había acompañado me condujo hasta la entrada. La fría luz fluorescente del edificio me recibió con un brillo implacable. La estación era un laberinto de pasillos y oficinas, y pronto me llevaron a una sala de interrogatorios.
La sala era austera, con una mesa de metal en el centro y dos sillas duras enfrentadas. Me senté en una de las sillas, sintiendo la frialdad del metal atravesar mi ropa. El oficial que me había traído se quedó en la puerta, mientras dos detectives entraban, sus miradas serias y escrutadoras.
Uno de los detectives, un hombre de mediana edad con una expresión severa, tomó la delantera.
—Jasper Brooks, gracias por venir. Sabemos que hoy has tenido un día complicado. Necesitamos que nos digas dónde estuviste la noche pasada.
Miré al detective con una mezcla de desdén y desafío, manteniendo una expresión imperturbable.
—¿De verdad? —dije, mi tono cargado de sarcasmo. —Me parece curioso que, de repente, estén tan interesados en mi paradero. ¿Qué pasa? ¿Acaso tienen pruebas que me vinculen a algo?
El otro detective, un hombre más joven con una expresión que parecía más cansada que enfadada, se inclinó hacia adelante.
—El cuerpo de Emily fue encontrado frente a tu casa, Jasper. Eso no es algo que puedas simplemente ignorar. Necesitamos respuestas.
Me recargué en la silla, fingiendo desinterés mientras mi mente trabajaba a toda velocidad. Era obvio que estaban tratando de presionarme, pero no iba a ceder fácilmente.
—Mmm, interesante —dije con una sonrisa desafiante. —Pero, ¿cuáles son exactamente sus pruebas? ¿Qué los hace pensar que estoy involucrado en esto? Porque hasta ahora, todo lo que tengo son preguntas sobre por qué están tan desesperados por involucrarme.
El detective mayor frunció el ceño, claramente irritado por mi actitud.
—No estamos jugando, Jasper. La situación es seria. El cuerpo de Emily fue dejado justo frente a tu casa.
—Eso ya lo sé —respondí con frialdad. —Estaba en la universidad, ¿cómo se supone que voy a dejar el cuerpo? Además, no soy tan idiota; si matara a alguien, lo último que haría sería dejar el cuerpo justo enfrente de mi casa. Eso sería estúpido.
Los detectives intercambiaron miradas, claramente frustrados por mi resistencia.
—Esto no es un juego, Jasper. Si tienes algo que decir, deberías hacerlo ahora.
Me encogí de hombros, sin dejar de mantener mi expresión desafiante.
—Lo siento, pero no voy a hablar sin mi abogado. Ya he tenido suficiente de sus interrogatorios. Si tienen algo sólido, pueden esperar a que mi abogado llegue y lo presenten.
Con una mezcla de irritación y resignación, los detectives se levantaron, dejando la sala con un golpe seco en la puerta. La soledad en la sala era casi tan aplastante como la tensión que había sentido durante el interrogatorio. Mi actitud desafiante había logrado al menos un pequeño triunfo, pero sabía que esto era solo el comienzo.
Sentado en la fría sala de interrogatorios, me preparé para la siguiente fase. La oscuridad que había aceptado se estaba cerrando sobre mí, y cada paso que daba parecía llevarme más profundo en un laberinto del que no sabía si podría escapar.
Después de lo que pareció una eternidad, la puerta de la sala de interrogatorios se abrió de nuevo. Esta vez, en lugar de los detectives, entró un hombre con una actitud confiada y una presencia que inspiraba calma. Era mi abogado, Daniel Carter. Su traje oscuro y su porte elegante contrastaban con el ambiente tenso de la sala.
—Jasper —dijo Daniel con una voz firme y serena. —Soy Daniel Carter. Estoy aquí para sacarte de aquí.
Me levanté de la silla, sintiendo una oleada de alivio al ver a alguien que podría ayudarme a salir de esta situación. Los detectives nos miraron desde la puerta, visiblemente molestos por la intervención.
—¿Qué sucede? &pregunté mientras Daniel y yo salíamos de la sala.
Daniel se dirigió a los detectives con una confianza evidente.
—Mi cliente no está bajo arresto. No hay pruebas que lo vinculen con el caso. Lo que tienen son especulaciones y teorías. Los agentes están simplemente acumulando presión sin fundamento real.
Los detectives intentaron objetar, pero Daniel los interrumpió.
—Si no tienen una acusación formal ni evidencia concreta, Jasper no tiene por qué seguir aquí. Estoy retirando a mi cliente. Exigimos que se le permita salir.
Con un gesto de resignación, los detectives se apartaron para permitirnos salir. Mientras caminábamos por el pasillo, Daniel se volvió hacia mí.
—Tranquilo. No hay cargos formales en tu contra, y no tienen nada que te vincule directamente. Por ahora, te llevaré a casa. Lo que necesitamos es mantener la calma y prepararnos para lo que venga.
Me sentí aliviado al escuchar sus palabras, aunque la preocupación seguía presente. Cuando salimos de la estación de policía, el aire nocturno me recibió con una mezcla de frescura y tensión. Me subí al auto de Daniel, sintiendo una mezcla de gratitud y ansiedad.
—Gracias por venir —dije mientras Daniel arrancaba el motor. —No sé qué habría hecho sin tu ayuda.
—No hay de qué —respondió Daniel con una sonrisa tranquila. —Esto es parte de mi trabajo. Mantente alerta y no hagas nada que pueda complicar más las cosas. Estaremos en contacto con cualquier novedad.
Con esas palabras, me dejó en la puerta de mi casa. La sensación de alivio que experimenté al salir de la estación fue rápidamente reemplazada por una creciente preocupación. A medida que entraba en mi casa, el peso de los eventos recientes seguía sobre mis hombros, y el futuro parecía cada vez más incierto.
Mientras subía las escaleras, decidí que necesitaba hablar con Nyx. Sacando el teléfono, escribí rápidamente un mensaje: "Necesitamos vernos". La necesidad de discutir lo que había sucedido y planificar los próximos pasos era urgente. El caos de la noche anterior aún pesaba en mi mente, y saber que Nyx estaba al tanto me proporcionaba una pequeña medida de consuelo en medio del desorden.
Una vez en mi habitación, me tumbé en la cama, esperando la respuesta de Nyx mientras el silencio de la casa se asentaba a mi alrededor. La oscuridad parecía abrazar cada rincón, reflejando el caos que había invadido mi vida.
El mensaje de Nyx llegó rápidamente: "Estoy en casa. Ven cuando puedas."
El corazón me latió más rápido al leer su respuesta. Me vestí rápidamente y salí de casa, tratando de evitar que mis padres se dieran cuenta de mi salida. La noche estaba fría y oscura, el camino hacia la cabaña se me hizo largo mientras pensaba en la conversación que debía tener con Nyx.
Después de un largo día de interrogatorios y enfrentamientos con la policía, finalmente me encontré en la cabaña de Nyx. Entré con pasos lentos, sintiendo que la tensión de la situación se acumulaba dentro de mí. Nyx me esperaba en la sala, su expresión calmada contrastaba con la tormenta que se arremolinaba en mi interior.
—Jasper —dijo con voz suave, pero firme. —Me alegra verte.
No respondí de inmediato. En su lugar, me dejé caer en una silla frente a ella, mi mirada fija en la suya, tratando de encontrar respuestas a las preguntas que giraban en mi cabeza.
—¿Por qué lo hiciste? —dije finalmente, rompiendo el silencio. —¿Por qué dejaste el cuerpo de Emily justo enfrente de mi casa?