Sinopsis: "La Felicidades No Está Hecha Para Mí" es la desgarradora historia de un joven que lo pierde todo. Después de que su familia muriera en un trágico accidente automovilístico, su mundo se derrumba por completo. Sumido en la desesperación y el dolor, el joven lucha por encontrar un sentido a su vida. Sin embargo, en medio de su sufrimiento, el joven encuentra un rayo de esperanza cuando conoce a alguien que logra despertaren él un sentimiento que creía perdido: el amor. A medida que su relación avanza, el joven comienza a vislumbrar un futuro más allá del abismo de la tragedia. Pero la felicidad que parecía al alcance de su mano se ve truncada cuando, de forma inesperada, su nuevo amor es brutalmente asesinado. Devastado por este nuevo golpe del destino, el joven se enfrenta a la dolorosa realidad de que la felicidad tal vez no esté hecha para él.
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Reconstruyendo mi Legado
Capítulo 13: Reconstruyendo mi Legado
Conforme pasan las semanas, Lucía y yo nos esforzamos por reconstruir nuestras vidas sin la presencia física de nuestra tía Mariana. Es un proceso arduo y doloroso, lleno de altibajos emocionales, pero nos aferramos a su memoria como un ancla que nos mantiene a flote.
Juntos, hacemos todo lo posible por honrar su legado. Nos encargamos de mantener al día los asuntos de su pequeña empresa, asegurándanos de que siga siendo un reflejo de su dedicación y pasión. Es un trabajo demandante, pero al mismo tiempo, nos brinda un sentido de propósito y continuidad que nos sostiene.
En las noches, cuando el silencio se apodera de mi departamento, me permito una pausa para recordar a mi tía Mariana. Evoco su imagen, su sonrisa cálida y sus sabios consejos, y siento cómo su espíritu sigue acompañándome, guiándome en el camino que debo recorrer.
A veces, la tristeza me consume y me hundo en un mar de lágrimas, abrumado por la sensación de su ausencia. Pero en esos momentos, Lucía está a mi lado, ofreciendo su hombro y sus palabras de aliento, recordándome que debo ser fuerte, tal y como nuestra tía nos enseñó.
"Tía Mariana estaría orgullosa de nosotros, Martín. Sé que no es fácil, pero juntos vamos a honrar su memoria y seguir adelante", me dice Lucía, con una determinación que me llena de admiración.
Poco a poco, voy recuperando la motivación y la energía para retomar mi vida laboral. Regreso a la oficina, pero esta vez con una nueva perspectiva. Ya no permito que el trabajo consuma cada uno de mis pensamientos y energías, sino que procuro encontrar un equilibrio saludable entre mis responsabilidades y mi bienestar emocional.
Mis compañeros y superiores se muestran sorprendidos y conmovidos por mi determinación de recuperar un ritmo de vida más balanceado. Incluso mi jefe se acerca a mí y me expresa su más sincero pésame, ofreciéndome su apoyo en todo lo que necesite.
"Lamento mucho tu pérdida, Martín. Sé que has estado pasando por un momento sumamente difícil, y quiero que sepas que cuentas con todo nuestro apoyo", me dice, colocando una mano en mi hombro.
Asiento en silencio, sintiendo una mezcla de gratitud y determinación. "Muchas gracias, Javier. Aprecio mucho su comprensión. Le prometo que haré todo lo posible por mantener un equilibrio saludable entre mi trabajo y mi vida personal."
Él me sonríe con comprensión y asiente. "Me alegra escucharlo. Eres un empleado excepcional, y no queremos que te pierdas en el camino. Avísame si necesitas algo, estaré aquí para apoyarte."
Tras esa conversación, me siento más motivado que nunca para continuar honrando el legado de mi tía Mariana. Sé que ella hubiera querido que yo encontrara la felicidad y el balance en mi vida, y me esfuerzo por hacer realidad ese deseo.
Poco a poco, voy implementando cambios en mi rutina diaria. Me aseguro de tomar descansos regulares, de comer de manera más saludable y de reservar tiempo para actividades que me aporten satisfacción personal. Incluso me reúno de nuevo con mi grupo de excursiones, sintiendo cómo la conexión con la naturaleza me devuelve la paz interior.
Además, mantengo una comunicación constante con Lucía, fortaleciendo los lazos que nos unen. Hablamos a diario, compartiendo nuestras emociones y nuestros planes para el futuro. Juntos, vamos reconstruyendo nuestras vidas, honrando la memoria de nuestra tía Mariana con cada paso que damos.
Un día, mientras reviso algunos documentos en la oficina, una idea comienza a tomar forma en mi mente. Recuerdo cómo mi tía siempre soñó con expandir su pequeña empresa y llevar su legado a nuevas alturas. Siento que es mi deber continuar con ese sueño, de modo que me pongo manos a la obra.
Hablo con Lucía sobre mi plan, y ella se muestra entusiasmada y dispuesta a participar. Juntos, comenzamos a analizar las posibilidades, a explorar nuevas oportunidades y a trazar una estrategia que nos permita hacer realidad ese sueño que tanto significaba para nuestra tía.
A medida que avanzamos en nuestro proyecto, siento cómo una nueva chispa se enciende en mi interior. Ya no me siento abrumado por la tristeza y la pérdida, sino que me veo impulsado por una sensación de propósito y determinación que me llena de energía.
Lucía y yo trabajamos incansablemente, dividiendo tareas y apoyándonos mutuamente en cada paso del camino. A veces, cuando el cansancio comienza a acumularse, nos detenemos a recordar a nuestra tía Mariana, imaginando la sonrisa de orgullo que tendría en su rostro al ver lo que estamos logrando.
Finalmente, después de meses de arduo trabajo, logramos consolidar nuestro plan y dar los primeros pasos hacia la expansión de la empresa. Cuando firmamos los documentos legales y celebramos nuestro éxito, siento una profunda emoción que me recorre el cuerpo.
"Lo logramos, Martín. Tía Mariana estaría tan feliz de vernos", me dice Lucía, con lágrimas de alegría en los ojos.
Asiento, sintiendo cómo un nudo se forma en mi garganta. "Sí, Lucía. Estoy seguro de que ella está orgullosa de nosotros en este momento."
A partir de entonces, Lucía y yo nos abocamos de lleno a la tarea de hacer crecer la empresa de nuestra tía. Supervisamos cada detalle, tomamos decisiones estratégicas y nos aseguramos de mantener vivo el espíritu de su legado.
A medida que pasa el tiempo, veo cómo la empresa se transforma, convirtiéndose en un reflejo de la visión y la pasión que mi tía Mariana siempre tuvo. Poco a poco, vamos logrando expandir nuestras operaciones, alcanzando nuevos mercados y generando un mayor impacto en la comunidad.
En cada uno de esos logros, siento la presencia de mi tía Mariana, acompañándonos y guiándonos desde el más allá. Sé que ella estaría radiante de felicidad al ver cómo Lucía y yo hemos logrado honrar su memoria de una manera tan significativa.
Además de dedicarnos a la empresa, Lucía y yo nos esforzamos por mantener una vida equilibrada. Nos aseguramos de reservar tiempo para nosotros mismos, para cultivar nuestras relaciones personales y para disfrutar de los pequeños placeres de la vida.
Juntos, visitamos los lugares que tanto significaban para nuestra tía Mariana, recreando recuerdos y sintiendo su espíritu a nuestro alrededor. Exploramos nuevos destinos, creando nuevas experiencias que, si bien no pueden reemplazar su ausencia, nos ayudan a sobrellevar el dolor de la pérdida.
A veces, cuando la nostalgia se apodera de mí, me detengo a contemplar las estrellas…