La italiana y el CEO americano. Una Navidad muy diferente. Monalisa, una italiana fuerte, cariñosa, trabajadora, supertorpe o desastrosa, divertida y muy dispuesta, está pasando por un momento muy difícil. Se siente traicionada por las personas que más apoyó y amó, su familia y la de su exmarido. Cuando su matrimonio terminó, fue juzgada y culpada por todo, incluso por la infidelidad de su ex. Cansada de todo y de todos, incluidos sus parientes, y con la Navidad acercándose, decide visitar a su hija y ayudar a una antigua amiga que vive en Nueva York, para despejar su mente.
Abraham es un importante estadounidense, polémico en su vida personal, guapo y muy poderoso. Suele aparecer en público con mujeres bellísimas. Estuvo casado con una famosa actriz durante cinco años y tiene un hijo con ella. Tras la separación, comenzó una relación igualmente polémica, llena de infidelidades de su parte y altibajos con su antigua entrenadora personal, de la cual también tiene otro hijo. Como empresario, es muy respetado, pero su vida personal es bastante cuestionable. A pesar de tener 36 años, sigue disfrutando de fiestas y clubes nocturnos.
Surge un gran negocio, pero el lado personal de Abraham resulta ser clave para sus socios, y su reputación personal es un desastre. Esto puede convertirse en un gran problema, y Abraham necesita urgentemente ayuda en ese aspecto, ya que está interfiriendo en un trato que ha estado buscando por años. Necesita una mujer que lo ayude a mejorar su imagen.
Monalisa, por su parte, quiere un nuevo comienzo, una nueva vida y un nuevo rumbo. Sus destinos se cruzan y...
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Capítulo 13
Monalisa
Me despierto como ayer, hago todo en automático y después del café empiezo a despertarme de verdad.
Valentina: Qué linda, mamá, ¿segura de que no te has enamorado del señor Abraham? Lo vi en la tele y está de buen ver.
Monalisa: No digas tonterías, niña, claro que no.
Mira, voy a trabajar en la empresa por unos días y seré secretaria del tipo, o sea, del dueño, así que necesito al menos estar presentable.
Después Martina iba a prestarme un uniforme suyo, pero ella es más alta, más delgada y no me quedaba bien.
Menos mal que el estirado aceptó que estuviera estos días sin uniforme.
¡Porque esos uniformes son elegantísimos! Tina del cielo, hasta podría ir a la iglesia con ellos.
Valentina riéndose: Mamá, eres un caso.
Monalisa la besa y la abraza: Me voy, porque no puedo llegar tarde.
Valentina: ¿Ya llamaste a un taxi?
Monalisa: Sí, Martina me dio el contacto de un conocido suyo y quedé con él para que viniera a buscarme estos días.
Valentina: De acuerdo, si necesitas algo, llámame.
Monalisa: Tú también, besos y reza para que tu madre sobreviva.
Valentina se queda riendo.
Abraham
Me despierto y hace mucho frío, me quedaría durmiendo, ¡pero no puedo!
Me arreglo, voy a echar un vistazo a mis hijos, que duermen como angelitos, bajo y dejo la videovigilancia con la señora Ruth y me voy a la empresa. Espero sobrevivir a la italiana.
Monalisa
Al llegar, casi me doy un porrazo en la entrada, menos mal que había un guardia de seguridad y me apoyé en él o me habría dado de bruces contra el suelo.
Entro y no me preocupo, doy los buenos días a todos y todas, algunos me miran, otros me saludan, las recepcionistas me odian, bienvenidas al club o, mejor dicho, pónganse a la cola.
Subo rezando un padrenuestro, sí, porque el ascensor es la parte más aterradora, la peor de todas, respiro y llegué, gracias a Dios por no haberme caído y voy a hacer lo que hicimos ayer.
Reviso la oficina del estirado y todo está en orden, busco el dichoso ambientador y después de casi volverme loca lo encontré y lo echo por todas partes, caramba, creo que me he pasado, tengo que abrir un poco la ventana...
¿¿¿No tiene plantas??? ¿¿¿Ninguna??? Esto está muy mal... qué gente más apagada, ¿cómo viven sin plantas?...
Voy a hacer el café, espero hacerlo bien, como soy una mujer precavida, traje además de mis cosas ricas que hice anoche, un filtro por si acaso necesito pasar el café.
Dicho y hecho, sólo salió agua de esa cosa que dicen que es una de las mejores cafeteras... no pude con ella.
Cojo mi filtro y un poco de café que traje de Italia, mmm, nuestro café es mucho mejor que el suyo, en mi opinión...
Voy a hacer un café de los míos y a ver si el estirado se queja, va a estar mejor que el de esta máquina, espero...
Me sirvo dos, claro que voy a tomar uno después, me lo merezco sólo por hacer el café.
Abraham
Llego a la empresa como siempre, las mismas miradas, buenos días y entro, la italiana no está ahí delante, espero que esté haciendo mi café.
Entro en mi despacho y nuestra está helada\, qué m****a\, la ventana está abierta. La cierro y no sé por qué creo que ha sido ella quien lo ha hecho.
Intento respirar y no empezar el día irritado.
Monalisa
Miro el reloj y son las 8 en punto, tengo que llevarle el café al señor estirado, ¡Dios mío, no puedo creer que lo haya conseguido!
Aunque no se oiga ningún ruido, debe de estar ahí esperándolo...
Lo recojo todo y me voy, llamo a la puerta y...
Abraham
Seguro que es ella, llama demasiado fuerte.
Monalisa entra sonriendo: Buenos días, señor Abraham.
Monalisa
Cuando digo señor Abraham, me viene a la cabeza él sin camisa, creo que me he puesto roja...
Abraham
Entra sonriendo y admito que su sonrisa es preciosa, me da los buenos días que todo el edificio ha oído y se pone roja, uyy, esto es peligroso, ella con las mejillas rojas me hace imaginar cosas...
Abraham: Buenos días, Monalisa, y si es posible, habla más bajo.
Monalisa: deja la taza a su lado y sale: Sí, lo intentaré.
Abraham: Estupendo, y dime una cosa, ¿por qué estaba abierta mi ventana?
Monalisa susurra: Disculpe, es que ese potingue que echamos para que huela bien, no es que su oficina huela mal... antes de que me líe, eché demasiado y decidí que entrara un poco de aire.
Abraham: Hace mucho frío fuera y mi despacho estaba helado, así que ten más cuidado cuando eches el ambientador.
Monalisa: ¡¡¡Eso!!! Ambientador.
Monalisa pensando: Ay, he hablado sin pensar y muy alto...
Monalisa: Con permiso, si necesita algo, llámeme y sale rápidamente, pero llevaba botas, hizo ruido, tropezó al salir y casi se cae al suelo.
Abraham
Acabo riéndome, esta mujer va a hacer que me vuelva loco, ¿ha venido a trabajar en botas? Y de tacón fino, Dios mío, es un desastre, espero que no se mate y no me haga querer matarla.
no leeré nada más tuyo
es una vergüenza