Tenía 10 años, un aroma me provocó dolor de cabeza, me levanté y mire ese cabello, era una hermosa flama que quemó mi ..
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Mío.
¿Quieres ir a casa?, decía besando mi mejilla.
- Si, por favor.
Subimos al auto, yo cerré los ojos tratando de tranquilizarme.
- ¿Quieres que te prepare algo de comer?, decía abrazándome por detrás.
- Si tienes trabajo, ve a trabajar Leltxu, voy a estar bien.
- Voy a preparar un poco de sopa.
Subí a la habitación, me quite la ropa y me puse mi pijama, me acosté en la cama.
Abrace su almohada.
- Es mío, susurraba.
- Solo tuyo amor, decía el en mi mente.
- Ven, quiero sentirte, dije en mi mente.
El estaba parado en la puerta agitado.
- Hola, dije sonriendo.
El se acostó a mi lado y me besó.
Yo me subí encima de el y lo besaba.
- Te amo Leltxu.
- Y yo
Quite su camisa y toque su pecho. Mordí su abdomen, el gimió.
- Eres mío, besaba su abdomen, baje su pantalón y su boxer.
Mire su miembro
- Eres mío, pase mi lengua sobre el.
- ¡Amaris!, gritaba Leltxu.
Lo metí por completo en mi boca, chupaba con deseo y presionaba, lo devoraba, en mi mente solo decía mío, mío.
Leltxu tenía sus manos en mi cabeza, a veces jalaba suavemente mi cabello.
No podía soltarlo, su sabor era exquisito, su aroma me volvía loca.
El gritaba mi nombre. Eso me pervertia más y no quería dejar de comerlo.
Quería volverlo loco, como el me vuelve loca a mi, enterré mis uñas en sus piernas.
El se retorcía de placer.
- ¡Ya casi nena!, gritó.
Era tanto líquido que termino derramándose sobre mi pecho, el me limpio la boca y mi pecho
- ¡Tú, eres una traviesa!,
Nos acostamos en la cama, nos abrazamos.
Yo besaba su pecho.
- Amaris, me estás volviendo a encender, decía mirándome con ternura.
- ¡Pervierte a tu luna, quiero saber que soy tuya!, dije agitada
El saco su lengua y comenzó a chupar mi cuello.
- ¡Si mi alfa!, grite
El se levanto, me cargo, metió su miembro tan fuerte que grite de placer.
Mordía mis pechos, movía mi cuerpo a su antojo, mi cuerpo vibraba.
Golpeaba tan fuerte mi cuerpo al suyo, yo enterré mis uñas a sus hombros.
El me miraba con sus ojos rojos, mordía sus labios. Yo sonreía agitada.
- No quiero lastimarte, decía agitado.
- Lo necesito, quiero sentirte, dije agitada.
El me recostó en la cama y me tomó de la cintura, se movía tan rápido que ya no sentía mis piernas, se acercó a mi clavícula y pasaba su lengua.
- ¡Márcame!, dije excitada.
El saco sus colmillos.
Sentí un líquido caliente cayendo en mi clavícula.
El se detuvo.
Cuando me giré, mire sus colmillos enterrados en su mano.
- ¡Leltxu!, me separé y tome su mano.
- Sanará pronto, dijo con tristeza.
- Por qué no lo intentas, dije mirándolo con tristeza.
- No te preocupes, solo míranos mi amor, esto que sentimos es único y no quiero perderlo por una estúpida tradición.
- Pero no es solo eso.
El me abrazo.
- ¡Te amo flamita!, decía alborotando mi cabello.
- Ya mi lobito, lo mordí en el hombro.
- Que haría sin ti, tu eres mi mundo.
Nos besamos de nuevo con pasión.
- Amaris tú quieres hoy que te maté, decía mientras yo tenía mi mano en su miembro, mirándolo con deseo.
- Solo quiero que mi alfa tenga más de mi.
El se subió encima de mi y volvió a meter su miembro en mi, se movía con suavidad.
Tomaba con su boca uno de mis pechos.
Yo acariciaba su espalda, me encanta tenerlo entre mis piernas.
Su ritmo aumentaba, mis piernas temblaban y mis pechos rebotaban, ya había perdido la cuenta de mis orgasmos, el tomaba con fuerza mis caderas y me penetraba con fuerza, el dolor era exquisito, estaba tan caliente que deseaba más y más, su enorme miembro quedaba tan apretado dentro de mi que sentía que me iba a romper, perdí la visión y mi cuerpo estaba en otro lugar, sentí su líquido bajando por mi entrepierna, el se quedó acostado sobre de mi.
Beso mi clavícula.
- ¡Eres mía!.
Lo abrace.
Me quedé dormida en sus brazos. Mi cuerpo estaba deshecho, me sentía muy cansada pero la sonrisa en mi rostro no desaparecía.
En la noche el acariciaba mi espalda.
- Hermosa, tenemos una cena en casa de mis padres, decía en mi oído.
- Voy, dije sonriendo.
- Te espero abajo, ¿estás bien?.
- Si de lujo, dije sonriendo con los ojos cerrados.
- Mi amor eres única, decía besando mi cara.
- ¡Basta Leltxu!
Abrí los ojos, el ya tenía puesto un hermoso traje.
- ¡Voy a ducharme!, me moví rápido.
- Despacio, decía el nervioso.
- ¡Carajo, me duele todo!, grite.
- ¿Quieres que te cargue?, decía el preocupado.
Me senté en la cama.
- Si puedo, dije sonriendo.
El se marchó. Tuve que gatear para llegar al baño.
- ¡Carajo!, me levanté en el baño y abrí la llave de la tina. Me sumergí en agua caliente y sentí alivio en mis piernas.Ya podía moverme un poco más, me puse un vestido negro largo y unas zapatillas bajas, la verdad me dolía todo el cuerpo al dar un paso, pero no quería que el lo notará, me encantó lo que pasó en la tarde.
El me abrazo.
-Te ves hermosa.
- Gracias, dije sonriendo.
- Si quieres te cargo hasta el auto, dijo sonriendo.
- Ok , dije molesta, aunque le agradecí que me cargará.
Llegamos a la mansión de sus padres, me sentía algo nerviosa, no conozco a su padre pero he escuchado tanto de el que no quiero conocerlo.
El volvió a cargarme y me llevo a la puerta.
- ¿Lista?, estaba nervioso.
- Lista, lo bese.
Su hermana nos abrió la puerta.
- Bienvenidos, decía sonriendo. Ven Amaris, vamos a la cocina, papá te espera en el despacho, le dijo a Leltxu.
- ok.
Yo trate de dar un paso y me iba a tropezar.
- ¿estás bien?, decía Cristel.
- si, es que me duelen las piernas, dije sonriendo.
Ella me miró sorprendida, se giro a mirar a Leltxu enojada.
- ¡Eres un idiota!, le gritó.
- Por favor cristel, dije tomándola del brazo.
Leltxu camino al despacho sin decir nada.
Se que se siente mal, por qué puedo sentir ese sentimiento en mi cuerpo, aunque no me ha marcado, he logrado sentir algunos sentimientos de el y nos podemos comunicar por la mente cuando estamos cerca, no como ellos que pueden comunicarse a kilómetros.
Pero entre el y yo existe una pequeña conexión.