Karina es una chica como cualquier otra y Todos los días se repite a si misma:
todas las personas en el mundo tiene un sueño incluso si es muy difícil siempre tienen éxito.
Todos tenemos problemas pero tenemos que seguir adelante, y tener fe.
A quien quiero engañar el mundo es una porquería las historias de Cenicienta y el príncipe azul nunca son verdaderas.
Pero hay algo en lo que si creo y esto es el trabajo duro siempre tiene recompensas.
Edward James es un actor americano que apesar de tener mucho éxito nunca ha Sido feliz con su fama.
Toda la gente que se acerca a el lo hace solo por interés nadie está a porque de verdad lo quieran, eso es lo que el piensa.
Los caminos de ambos se cruzan cuando el la hace pasar por su prometida frente a su ex novia.
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capítulo 13
...Karina....
Después de colgar con mi hermano, pensé en llamar a Kim para disculparme por salir así como si nada, pero no tengo su número.
Mejor regresé a la casa.
— ¿Cómo te fue en tu primer día.? — Preguntó Edward.
— Bien. Gracias por preguntar.— Contesté un poco desanimada.
— ¿Te pasa algo?
— Sólo estoy cansada por la falta de costumbre. — Subí las escaleras.
...**...
Edward no se tragó ese cuento.
— ¿Le pasó algo a mi esposa.? — Interrogó al chófer.
— No lo sé señor, pero hoy me pidió que la llevará al banco y después hablo con alguien diciéndole que ya le había depósito el dinero y cuidara bien de su sobrina.
Edward sube a la habitación de Karina, toca la puerta.
— Adelante. — Edward entra. Los ojos de Karina están un poco rojos.
— ¿Le pasó algo a tu familia?
— ¿Cómo supiste?
— Eso no importa, dime si te puedo ayudar en algo y lo haré.
— No te preocupes. Estoy segura de que mi sobrina pronto estará bien.
— ¿No quieres ir a verla?
— Claro que quiero, pero acabo de empezar el año y no quiero ausentarme.
— Podemos irnos hoy en la noche y volveríamos mañana en la tarde solo será un día.
— ¿Me acompañaras?
— Te molesta.
— No, pero pensé que tenías trabajo.
— Por un día que me ausente no va a pasar nada.
Vamos, así estarás más tranquila.
...Karina....
En una mochila pequeña metí un cambio de ropa, y cosas de aseo personal. Con sólo eso fuimos al aeropuerto.
Unas horas después llegamos a México, le hable a mi hermano para preguntarle en que hospital estaba.
Después de llegar al hospital, pedí información sobre mi sobrina. Al principio no me la quisieron dar pero después de mostrar mi identificación y decir que era su tía no me la negaron.
— ¿Puedes esperar aquí.? No quiero que mi hermano..
— Si lo se. Ve tranquila.
— Gracias. — Me dirigí al pasillo donde estaban. Ví a mi hermano y lo abracé.
— ¿Porqué estás aquí.? — Preguntó sorprendido.
— Estaba preocupada por Verónica. ¿Dónde está tu esposa?
— Fue a comprar café, pero no tarda.
Jessica llegó.
— ¿Karina qué haces aquí.? — También se sorprendió al verme.
— Reinaldo me dijo de Verónica.
— ¿Dejaste tu trabajo.? — Preguntó mi hermano.
— No como crees, solo pedí permiso un día mañana en la tarde regreso.
— Familiares de Verónica Martínez. — Un doctor salió.
— Somos sus padres.
— Ya se encuentra estable, probablemente la demos de alta en dos días.
Suspiramos de alivio.
— Gracias a Dios que Vero está bien.
— Si. — Dijeron ellos.
— Iré a lavarme la cara. — No se me ocurrió otra cosa ora poder ir con Edward.
— ¿Qué paso.? ¿Cómo está tú sobrina.
— Está bien, deberías irte a descansar.
— ¿Dónde te quedarás tu?
— En casa de mi hermano, así que no te preocupes.
— Está bien. — Edward se fue y yo volví con mi hermano. Más tarde nos fuimos a su casa para descansar, al día siguiente pase todo el día con mi sobrina y mi cuñada. Vero estaba muy feliz de verme, me pidió que ya no regresará a Estados Unidos.
Le dije que era necesario le compre un regalo para que no se pusiera triste y en la tarde regrese con Edward.
Gracias por traerme y estar a mi lado.
— Eres mi esposa, tenemos que estar juntos en las buenas y en las malas.— Dijo sarcásticamente. Los dos reímos.
— Me alegra que ya estes con ánimos de sonreír.
— Todo es gracias a ti.
— Será mejor que descanses mañana tienes que ir a estudiar.
— Tienes razón. Por cierto, ya recordé lo que te dije esa noche.
— ¿Enserio?
— Si, lo siento, no era mi intención ofenderte, lo que dije es porque realmente lo pensé, pero tener un esposo que ama a otra y me dobla la edad ya no me molesta.
— ¿Y lo de ser divorciada?
— Eso tampoco.