Eh muerto, pero, abri mis ojos, y me eh convertido en una princesa.
Eh reencarnado en Meredith Hockey, la hija maldita de el duque, a la cual NUNCA le prestó atención. Cuando por fin, en la novela, parecía todo ir por el lado correcto, Meredith muere, no solo una vez, también en los 27 especiales que contiene la novela.
Quiero sobrevivir, pero no quiero desperdiciar mi corto lapso de vida en un plan que salve mi pellejo, si moriré, al menos, está vez, disfrutaré mi vida para irme sin arrepentimientos, ¡Esta Vez No Temo A La Muerte!
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Capítulo 11
Aryed Bailey.
El hijo único mayor de la mano derecha del emperadorrador y el escudo en guerra del imperio.
Aryed tenía mucho peso en sus hombros debido a la gran cantidad de títulos que poseía su padre, y no sentía orgullo, sentía que una cadena envolvía su cuello y lo mantenía atado al título de Duque y escudo.
Cuando Aryed cumplió siete años comenzó a sentir el peso de ese título sobre sus hombros e incluso, sentía que ese peso lo arrastraba más allá de la tierra.
Desde esa edad el pequeño y joven Duque comenzó a recibir la educación necesaria, era el hijo mayor y único de su padre, entonces era su deber cumplir con todo aquello que exigía el Duque y enorgullecer a su padre, cosa que se esforzaba por hacer. Pero en cuatro años de riguroso esfuerzo y entrenamiento su padre nunca se asomó a visitar a su hijo o preguntar cómo estaba.
Era algo decepcionante para un niño de 11 años en su momento, e incluso la presión social que sentía gracias a los rumores que corrían sobre él en la aristocracia.
Era una decepción para su padre y el emperador al no haber desarrollado un poder a base de Mana, y a Aryed lo frustraba ese hecho, su primo mayor y su competencia al trono había desarrollado un poder a los 8 años y era fantástico, incluso su propio padre lo había felicitado y era algo que le había estremecido sus entrañas.
Lo envidiaba. Aryed envidiaba a su primo mayor debido a la atención que siempre lo rodeaba y su dominio innato al poder y el Mana.
Y él al cumplir 8 años no había desarrollado poder alguno, y tres años después tampoco, por eso su riguroso entrenamiento y su necesidad por llamar la atención de su padre.
Necesitaba que alguien le digiera que estaba bien el no tener Mana, pero nadie nunca a le había dicho tales palabras.
Pero, un día cerca de su cumpleaños número 12, algo marchito una rosa y quemó el pasto bajo sus pies. Y sorprendió a su entrenador personal que retrocedió algunos pasos aterrado.
— ¿Qué sucede señor?
Pregunto Aryed asustado, al observar el rostro retorcido del hombre.
— ¡O-oh Mierda! ¡Un monstruo!
Gritó huyendo del lugar, haciendo que los demás caballeros se acercaran a él, y retrocedían de la manera en que se acercaban.
¿Qué estaba sucediendo?
El alboroto duró minutos y todos formaron un círculo a su alrededor.
— ¡No te acerques maldito!
Gritó uno observando los cercanos que se volvían los pasos del niño, y aquello solo lo asustó y provocó que cayera. No entendía la situación que lo envolvía o el porqué todos allí sacaban sus espadas contra el.
— ¿Qué sucede aquí?
Hablo una voz madura y varonil.
El Duque por primera vez en años había hecho acto de presencia frente a su pequeño hijo, Aryed, había sido llamado por el escandaloso entrenador de su hijo. Estaba asustado y eso lo había preocupado.
Pero observó un Mana despampanante incluso antes de haber llegado a ese lugar lo que había acelerado sus pasos, el poder era abismal y causaba que su piel se pusiera de gallina.
Y entre toda la cantidad de soldados que estaba rodeando a quien creía su hijo, pudo observar el mana color oscuro que rodeaba su cuerpo y quemaba el paso a su alrededorr, marchitaba las flores y volvía el aire pesado.
Aquel poder abismal que había sentido provenía de su hijo.
— Aryed, ¿Qué estás haciendo?
— ¿Qué quieres decir padre? Estoy entrenando por supuesto.
Comentó el menor sin saber lo que se ocultaba tras de sí.
— Aryed, concéntrate en tus alrededores, y siente el Mana que desprende de ti.
— ¿Qué?
Preguntó el menor confundido, observándo bajo sus pies y ver las flores marchitas y la ceniza que volaba a su alrededor.
— ¡Oh mierda! ¿Qué está pasando?
Gritó el menor sintiendo el miedo escocer de sus poros.
— ¡Aryed! Céntrate, debes controlarlo o moriras.
Le gritó el duque observando como todo a su alrededor se descontrolaba y empezaba a ser un completo caos.
— ¡No sé cómo hacerlo!, ¡Padre tengo mucho miedo!
Gritó el niño que estaba envuelto en el caos negro que frotaba de su ser, tenía miedo, ¿Ese era su Mana? Si era así no quería vivir atado a una nueva cadena.
— ¡Escucha maldita sea!, ¡Centra tu Mana! ¡Tú eres quien la posee, tú la controlas!
Teniendo el peso de las miradas de todos allí, y la cercanía de su padre a él caos que estaba formando debido a su pobre control de mana.
Decidió llorar, se agachó en el pasto calcinado y agarró su cabeza entre sus manos, y llorar de frustración, tratando de controlar aquello que parecía incontrolable.
De repente, se calmó y rezó a Dios por el control absoluto en el mana a su alrededor, y sobretodo, no causar daño a su padre.
Y aquella mana oscura y densa que provino de él volvió a su cuerpo, dejando el espacio hecho un desastre y a los soldados intranquilos.
Pero de la nada estalló.
......................
— Escuche que fue bendencido y maldecido a la vez.
— No solo eso, en su primer control al mano hirió a muchas personas.
— Escuché que se descontroló, incluso el duque tuvo que intervenir.
— No solo eso, tuvo que noquearlo debido a la destruccion que trajo consigo.
— Oh una lástima, si tan solo fuese más como su primo.
Murmullos.
Susurros.
Chismes.
Pero todo llegaba a oídos del joven oculto detrás de una estatua; oculto en las sombras que lo absorbían en ese lugar.
Estaban celebrando el cumpleaños de la segunda princesa de Hockey.
La princesa Melody Hockey, una niña de cinco años de cabellos negros y ojos azules, un cabello liso y corto que llegaba a sus hombros y un mana que no podía distinguir.
Era extraño, en el año completo que llevaba dominando el Mana estando aislado de toda la sociedad, podía distinguir entre el Maná de las personas, era un talento innato debido a su gran cantidad de Maná.
Pero en ella no sentía nada, solo una extraña Aura rosada que parecía ni siquiera pertenecer a ella.
Y lo sabía debido a que ese mismo poder parecía consumirla lentamente. O no, no la estaba consumiendo a ella.
Era extraño.
Cuando se habia presentado formalmente junto a su padre a la princesa y el Duque sintió algo que no debía provenir de ella.
Pero cuando la observó ella solo sonrió, desde su asiento en el regazo de su padre, Aryed sintio escalofríos ante la anomalía que estaba observando.
El poder que tenía la princesa no era de ella. Era un poder robado y lo notaba debido a la Mana combinada que rodeaba finamente su cuerpo. Algo oscuro suavemente rodeaba un fino mana color rosa suave. Y que cada segundo parecía aumentar.
Inevitablemente quiso salir de la vista del Duque y la princesa, e incluso de los dos príncipes que también lo observaban detalladamente.
Era raro.
Y ahora su padre había desaparecido junto al Duque de Hockey, y ahora tenía una extraña sensación de que alguien lo observaba, y por más que se ocultaba en ese lugar la sensación no se iba.
Alguien lo observaba fijamente, pero no sabía quién era.
— Entrenaras junto al Duque de Hockey.
Habló repentinamente su padre detrás de él.
— Vendrás mañana junto a Frendge Mañana temprano, no me avergüences Aryed.
Y sin más que decir, siguió de largo.
…
Y al día siguiente se había perdido en un bosque frondoso sin saber a dónde ir.
¿Qué rayos?
Pero para su buena o mala suerte, se había encontrado a una princesa, de cabellos oscuros y completamente azabaches, y sus ojos rosados llamaron su atención, y aún más la inevitablemente brillante y fuerte aura que recorría su cuerpo, doblaba su tamaño.
Y era de un potente color rosado, aún más potente que el de la princesa que había conocido el día anterior.
Pero este era puro, e incluso sentí que limpiaba su alma y curaba sus heridas, tenía la sensación que incluso el bosque que la rodeaba absorbía de su divino y sagrado poder y hacía florecer todo de manera maravillosa.
Pero ella no era consciente de ese poder.
E incluso, era la misma Mana que emitía la princesa del día anterior, pero este era distinto.
Era extraño.
Lo entendería pronto. Eso quería.
Y aunque se arrepentía por su grosería en ese momento, la princesa da fue amable e incluso lo había guiado al campo de entrenamiento, pero en ese justo momento, él fue consciente.
Justo cuando observó a la princesa desvanecerse en los brazos de la niñera y decir que era un profundo sueño lo supo.
Y era estremecedor el conocer tal atrocidad en una niña pequeña.
El poder de la princesa Melody era el de la princesa Meredith.
Eso significaba que la princesa menor robaba la divinad de la princesas mayor, y ese robo descontrolaba su magia y afectaba su cuerpo, la consumía lentamente y cada vez esa mana aumentaba más según la princesa Meredith la usara.
La consumía, Melody consumía a Meredith.
Y se suponía que según el templo Meredith es quien consume a Melody.
Pero solo era una suposición.
Y no, eso era verdad.
O eso esperaba.
Porque en la magia antigua que se había visto en necesidad de investigar había descubierto ese tipo de maldición.
Y parecía ser que estaba en ambas princesas.
Como un tatuaje en la piel.
Solo debía esperar.
Si aquella pequeña no despertaba al día siguiente.
Confirmaría esa teoría descabellada que había llegado a su cabeza.
Solo debía esperar.
Espera Aryed.
Se paciente Aryed.
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Editado.
Fue satisfactorio escribir este capítulo.
**Atte: **Amelie Ross.