Salem escapó de la oscuridad para refugiarse con una bruja Pero la oscuridad la mato . Durante años esperó en silencio a la niña de ojos ámbar que la bruja le había mencionado.
Y un día, Clarisse llegó.
El destino, sin embargo, pronto la apartó: fue enviada a la Academia de Brujas, un lugar antiguo donde las jóvenes aprendían a dominar sus dones. Cinco años después, vuelve convertida en una hechicera que apenas comienza a descubrir la magnitud de su poder.
No estará sola. Un cuervo sarcástico, tan fiel como insoportable; un tigre y un puma que ella misma rescató y que ahora la reconocen como su reina ; y Salem, el misterioso gato que nunca la abandonó, serán sus guardianes en la batalla contra las sombrasen la oscuridad.
Entre secretos familiares, pactos rotos y un linaje perdido. Clarisse deberá descubrir hasta dónde llega su poder… y qué precio está dispuesta a pagar por él.
¿Estás listo para entrar en un mundo donde nada es lo que parece, y hasta la magia tiene un precio?
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REVISANDO EL BAUL
NARRA SALEM....
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
Seis años.
Seis frios inviernos en los que me convertí en parte de la casa,en un mueble con pulso,en una sombra más de esta casa con polvo.
Seis años malditos años sin ella.
Y ahora regresa como si nada, más poderosa de lo que un dia se fue. Si solo con un poco de su poder derrotó a esa bruja que es capaz de hacer si utiliza todo su poder ¿Alguna vez lo abra usado al máximo?
Esos ojos ámbar que con solo mírarme hacen que mi corazón bombee más sangre de lo normal esto no debería pasarme,soy un gato.Clarisse ya no es la niña que acariciaba mi lomo mientras lloraba a escondidas nisiquiera tropieza con las palabras.
Ahora mira como si lo supiera todo.
Yo la observo desde mi rincón favorito, ese entre la estantería rota y la ventana que da al este"La luz del sol entra cálida, dibujando su silueta danzante en la cocina mientras prepara el desayuno con gestos cuidadosos y precisos."
Ahí puedo ignorar —con toda intención— al cuervo que no se calla.Como pudiera arrancarle unas cuantas plumas
—¿Tú siempre fuiste así de amargado? —reclama Corvyn, estirando sus plumas con arrogancia—. Porque si es una condición permanente, deberíamos hacerte ver por un sanador de personalidades gruñonas.
No respondo.Me limito a parpadear lentamente.
Los humanos creen que eso es señal de afecto.Con los cuervos funciona como sarcasmo felino.
—Oh, claro, su alteza peluda no necesita responder —bufa el plumífero—. Solo necesita mirar con ese aire de “yo sé cosas que ustedes no saben”. Patético.
—¿Terminaste tu número? —respondo, al fin, con voz ronca y pausada—. ¿O vas a imitar también a los búhos ahora?
—¡Oye! —grita Clarisse desde la cocina, sin siquiera girarse—.
Se calman los dos o los convierto en sapos,y no de los lindos, ¿eh? de los babosos, que hacen ruidos raros al dormir.
Silencio.
Corvyn se acomoda en la repisa como si nunca hubiera hablado.yo bajo la cola con dignidad ofendida.
Pero a ella se le escapa una sonrisa.
Muy leve, mi traicionero corazón salta de alegría ,después del desayuno, mientras los rayos del sol se abren paso entre las cortinas, ella se acerca al baúl viejo.
Ese que no tocaba desde niña,sus dedos recorren la madera como si acariciaran un secreto dormido,apenas lo abre ahí está .
El libro.
Una tapa gruesa, de cuero ajado, con letras grabadas en tinta plateada que el tiempo apenas ha podido borrar.
“El gato que escapó de la oscuridad.”
Siento cómo se me eriza el lomo no por miedo,por… reconocimiento.Clarisse frunce el ceño, lo levanta.
El libro se abre solo.
La primera página se escribe lentamente, como si lo hiciera ante sus ojos:
“Hubo una vez un gato de pelaje blanco,y rayas grises como el humo con ojos que veían lo invisible.Tenía algo que no debía tener.Algo que los del abismo codiciaban.”
Mi cuerpo se tensa.
No lo demuestro.Pero… esa historia… suena demasiado familiar.
Clarisse sigue leyendo en voz baja.
“Y cuando los magos oscuros estaban a punto de atraparlo y darle su poder a la oscuridad .Una diosa, antigua como los primeros nombres,cubrió su cuerpo con la sombra de aquella noche.Lo hizo negro como la media noche mas negro que la misma brea.Para que pudiera escapar.”Se dice que aún buscan al gato equivocado a pesar de haber pasado años.
Levanto la cabeza.
Corvyn me observa también.No dice nada esta vez.Solo me mira como si supiera algo que yo no recuerdo.
El libro se cierra con un suspiro.
Clarisse acaricia la tapa del libro cerrado. El silencio vuelve, denso, flotando como polvo viejo en la cabaña.
—Qué historia más… triste —susurra.
Y entonces…Corvyn como siempre arruina todo.
—Triste mi plumaje la semana que me empapaste con esa poción para invocar lluvia. Eso sí fue una tragedia.
Clarisse gira la cabeza, entre confundida y fastidiada.
—Corvyn…
—¿Qué? Solo digo que si vamos a ponernos dramáticos, que sea con criterio. La historia del gato mártir está bien, muy conmovedora, sí, pero ¿y mis desgracias? ¿Acaso no merecen un capítulo?
—Ay, por la escoba de Hécate… — entrecierro los ojos, y con un suspiro de mil siglos de paciencia, mascullo—: Qué fastidio contigo, cuervo parlante…
—¡Perdón por tener carisma! No todos nacimos para andar haciendo silencio filosófico en las esquinas como si fuera una vocación sagrada.Grita a todo pulmón .
—¡YA! —dice Clarisse en tono seco, sin levantar la voz, pero clavando una mirada tan afilada que hasta las runas del baúl tiemblan un poquito—. Uno más una… y juro por mi caldero que los convierto en candelabros vivientes para el resto del otoño.dice ella viendo como salen y corvyn habla y el solo le maulla entre ellos
Corvyn suelta un graznido que intenta ser discreto. Salem solo se lame la pata delantera con un aire de mejor me callo antes de que esta mujer cumpla su amenaza.
Ella se acomoda en el suelo y empieza a revolver el resto del baúl.
Papel viejo.
Runas desordenadas.
Un paquete de cartas con tinta borrosa.
Un amuleto roto.
—Hiciste limpieza mágica, pero dejaste la historia tirada aquí dentro —murmura, más para sí misma que para ellos.
Encuentra una carpeta doblada, donde aún puede leerse con tinta azul:
“Hechizos fallidos, peligrosos o demasiado avanzados. No tocar sin supervisión."
—Oh, genial —ironizó Corvyn—. Este primer pergamino advierte: “Este hechizo podría invocar fuego… o un pato furioso. Probado una vez. Resultado: catastrófico.”
—¿En serio guardaste eso? —preguntó el cuervo con tono maternal.
—¿Y tú qué sabes? —respondió Clarisse—. Tal vez algún día necesite un pato vengativo. Nunca se sabe.
Corvyn estira las alas desde su rincón y suelta otro comentario poco audible:
—Eso explica muchas cosas…
Clarisse ignora el comentario y sigue sacando cosas del fondo:Un espejo pequeño que solo refleja cuando no lo miras.Un frasco de lágrimas secas.Un mechón de su propio cabello, atado con hilo rojo.
—Ugh… esto sí da cosa —dice, dejándolo a un lado con expresión incómoda.
y finalmente un cuaderno cubierto de tela oscura, con un broche oxidado en forma de media luna. Se tensó. Clarisse lo guardó en la mesa, como si necesitara respirar antes de abrirlo.
—Este baúl… es como abrirme el estómago frente al espejo —susurró.
—Dramática —gruñó Corvyn.
—Poco original —masculló Salem.
—Ustedes no ayudan en nada —murmuró Clarisse, pero una pequeña sonrisa se asomó en sus labios.
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