Un matrimonio entre amigos. ¿Qué podría salir mal?
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Capítulo 12 - La Rutina Fría
Dos semanas después
La vida matrimonial de Sebastián y Valerie había caído en una rutina perfectamente civilizada y completamente fría. Se encontraban para el desayuno a las ocho en punto, donde intercambiaban cortesías sobre el clima y los planes del día. Sebastián revisaba correspondencia relacionada con los negocios familiares, mientras Valerie organizaba las actividades del hogar con una eficiencia que habría impresionado a un general militar.
-Buenos días- dijo Sebastián al entrar al comedor esa mañana, encontrando a Valerie ya sentada con una taza de té y varios papeles organizados a su lado.
-Buenos días- respondió ella sin levantar la vista de sus notas. -Thomas me informó que tienes una reunión con los administradores de la propiedad norte esta tarde.
-Así es- Sebastián se sirvió huevos. -¿Y tú qué planes tienes?
-Visitaré a las esposas de tus socios comerciales. Lady Morrison ha organizado un té para presentarme formalmente al círculo social apropiado.
Era exactamente el tipo de conversación que habrían tenido dos socios de negocios discutiendo sus horarios. Cordial, eficiente, sin ningún tipo de afecto.
-¿Te sientes cómoda con eso?- preguntó Sebastián, sorprendiéndose a sí mismo con la pregunta.
Valerie finalmente levantó la vista, con una expresión ligeramente sorprendida. -Por supuesto. Es parte de mis responsabilidades como tu esposa. ¿Por qué no me sentiría cómoda?
-Solo... preguntaba- murmuró Sebastián, sintiéndose extrañamente rechazado por su respuesta práctica.
El resto del desayuno transcurrió en silencio, cada uno concentrado en sus propios asuntos.
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Esa tarde, mientras Sebastián estaba en su reunión, Elizabeth vino a visitar a Valerie. Llegó en su auto compacto y fue recibida en el elegante salón azul, donde encontró a su amiga leyendo informes financieros de la casa con perfecta concentración.
-¿Informes financieros?- preguntó Elizabeth con sorpresa. -Desde cuándo tú revisas voluntariamente números y presupuestos?
-Desde que necesito maneras productivas de ocupar mi tiempo- respondió Valerie sin levantar la vista de su trabajo. -Las esposas deben estar informadas sobre el estado de sus hogares.
Elizabeth se sentó frente a ella, estudiando la cara de su amiga. -Val, ¿cómo estás realmente?
-Estoy perfectamente bien- Valerie finalmente levantó la vista con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. -La casa es hermosa, el personal es eficiente, y Sebastián es un esposo muy... correcto.
-¿Correcto?
-Cortés, puntual, apropiado en todas las situaciones sociales. Todo lo que se puede pedir de un matrimonio de conveniencia.
Elizabeth frunció el ceño. -Pero, ¿no extrañas...?
-¿Qué? ¿La amistad que perdimos hace años? ¿La ilusión romántica que nunca existió realmente?- Valerie volvió a sus papeles. -No, Liz. He aceptado la realidad. Es mucho más fácil así.
-No te reconozco- murmuró Elizabeth. -Es como si hubieras construido muros alrededor de tu corazón.
-Exactamente- confirmó Valerie sin emoción. -Es la única manera de sobrevivir en esta situación.
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Esa noche durante la cena, Sebastián mencionó casualmente: -Lady Morrison me envió un mensaje. Dice que causaste una excelente impresión esta tarde.
-Me alegra escuchar eso- respondió Valerie, cortando delicadamente su pescado. -Es importante mantener buenas relaciones con las familias asociadas a nuestros negocios.
-¿Te gustaron?- preguntó Sebastián, genuinamente curioso.
Valerie pausó, considerando la pregunta. -Son mujeres agradables. Inteligentes, bien educadas. Creo que podremos desarrollar relaciones beneficiosas.
De nuevo, esa respuesta práctica que lo irritaba sin que pudiera explicar por qué. -¿Relaciones beneficiosas? ¿No... amistades?
-Las amistades son un lujo que no estoy segura de poder permitirme en este momento- respondió Valerie calmadamente. -Las alianzas sociales son más... seguras.
Sebastián dejó su tenedor, estudiando a su esposa. -¿Qué te pasó, Valerie?
La pregunta la tomó por sorpresa. -¿Disculpa?
-Eres completamente diferente. Fría, calculadora... Es como si fueras una persona completamente distinta.
Valerie lo miró directamente, y por un momento, Sebastián creyó ver un destello de la antigua Valerie en sus ojos. Pero desapareció tan rápido que se preguntó si lo había imaginado.
-Me adapté- dijo simplemente. -A las circunstancias, a las expectativas, a la realidad de nuestro matrimonio. Pensé que apreciarías eso.
-No estoy seguro de que lo haga- admitió Sebastián.
-¿Preferirías que fuera emocional? ¿Que hiciera escenas dramáticas o te rogara por afecto que claramente no quieres dar?- La voz de Valerie se mantuvo calmada, pero había un filo en ella. -Porque puedo asegurarte que esa versión de mí ya no existe.
Sebastián se quedó en silencio, procesando sus palabras. Se dio cuenta de que tenía razón - había conseguido exactamente lo que había pedido.
-Tienes razón- dijo finalmente. -Perdón por la pregunta inapropiada.
-No hay nada que perdonar- respondió Valerie, volviendo a su cena como si la conversación nunca hubiera ocurrido.
El resto de la cena transcurrió en silencio, pero Sebastián no pudo quitarse la sensación de que acababa de tener una conversación muy importante sin entender completamente qué había sido lo que realmente se había dicho.