Damian Dufort, un empresario con un gusto a las prácticas del BDSM, en una salida conocerá a una mujer que cambiará su mundo, sin embargo en el camino deberán atravesar dificultades, pero las pasiones prohibidas los unirán, enseñando que hay fuerzas más fuertes que la maldad.
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Capítulo 12.
Me levanté de la cama quité mi ropa, quedando solo en bóxer, Claudia me observaba con deseo, me acerque a ella tomé del bolso una tijera y corte lo que le había puesto dejándola completamente desnuda.
Con una de mis manos acaricié sus senos haciendo movimientos circulares en ellos.
La veía morder sus labios con ganas de gemir.
Así que hice algo que no debía; sin embargo esto lo estoy haciendo para torturar a Anna y que mejor manera de hacerlo que ver como su prima gime en mis brazos.
—No te contengas, deja salir tus gemidos para mi, dije quitando la única prenda en mi cuerpo.
Saque de mi bolso un preservativo lo coloque en mi miembro y empecé a acariciar nuevamente sus senos y sus gemidos de placer empezaron a salir, con mi otra mano acaricié llegando a su intimidad tocando su parte que estaba completamente húmeda y lista para mí.
Coloque mi miembro en su intimidad y empecé a jugar en su entrada, permitiendo que los espectadores tuvieran una perfecta vista.
Ella abajo la vista viendo como yo jugaba con su intimidad, mordió su labio, pero su placer estaba inundado de preocupación y en un susurro preguntó si la lastimaria.
Con uno de mis dedos tape su boca y le dije que confiara en mi.
Yo soy un hombre alto y afortunado en anatomía masculina así que no juego su preocupación.
Volví a pasar mis dedos por su intimidad esparciendo su líquido por toda su parte y me prepare en medio de ella y con delicadeza me hundí en ella ocasionando que diera un gemido de dolor y placer, espere unos segundos que se adaptara a lo que acaba de suceder y luego empecé a moverme dentro de ella ocasionando que gemidos salieran, gritaba de placer yo daba estocadas en ella mientras con mis manos recorría su cuerpo y masajeaba sus senos. Sus gritos eran un deleite, su cuerpo tomó vida y se movía al compás de mis movimientos le daba fuerte estocadas y dio un gemido dijo no poder más y tubo un segundo orgasmo, me salí de ella y en la forma que estaba atada la volteé dejándola a medio lado tomándola nuevamente de ese modo al volver a ingresar en ella pude observar que sintió dolor, pero en esos momentos quería terminar lo que inicie, y no se que me pasaba pero una hermosa morena no se quería salir de .mi cabeza mientras yo me estaba follando a otra.
En esa posición le di estocadas serenas y empecé a aumentar mis movimientos mientras ella gritaba de placer y decía no aguantar más volvió a correrse y luego de unos movimientos más yo hice lo mismo.
Salí de ella y retrocedí unos pasos dejándome caer en el mueble quedando completamente desnudo al frente del cristal mostrando mi cuerpo completo a los que estaban detrás del cristal, no estaba completamente satisfecho, una mujer no dejaba que me pudiera concentrarme plenamente y mi amigo queria mas, pero con Claudia fue suficiente.
Claudia quedo en esa posición sin moverse pude observar la sangre en la sabana de su virginidad, tome el celular que estaba en el bolsillo de mi pantalón y pude observar como Anna estaba llorando del otro lado de la línea, se podía observar como su respiración era agitada y Andrés hablaba con ella, coloque los auriculares en mi oido y pude escuchar como el le decía que su prima era una afortunada que el primer día de sexo le dieron el mejor revolcon de su vida.
Le preguntó cuántos hombres habían pasado por la vida de ella y de seguro nadie se la había follado de esa manera.
—¿Está buenote el hombre, cierto? Si yo fuera mujer también quisiera que me follara a mi —decía Andrés haciéndome reír.
Guarde el celular, quite los audífonos, retire el preservativo y lo tire a la basura.
Me coloque de pies y fui al baño, tome una toalla, la pasé por mi cintura y volví al lado de Claudia la cual estaba casi dormida.
Quite las mordazas que le ataban las manos, la puse derecha en la cama, y con una toallas húmedas empecé a limpiar su cuerpo delicadamente.
—¿Te lastimé?, pregunté mientras limpiaba, mostrándome preocupado.
—No, estoy bien contestó en un susurro.
Limpie cada parte de su cuerpo con sumo cuidado, luego traje una bata y en el camino apagué el micrófono y las luces que permiten que de la bodega miren para acá.
Cuando llegué le ayudé a poner la bata y me dirigí al baño, me puse ropa nueva, recogí todo lo utilizado y lo guardé en el clóset con llave.
Salí, me senté a una esquina de la cama y le recordé a Claudia las condiciones que habían.
Dijo que lo tenía claro y que no iba a cambiar de opinión.
Le dije que descansara, que en unas horas vendrían por ella.
Estuvo de acuerdo y como siempre ha sido profesionalmente cerró sus ojos dijo gracias y se hizo un silencio reconfortante.
Espero no haber cometido un error con esta chica y no haber marcado su vida.
Apagué las luces por completo dejándolas a oscuras salí de allí y me dirigí a la bodega.
Cuando ingresé a la bodega Andrés tenia una genuina sonrisa y con sarcasmo dijo —No has perdido el toque amigo mío.
Le di una mirada juzgadora e hizo señas de cerrar la boca.
Miré a Anna que no me quitaba la mirada de enzima y sus pupilas dilatadas por deseo, delató el sufrimiento que sintió por mi acto.
—¿Te gustó mucho la sección? pregunté acercándome a una mesa que tenía andres preparada muy cerca.
Abrió su boca y su respiración mostró lo que sentía.
—Esa mosca muerta no merecía tu cuerpo, yo debía ser tu mujer, no puedes hacer eso, mereces una mujer de verdad como yo, un hombre tan poderoso, fuerte y perfecto como tu merece a una mujer como yo, dijo Anna con su respiración agitada.
—Claudia me parece una mujer merecedora de mi, ahora serás mi cuñada, dije para ver su actitud desquiciada